¿Es la infancia una etapa determinante de la vida? Investigaciones nos muestran que lo que sucede, y lo que no sucede, durante ese período, puede tener gran impacto en los años venideros. Así, se ha relacionado la falta de sueño durante la niñez con el posterior desarrollo de problemas de salud mental; la exposición al humo del cigarrillo durante los primeros años de vida se ha vinculado a problemas de hiperactividad y conducta; e incluso sin haber sufrido estrés extremo en esta etapa, el procesamiento emocional puede verse afectado.
Un nuevo estudio encontró que los niños que experimentan trauma, abuso, negligencia y disfunción familiar tienen un mayor riesgo de tener enfermedades cardíacas entre los 50 y 60 años (Pierce et al., 2020), destacando de esta forma los efectos a largo plazo de las experiencias vividas temprano en la vida. Los resultados de la investigación mostraron que las personas expuestas a los niveles más altos de adversidad infantil tenían más del 50% más de probabilidades de tener un evento de enfermedad cardiovascular, como un ataque cardíaco o un derrame cerebral, durante un período de seguimiento de 30 años.
Este estudio longitudinal de más de 3.600 participantes se encuentra entre los primeros en describir la trayectoria de la enfermedad cardiovascular y la muerte en función de las calificaciones del entorno familiar desde la edad adulta hasta la mediana edad. Para esta investigación fue utilizado el Estudio de Desarrollo de Riesgo de Arterias Coronarias en adultos jóvenes (CARDIA), que ha seguido a los participantes desde su reclutamiento en 1985-1986 hasta 2018, para determinar cómo el entorno psicosocial en la infancia se relaciona con la enfermedad cardiovascular y la mortalidad en la mediana edad.
El equipo de investigación informó que los niños que experimentan adversidades causadas por la disfunción familiar están predispuestos a tasas más altas de estrés, tabaquismo, ansiedad, depresión y estilo de vida sedentario que persisten hasta la edad adulta. Esto puede conducir a un aumento del índice de masa corporal (IMC), diabetes, aumento de la presión arterial, disfunción vascular e inflamación. “Es mucho más probable que esta población de adultos participe en conductas de riesgo, por ejemplo, usando la comida como un mecanismo de afrontamiento, que puede conducir a problemas con el peso y la obesidad,” explicó el primer autor Jacob Pierce; también tienen “tasas más altas de tabaquismo, que tiene un vínculo directo con la enfermedad cardiovascular.”
Por estas razones, señala el autor, puede ser muy beneficioso para esta población el asesoramiento sobre afrontamiento del estrés, así como control del tabaquismo y la obesidad. El profesor Joseph Feinglass, autor principal de este estudio, llama la atención sobre la gran cantidad de niños que continúan sufriendo abusos y disfunciones, que repercutirán en la salud física y mental así como en el funcionamiento social a lo largo de sus vidas. Para tener una idea general de cómo era el ambiente familiar de un participante del estudio durante su infancia, los participantes respondieron una encuesta que contenía preguntas como: “¿con qué frecuencia un padre u otro adulto en el hogar le hizo sentir que era amado, apoyado, y cuidado? o “¿con qué frecuencia un padre u otro adulto en el hogar le maldecía, le insultaba, le humillaba o actuaba de una manera que le hacía sentir amenazado?”
El factor más predictivo de enfermedad cardiovascular más adelante en la vida fue la respuesta a la pregunta “¿sabía su familia lo que estaba haciendo cuando era niño?” dijo Pierce. Si bien el estudio no abordó específicamente la atención de los padres, los hallazgos indican que su participación en la vida de sus hijos podría afectar su salud más adelante en la vida, concluyeron los investigadores. Según otra investigación, las personas que están cerca de los niños tienen la posibilidad de morigerar el impacto de estos sucesos, pues las relaciones positivas en la niñez pueden mitigar algunos de los efectos dañinos de las experiencias infantiles más negativas. Por otra parte, la necesidad de abordar esta problemática concierne a la sociedad en su conjunto, y dejan en evidencia la responsabilidad estatal en cuanto a su compromiso de protección de los grupos que se hallan en mayor estado de vulnerabilidad.
Referencia bibliográfica: Pierce, J. B., Kershaw, K. N., Kiefe, C. I., Jacobs, D. R., Sidney, S., Merkin, S. S., & Feinglass, J. (2020). Association of Childhood Psychosocial Environment With 30‐Year Cardiovascular Disease Incidence and Mortality in Middle Age. En Journal of the American Heart Association (Vol. 9, Número 9). https://doi.org/10.1161/jaha.119.015326
Fuente: Psychcentral