“Entiendo por qué te sientes así” es una frase sencilla pero que puede ser de gran ayuda para un amigo o familiar agobiado, ayudándoles a sentirse mejor, según una nueva investigación publicada en el Journal of Positive Psychology.
En este estudio, los participantes relataban eventos reales que los hacían enojar y al no recibir señales de apoyo o comprensión de parte de los investigadores, disminuían las emociones placenteras. Contrariamente cuando los investigadores validaban lo que los participantes decían, las emociones placenteras de estos se conservaban sin disminución.
De forma parecida, al recordar eventos que producen ira, los participantes reportaban sentir bajas en su estado de ánimo general y solo los que recibieron validación reportaron una recuperación a su estado anterior.
De acuerdo a Jennifer Cheavens, autora principal del estudio y profesora de psicología en la Universidad Estatal de Ohio, el hecho de que no se encontraron diferencias significativas en las emociones incómodas de los participantes muestra los beneficios de enfocarse en las emociones placenteras.
¿Por qué es importante?
Aunque ayudar a las personas con depresión, ansiedad o miedo es necesario, valioso e importante, también lo es ayudarles a beneficiarse de la curiosidad, el amor, la flexibilidad y el optimismo, pues las personas pueden sentirse tristes o abrumadas y al mismo tiempo curiosas y con esperanzas, explican los autores.
La validación es el proceso de comunicarle a una personas que sus experiencias internas tienen sentido y son comprendidas. En cambio la invalidación se da cuando los pensamientos, conductas o emociones de una persona son ignoradas, malinterpretadas, negadas o evaluadas como inapropiadas. Se cree que la validación puede tener beneficios importantes, incluyendo la reducción de la reactividad emocional o la intensidad de las emociones (Linehan, 1993).
¿Qué metodología se usó en el estudio?
En tres diferentes experimentos se evaluaron los efectos que tienen la validación y la invalidación sobre las emociones agradables e incómodas.
En total participaron 307 estudiantes universitarios, quienes respondieron a cuestionarios que medían las emociones agradables e incómodas al inicio y al final del estudio. También se midió el estado de ánimo en momentos específicos durante los experimentos.
Se les pidió a los participantes que pensaran y escribieran durante cinco minutos sobre un momento en el que sintieron una ira intensa y luego describieran verbalmente esas experiencias a un investigador. El experimentador validaba o invalidaba sus sentimientos de ira, basado en asignaciones aleatorias.
Las experiencias de ira de los participantes incluían situaciones de problemas con los compañeros de cuarto, parejas infieles, ser víctimas de robos o enojarse con sus padres.
Los experimentadores utilizaron guiones flexibles para responder al escuchar las historias. Los investigadores utilizaron frases similares a: “Por supuesto que estarías enojado por eso” o “escucho lo que estás diciendo y entiendo que te sientas enojado”.
Para las respuestas invalidantes se usaron frases parecidas a las siguientes: “Eso no suena a enojo” o “¿Por qué eso te enojaría tanto?”
¿Qué encontraron los investigadores?
Todos los participantes mostraron una disminución de las emociones agradables mientras pensaban o escribían sobre estar enojados, pero cuando les contaban esas experiencias a los experimentadores, dichas emociones igualaron e inclusive excedieron a las medidas de línea base en los participantes validados. En cambio, en los participantes no validados, la medida de las emociones agradables no se recuperó mientras hablaban con el experimentador.
En cinco mediciones del estado de ánimo, realizadas en dos de los tres estudios, el humor de los participantes empeoraba constantemente cuando consideraban lo que los enojaba. En cambio, en los participantes que recibieron validación, el ánimo se restauró. En aquellos no validados la emoción desagradable continuó y empeoró.
Explica Cheavens que los investigadores realizaron los estudios con planes para aplicar los resultados en un entorno de terapia, pero que los hallazgos también son relevantes para las relaciones.
Según la autora, agregar validación a la terapia ayuda a las personas a sentirse comprendidas y a ser más receptivas a comentarios sobre cómo podrían cambiar o mejorar. Agrega que esto es cierto más allá de la situación clínica, ya que las mismas formas en que mejora la terapia son las formas en que se crean la paternidad, las amistades y mejores relaciones románticas.
Referencia del estudio: Cinthia Benitez, Kristen P. Howard, Jennifer S. Cheavens. The effect of validation and invalidation on positive and negative affective experiences. The Journal of Positive Psychology, 2020; 1 DOI: 10.1080/17439760.2020.1832243
Fuente: Science Daily