En la última reunión anual de la Sociedad para el Estudio de la Conducta Ingestiva (SSIB) se presentaron los hallazgos de una investigación animal sobre todos los aspectos de la conducta relacionados con el comer y el beber, que describen que mantener una dieta en la que se incluya comida chatarra durante el embarazo podría cambiar el desarrollo de los patrones opioides en el cerebro del bebé y podría alterar permanentemente la manera en la que opera este sistema luego de su nacimiento.
Los opioides son químicos que se liberan cuando comemos alimentos que son altos en grasa y azúcar y que son los responsables de liberar la dopamina, conocida también como el químico de “sentirse bien”.
Los investigadores encontraron que el gen que codifica uno de los endógenos clave, encefalina, se expresó en un nivel superior en los bebés de las madres que consumieron una dieta de comida chatarra que en los hijos de las madres que comieron para ratas estándar.
Esta investigación proporciona la primera evidencia de que la alimentación con comida chatarra hace que el receptor opioide sea menos eficaz en la reducción de la ingesta de grasa y azúcar en la cría de madres alimentadas con comida chatarra. Esto provoca que la señalización neuronal sea menos sensible a la comida chatarra expuesta.
Al ser menos sensible a los opioides, los individuos cuyas madres comen cantidades excesivas de comida chatarra durante el embarazo y lactancia, tendrán que comer comida chatarra para obtener la misma respuesta de “sentirse bien”, lo que a su vez podría significar que son más propensos a consumir alimentos ricos en grasa y azúcar.
Si bien estos resultados fueron hallados en un modelo animal experimental, los investigadores creen que, eventualmente, nos permitirán informar mejor a las mujeres embarazadas de los efectos permanentes de su dieta sobre las preferencias alimentarias de toda la vida de sus hijos, y el riesgo de los efectos metabólicos negativos.
Fuente: SSIB
Imagen: -bartimaeus- (Flickr)