En la mayoría de los casos, el autismo no puede ser diagnosticado hasta que los niños tengan por lo menos 2 años. Lo que es más preocupante, la edad de diagnóstico no ha bajado en más de una década, siendo la edad promedio en que los niños con TEA son diagnosticados, de 4 años. A veces los signos de la condición pueden aparecer antes de los 2 años, bebés que han progresado normalmente comenzarán a mostrar cambios sutiles en la conducta: dificultad para concentrase, hablar con otros o apuntar objetos. El problema es que no es fácil asegurar que estos patrones son razón suficiente para preocuparse. Y, debido a que los profesionales no pueden confirmar un diagnóstico antes de los 24 meses, los padres pueden vivir con ansiedad y preocupación por la falta de respuesta.
Sin embargo, nuevas investigaciones lideradas por un grupo de científicos de la Universidad de North Carolina-Chapel Hill, sugieren que podría haber un biomarcador que permitiera a los profesionales dar una respuesta clara sobre la condición (o falta de la misma) y, lo más importante, comenzar un tratamiento temprano si es necesario. Los investigadores encontraron específicamente, que un crecimiento cerebral infantil más rápido que el típico (un patrón fácilmente detectable a través de imágenes cerebrales) puede predecir si un niño desarrollará o no un TEA.
Los científicos de UNC tomaron escáneres cerebrales de 106 infantes de los que se consideraba que tenían un alto riesgo de desarrollar autismo porque habían tenido hermanos con TEA. Por otro lado, también participaron 42 bebés sin un familiar cercano con dicho trastorno. Los investigadores tomaron imágenes de todos los cerebros a los 6, 12 y 24 meses de edad.
Quince de los bebés fueron diagnosticados con TEA antes de cumplir los dos años. Adicionalmente, los científicos miraron los escáneres cerebrales anteriores y notaron que los cerebros de los bebés con TEA se desarrollaban de forma diferente en dos estadios, comparados con los cerebros de los otros infantes. Entre los 6 y 12 meses, la capa exterior del frente del cerebro era ligeramente más grande. Pasados los siguientes 12 meses, los cerebros continuaron creciendo ligeramente más que los de sus pares. Parece que, por razones que todavía no conocemos, este crecimiento temprano de la parte frontal del cerebro es el principio de un patrón que lleva a un cerebro más grande en general. Un cerebro grande ha sido asociado con los TEA.
Los investigadores siguen sin estar seguros de qué es lo que causa este desarrollo neurológico tan particular, pero la rapidez en la detección del TEA podría permitir un diagnóstico e intervención más tempranos. Sin embargo, el método diagnóstico dista de estar listo para ser aplicado en clínicas, obviamente necesita ser confirmado en estudios más grandes.
Fuente: Quartz