Sergio Parra reporta la tendencia cada vez más creciente de la censura de las investigaciones genéticas porque los resultados no son acordes con las ideologías imperantes.
Lo que no deberíamos exigir es el despedido de un profesor por sus ideas o planteamientos, como le sucedió a Edward O. Wilson. Tampoco deberíamos dar carta de naturaleza al acoso que también sufrieron en 2017 Sergei Tabachnikov y Theodore Hill tras publicar un estudio en Mathematical Intelligencer donde se proponía un modelo matemático para explicar que hubiera más variabilidad de inteligencia entre los hombres y las mujeres (es decir, que hay más genios entre el género masculino, pero también más idiotas).
El estudio fue aceptado tras una revisión por pares, pero finalmente se retiró su publicación por la presión de la asociación Women in Mathematics de la Universidad Estatal de Pensilvania, entre otros. Un artículo científico solo se retira si se demuestra que hay fraude académico, no porque las ideas que desliza no encajan con nuestra ideología.
El artículo de Parra se enfoca en los estudios genéticos, pero la tendencia cada vez es más amplia. Pablo Malo, en su libro Los peligros de la moralidad, también aborda con más detenimiento esta preocupante tendencia. Si te interesa este tema, te recomiendo mucho su lectura.