El trauma es un “evento, serie de eventos o circunstancias experimentadas por un individuo física o emocionalmente dañinas o que amenazan la vida con efectos adversos duraderos sobre el funcionamiento del individuo y el bienestar mental, físico, social, emocional o espiritual” («Trauma / SAMHSA-HRSA», s. f.).
Debemos considerar que una persona tal vez no quiera revivir aquella angustia inmensa. Además, ese trauma a menudo tiene efectos adversos duraderos en el bienestar del sobreviviente. Y estos efectos a menudo no son algo que mejora solamente con el tiempo. Una persona no siempre “lo supera.” La recuperación del trauma es un proceso en el que un sobreviviente debe estar dispuesto a dar permiso a su cerebro para procesar lo que experimentó, y al hacer esto, puede descubrir que encuentra emociones intensas, cogniciones y respuestas fisiológicas. Este es un proceso desafiante, aunque poderoso.
El trauma es inherentemente angustiante para el cerebro. De hecho, cuando alguien experimenta un evento traumático (o eventos), ocurren cambios en el cerebro que a menudo también son duraderos. Una de las respuestas al trauma que ocurre en el cerebro es la activación de la amígdala. La amígdala es la parte del cerebro que participa en nuestra respuesta de huir o luchar. Nos alerta sobre el peligro. Además, esta parte del cerebro está involucrada en vincular el significado emocional con nuestros recuerdos.
No es de extrañar, entonces, que un cambio en el cerebro que se produce en respuesta al trauma aumenta la activación de la amígdala (Hughes & Shin, 2011).
Un sobreviviente de trauma puede experimentar una mayor respuesta de miedo a los estímulos regulares, pero se ha encontrado un vínculo consistente entre la hiperactividad de la amígdala cuando un sobreviviente encuentra estímulos relacionados con el trauma que enfrentó (Ressler, 2010). Para muchos sobrevivientes, compartir su historia de trauma puede sentirse como si estuvieran viviendo el trauma nuevamente. Es comprensible, entonces, por qué muchos sobrevivientes están tan preocupados por hablar sobre su experiencia traumática.
Aunque las consecuencias del trauma son duraderas, lo poderoso es que nunca es demasiado tarde para comenzar la recuperación. Es cierto que cuanto más tiempo no se aborde el trauma (especialmente para los niños), más difícil será la recuperación, pero nunca es demasiado tarde para que alguien comience.
Referencias bibliográficas:
Hughes, K. C., & Shin, L. M. (2011). Functional neuroimaging studies of post-traumatic stress disorder. Expert Review of Neurotherapeutics, 11(2), 275-285. https://doi.org/10.1586/ern.10.198
Ressler, K. J. (2010). . Biological psychiatry, 67(12), 1117-1119. https://doi.org/10.1016/j.biopsych.2010.04.027
Trauma / SAMHSA-HRSA. (s. f.). Recuperado 26 de octubre de 2019, de https://www.integration.samhsa.gov/clinical-practice/trauma
Fuente: Psychology Today