Las experiencias de adversidad durante la infancia pueden ser fuertes predictores de la salud física y mental más adelante en la vida. Su vivencia ha sido relacionada con el funcionamiento neurológico en la edad adulta, y con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Las relaciones más o menos conflictivas con las madres y los padres parece ser relevante en cuanto al impacto que tendrán estas experiencias a lo largo de la vida.
Un nuevo estudio encontró que las niñas y los niños que sufren traumas por abuso o violencia a una edad temprana muestran signos biológicos de envejecimiento más rápido que aquellos que nunca han experimentado adversidad (Colich et al., 2020). El estudio examinó tres signos diferentes de envejecimiento biológico: pubertad temprana, envejecimiento celular y cambios en la estructura del cerebro, y descubrió que la exposición al trauma estaba asociada con los tres.
¿Por qué es importante? Esto podría ayudar a explicar por qué los niños que sufren traumas a menudo se enfrentan a problemas de salud en el futuro.
Metodología: con el fin de realizar un estudio enfocado, el equipo de investigación analizó por separado dos categorías de adversidad: adversidad relacionada con amenazas, como abuso y violencia, y adversidad relacionada con privaciones, como negligencia física o emocional o pobreza. La investigación consistió en un metanálisis de casi 80 estudios, con más de 116000 participantes en total.
Hallazgos: el equipo descubrió que los niños que sufrieron traumas relacionados con amenazas, como violencia o abuso, tenían más probabilidades de entrar en la pubertad temprano y también mostraban signos de envejecimiento acelerado a nivel celular, incluidos telómeros acortados (las tapas protectoras en los extremos de nuestras hebras de ADN que desgastarse a medida que envejecemos). Sin embargo, los niños que experimentaron pobreza o abandono no mostraron ninguno de esos signos de envejecimiento prematuro.
En un segundo análisis, los investigadores revisaron sistemáticamente 25 estudios con más de 3253 participantes que examinaron cómo la adversidad de la vida temprana afecta el desarrollo del cerebro.
Encontraron que tal adversidad se asociaba con una reducción del grosor cortical (este es un signo de envejecimiento: la corteza adelgaza a medida que las personas envejecen). Sin embargo, diferentes tipos de adversidad se asociaron con el adelgazamiento cortical en diferentes partes del cerebro. El trauma y la violencia se asociaron con el adelgazamiento en la corteza prefrontal ventromedial, que está involucrada en el procesamiento social y emocional, mientras que la privación se asoció con mayor frecuencia con el adelgazamiento en las redes frontoparietales, con el “modo predeterminado” y las redes visuales, que están involucradas en el procesamiento sensorial y cognitivo.
Los investigadores reflexionan sobre estos hallazgos y consideran que podrían haberse originado en adaptaciones evolutivas útiles ya que, por ejemplo, en un entorno violento y lleno de amenazas, un desarrollo más rápido de las regiones del cerebro que desempeñan un papel en el procesamiento de las emociones podría ayudar a los niños a identificar y responder a las amenazas.
Sin embargo, estas adaptaciones pueden tener graves consecuencias para la salud física y mental en la edad adulta. Por estos motivos se resalta la necesidad de intervenciones tempranas para ayudar a evitar dichas consecuencias y la investigación para averiguar si es posible frenar el envejecimiento acelerado con dichas intervenciones.
Referencia bibliográfica:
Colich, N. L., Rosen, M. L., Williams, E. S., & McLaughlin, K. A. (2020). Biological aging in childhood and adolescence following experiences of threat and deprivation: A systematic review and meta-analysis. Psychological Bulletin. https://doi.org/10.1037/bul0000270