Hablar de trastornos mentales es hablar de estigma, mitos y, en muchos casos, de abuso. En Hispanoamérica todavía queda mucho por hacer y mejorar en cuanto a los tratamientos que se ofrecen y, más importante aún, en cuanto a la manera en que la sociedad concibe a las personas con alguna condición mental. Pero creo que, en general, vamos por el camino adecuado. Una muestra de ello es que se han creado más leyes que reconocen los derechos de todas aquellas personas diagnosticadas con una condición mental y la institucionalización psiquiátrica ha sido prácticamente erradicada.
Pero en otras partes del mundo las cosas están mucho peor y en este preciso momento se están llevando a cabo prácticas que se creían superadas y que pisotean los derechos de las personas con trastornos mentales. Así lo demuestra el último informe de la organización The Human Rights Watch, el cual denuncia que cerca de 19.000 personas con trastornos mentales son encadenadas y encerradas en Indonesia.
“Yo estaba atado en mi casa con una cuerda de plástico. Mi corazón se rompió cuando decidieron encadenarme. Yo estaba encadenado la primera vez que vine a . He sido frecuentemente encadenado – al menos 10 veces desde llegué porque me peleé con otros. puede durar un día o semanas. Yo tengo que ir al baño al frente de todos en el desagüe de la habitación. El personal me ha golpeado tres veces porque me oriné y me enojé. Dile al gobierno, que yo me quiero ir a casa.”
Rafi, un joven de 29 años con una condición mental.
El reporte, titulado Viviendo en el infierno, alerta sobre el deplorable estado de miles de personas con trastornos mentales que son sometidas al pasung, la práctica índonesa de encerrar y encadenar a todos aquellos con trastornos mentales reales o percibidos.
La investigación explica que la cultura indonesa está fuertemente basada en las tradiciones espirituales y pseudocientíficas, que difunden la creencia de que los trastornos mentales son la manifestacione de posesiones demoníacas, la paga de algún pecado o falta de fe.Estas creencias provocan que los familiares de las personas afectadas con trastornos mentales no busquen ayuda médica, sino que se recurra a los sanadores espirituales quienes ofrecen “tratamientos” para el pasung, como atar a los pacientes, desnudarlos y dejarlos en la intemperie o encerrarlos por días y hasta años.
Uno de los peores hallazgos del reporte es el de una mujer con discapacidad mental que fue encerrada luego de que su padre consultara a un sanador espiritual porque ella estaba destruyendo las cosechas de sus vecinos. La mujer intentó cavar un túnel para escapar de la habitación donde era prisionera y sus padres la encontraron, la ataron y la dejaron ahí donde tuvo que comer, orinar y defecar durante 15 años antes de que fuera liberada.
Según el informe, en Indonesia hay cerca de 57000 personas con trastornos mentales serios, y algunos análisis estiman que la mayoría de estas personas fueron al menos una vez sometidas al pasung.
El diagnóstico hecho por los sanadores espirituales en Indonesia demuestra el devastador efecto que tienen las pseudociencias sobre la salud de las personas. Haji Hamdan Saiful Bahri, es parte de esta comunidad de sanadores espirituales que abundan en Indonesia y que ofrece tratamiento a las personas con trastornos mentales. El HRW lo entrevistó y él nos explica el proceso que realizó para diagnósticar a un chico de trece años: “yo toqué su pecho, cabeza y piernas para hacer un foto sonograma para encontrar su enfermedad,” Dijo Bahri. “Él empezó a gritar y fue así como me di cuenta que el muchacho estaba deprimido.” Así de extraño fue también el proceso para darle de alta: “Cuando el calor se empieza a enfriar, entonces ellos están listos para irse,” dijo Bahri. “Cuando los saco afuera al supermercado o a jugar fútbol y la persona siente frío, entonces eso significa que están curados.”
Este informe es escalofriante, y seguramente te estarás preguntando “¿cómo es posible que el gobierno permita esto?” En teoría el gobierno prohibió el pasung desde 1977 y planeó erradicar completamente su práctica para el año 2014, y al no cumplir el objetivo, extendieron la fecha hasta el año 2020. Pero todo eso sigue en papeles. La realidad es completamente diferente y el gobierno no ha confeccionado un plan organizado para ofrecerle mejor calidad de vida a estas personas. Una muestra de ello es que se destina menos del 1% del presupuesto anual para los tratamientos y planes de prevención en salud mental. Considerando que hay 57000 personas con trastornos mentales, no es mucho lo que se pueda lograr con tan vergonzoso presupuesto.
El gobierno índonesio tiene un mensaje muy ambiguo sobre la salud mental. Por un lado dicen que van a eliminar el pasung, pero destinan muy bajos recursos s los programas de salud mental, y por otro lado crean leyes que despojan fácilmente a cualquier personas con algun trastorno mental de sus derechos. Por ejemplo,una Ley de Salud Mental del 2014 permite que cualquier persona con un trastorno mental, por pedido de un familiar o guardián, sea institucionalizada sin su consentimiento o evaluación judicial.
Pero la cosa no acaba aquí. Indonesia tiene 250 millones de habitantes (cuarto país con la población más grande) y sólo tienen entre 600 y 800 médicos psiquiatras, lo que da una proporción de 1 psiquiatra por cada 300-400 mil habitantes. En todo su territorio sólo hay 48 hospitales psiquiátricos y la mayoría están en condiciones precarias. El reporte da el ejemplo de un hospital ubicado en Yakarta, la capital del país, el cual tiene a 90 mujeres internadas en una habitación que fue diseñada sólo para 30 personas. Así también el reporte alerta sobre los casos recurrentes de abuso sexual y físico y el uso de la terapia electroconvulsiva sin la aplicación de una anestesia previa.
Este informe me dejó muy asustado. Los pacientes psiquiátricos de Indonesia están viviendo un infierno en carne viva. Un infierno que parece impensable en el mundo “moderno” en el que vivimos. Estos reportes nos ayudan a reflexionar sobre lo que se ha logrado en los servicios de salud mental de toda hispanoamérica y el peligroso y devastador efecto de las prácticas pseudocientíficas en torno a la salud mental. No deberíamos hacer oídos sordos a este informe. Las organizaciones internacionales deben ofrecer apoyo urgente que permita mejorar la calidad de vida de aquellas personas y así también establecer monitoreos internacionales que hagan efectiva de una vez por todas la eliminación del pasung.