El trastorno del cálculo se encuentra dentro de los Trastornos específicos del aprendizaje en el DSM V. Resumidamente, sus criterios diagnósticos son los siguientes:
Dificultad en el aprendizaje que se caracteriza por problemas para dominar el sentido numérico, los datos numéricos o el cálculo y razonamiento matemático dificultoso (no logra comprender operaciones, hechos o conceptos necesarios para resolver problemas matemáticos).
Las aptitudes para matemáticas deben encontrarse notoriamente por debajo de la media, pero con funcionamiento intelectual promedio. Si bien pueden manifestarse ya en la edad escolar, tal vez no se hagan evidentes en su totalidad hasta que las demandas superen las capacidades del individuo (APA, 2013).
Dificultades en aprender habilidades clave a pesar de recibir intervenciones que se enfocan en esas dificultades (APA, 2013).
Finalmente, la dificultad no se explica mejor por falta de dominio del lenguaje, discapacidad intelectual, cuestiones auditivas o visuales u otros trastornos mentales o neurológicos (APA, 2013).
Desafortunadamente, estas dificultades son menos conocidas comparadas con los problemas de lectura y lenguaje (como la dislexia, por ejemplo).
Un estudio publicado en British Journal of Psychology fue el primero en estimar la prevalencia de este trastorno específico del aprendizaje relacionado a las matemáticas (antes llamado discalculia) en niños en edad escolar con los criterios nuevos.
La muestra estuvo compuesta por 2421 niños de primaria, con edades que oscilaban entre los 5 y 11 años y que asistían a 19 escuelas del norte de Irlanda (algunas urbanas y otras rurales).
Las escuelas administraban test estandarizados de inteligencia y se utilizaron estos datos, además de las notas de los niños en matemáticas y lectura, sus datos demográficos y notas sobre cualquier diagnóstico o problema del desarrollo que tuvieran.
Considerando esos datos, seleccionaron a los niños que posiblemente tuvieran este trastorno específico del aprendizaje e indagaron si existían otras condiciones que pudieran explicar el problemas con matemáticas (como exigen los criterios del DSM V).
Históricamente, solo se diagnosticaba el trastorno si las habilidades para matemáticas eran bajas en relación a su CI. El DSM V abandona este principio. Ahora un problema persistente y significativo en matemáticas cuenta como trastorno específico del aprendizaje con dificultad en matemáticas, incluso si la persona presenta un CI igualmente bajo u otros problemas del aprendizaje (sin embargo, se sigue descartando el trastorno si el CI es extremadamente bajo).
Morsanyi y sus colegas estimaron la prevalencia de este trastorno específico del aprendizaje en un 6%; porcentaje bastante mayor a estimaciones previas (1.1%) basadas en los criterios diagnósticos anteriores al DSM V. Sin embargo, lo que más preocupó a los autores fue que solo 1 de los niños identificados había recibido diagnóstico de discalculia, comparado a 108 niños que fueron diagnosticados con dislexia. Ellos escriben: “podemos decir que era más de cien veces probable que un niño con dislexia recibiera un diagnóstico oficial del desorden (necesario para obtener apoyo educacional especializado) que un niño con discalculia”.
En teoría, las modificaciones que aparecen en el nuevo DSM tenían como objetivo facilitar la identificación de niños con discaculia y así aumentar las probabilidades de que recibieran ayuda. Sin embargo, en la práctica no parece estar sucediendo todavía.
Morsanyi y su equipo conversaron con psicólogos educativos y encontraron otro problema para estos niños: no hay intervenciones generalmente aceptadas para esta población. Sumado a esto, los nuevos criterios diagnósticos indican que los problemas en matemáticas deben ser persistentes aún recibiendo apoyo, lo que promueve la idea de que dichas intervenciones no ayudan. En base a sus hallazgos de que la prevalencia de éste trastorno relacionado a las matemáticas se reduce con la edad, los científicos creen que dichos problemas sí pueden responder de manera positiva al apoyo extra.
Los autores opinan que es de suma importancia que los docentes y psicólogos educativos tengan más conocimiento sobre este trastorno.
Datos demográficos y comorbilidad
Con respecto a los datos demográficos y otros diagnósticos, observaron que éstos niños también tenían problemas con el inglés y presentaban un CI bajo, tendían a ser de contextos relativamente empobrecidos, usualmente tenían otras necesidades educativas especiales (NEE), y era más probable que el inglés no fuera su primer idioma. Sin importar la fuente de sus problemas en matemáticas (ambiental, cognitiva o ambas), los científicos opinan que es importante prestarles apoyo a estos niños.
También notaron que algunos chicos con discalculia también tenían diagnóstico de dificultades del lenguaje y autismo, pero solo hubieron dos casos de TDAH (interesante ya que otros estudios si habían encontrado que frecuentemente se daban ambos diagnósticos juntos).
Por último, la investigación resaltó que no habían diferencias de género en la prevalencia de éste trastorno, lo que contrasta con la dislexia donde los varones tienen el doble de probabilidades de presentarla. Sin embargo, encontraron que las niñas se desempeñan un poco más pobremente en matemáticas, comparadas con niños con puntajes similares de CI e inglés y NEE. Específicamente, lo que sucedía era que, aunque las niñas tendían a tener mayores puntajes en inglés y CI en general, sus puntajes en matemáticas no eran diferentes a los de los niños.
Bibliografía
Asociación Americana de Psiquiatría. ( 2013 ) . Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5 ª ed.) . Arlington , VA: . American Psychiatric Publishing
Jarrett, C. (2018), UK study finds children with maths difficulties (SLDM/dyscalculia) far less likely to receive an official diagnosis than their peers with dyslexia
Morsanyi, K., van Bers, B., McCormack, T. & McGourty, J. (2018), The prevalence of specific learning disorder in mathematics and comorbidity with other developmental disorders in primary school age children