Nuestra experiencia humana ineludiblemente trae consigo la posibilidad de sufrimiento. Se trata de una de las realidades más conflictivas en tanto desafía nuestra búsqueda de plenitud y felicidad. El sufrimiento es un fenómeno complejo, debido a la autoconsciencia sufrimos y sabemos que sufrimos, al poseer la capacidad de ir hacia el pasado y el futuro podemos revivir circunstancias dolorosas pasadas indefinidamente, aferrarnos a ellas de modo limitante y anticipar amenazas en un futuro.
Un aporte interesante a considerar es el de Casell, quien define al sufrimiento como aquel estado especifico de distrés que se produce cuando la integridad de la persona se ve amenazada o rota, y se mantiene hasta que la amenaza desaparece o la integridad es restaurada. Podemos verlo, desde la perspectiva de Bayés, como la consecuencia dinámica y cambiante de la interacción, en contextos específicos, entre la percepción de amenaza y la percepción de recursos, modulada por el estado de ánimo.
La consideración de amenazas está presente en ambas definiciones, es Bayes quien introduce nuestra percepción de los recursos, para hacer frente a las posibles amenazas, como factor a tener en cuenta en las posibilidades del sufrimiento. Nos encontramos en ocasiones, concentrados esfuerzos para evitar y disminuir el sufrimiento, en la sociedad moderna. La ciencia continúa ganando importantísimas batallas contra el dolor y el sufrimiento en general. Pese a estos avances en los que aún nos queda mucho por conocer, siempre nos queda la muerte como fuente de sufrimiento por su imprevisibilidad e inevitabilidad. Ante esto necesitamos promover la aceptación de la vulnerabilidad y fragilidad humana.
Si bien el sufrimiento se da en la dimensión subjetiva su naturaleza es universal, y es en el reconocimiento de esta universalidad en el que se desarrolla nuestra capacidad de empatizar y experimentar un sufrimiento ajeno, al cual todos somos vulnerables.
Muchas veces en el afán por intentar evitar a toda costa encontrarnos con el dolor, anticipamos posibilidades de sufrimiento futuro que nos paralizan, propiciando frustración y mayor sufrimiento al ver como el curso de la vida no se detiene mientras nosotros no nos animamos a andar. Nos alejamos de este modo de nuestros anhelos. Volviéndonos extraños a nosotros mismos, el mundo se torna también extraño y hostil, aumentando la angustia y el temor.
En las ocasiones en que experimentamos dolor nos encontramos con nuestro propio límite, la propia impotencia de no poder cambiar un hecho real. Si nos instalamos en el sufrimiento el límite se vuelve obstáculo, taponando el acceso a toda nueva experiencia, pasando de la impotencia del hecho a una impotencia del vivir.
Ambos modos, la evitación y la instalación, empobrecen nuestra capacidad de adaptarnos y construir estilos de afrontamiento. Tan importante es conocer las estrategias de afrontamiento con las que contamos como el hecho de que las mismas pueden variar de un momento a otro en tanto se construyen en interacción. Yace de este modo también en el sufrimiento la potencialidad de ser fuente de construcción empática. Posibilitando la interacción desde la comprensión y la compasión.
Cuando experimentamos el sufrimiento desde la aceptación conduce al crecimiento, al observar nuestro sufrimiento detectamos en el mismo hecho una vulnerabilidad de la que nadie está exento y apreciamos aquello que valoramos. Posibilitamos una toma de perspectiva, una disposición a la experiencia que no debe confundirse con una suerte de resignación inevitable frente a los sucesos dolorosos.
Se trata de una aceptación activa que posibilita la unión con otros en empatía, trascendiendo lo que no podemos cambiar. Reorientándonos desde la construcción creativa y el compromiso de acción con nuevos posibles que nos permitan desarrollar nuestra singularidad y enriquecer trayectorias de desarrollo comunitario, brindando nuestro legado al mundo.
Referencias:
Casell, E (1982)The nature of suffering and the goals in medicine.
Wilson, K. G. & Luciano, M. C. (2002). Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). Un tratamiento conductual orientado a los valores.
Bayés, R. (2009) Discurso de Investidura como Doctor “Honoris Causa en Psicología” por la UNED