“La píldora” ayudó a revolucionar el papel de las mujeres en la sociedad al darles un control sin precedentes sobre su fertilidad. Hoy, más de 100 millones de mujeres en todo el mundo toman píldoras anticonceptivas hormonales. Es altamente eficiente en la prevención de embarazos no deseados, así como útil para tratar el dolor menstrual o el acné, pero no está libre de efectos secundarios que aún se siguen investigando.
Esto es particularmente relevante si consideramos su popularidad entre las adolescentes. La pubertad es una etapa crítica de la vida que se caracteriza por un rápido crecimiento y cambios en el cuerpo y el cerebro (Crone & Dahl, 2012). En los animales, se sabe que las hormonas sexuales como el estrógeno y la progesterona afectan la forma en que se desarrolla el cerebro durante la pubertad (Schulz, Molenda-Figueira, & Sisk, 2009). Si lo mismo fuera cierto para los humanos, tomar estrógenos sintéticos y/o progesterona (ingredientes básicos que se encuentran en la mayoría de las formulaciones de “la píldora”) durante este período sensible podría afectar el desarrollo y podría producir consecuencias duraderas en la salud mental. De hecho, ya un estudio encontró que los anticonceptivos hormonales podrían influir en cómo recordamos las cosas.
Anticonceptivos hormonales y depresión
Las investigaciones han arrojado resultados mixtos sobre la relación entre el uso de anticonceptivos hormonales y la depresión. Recientemente, sin embargo, el estudio más grande hasta la fecha sobre este tema, que incluyó a más de un millón de mujeres que viven en Dinamarca, concluyó que las mujeres que usan la píldora u otros anticonceptivos hormonales tienen un mayor riesgo de depresión. El estudio también mostró que esta relación era más fuerte en mujeres adolescentes (Skovlund, Mørch, Kessing, & Lidegaard, 2016).
En esta investigación se examinó si el uso de píldoras anticonceptivas podría no solo predecir el riesgo de depresión a corto plazo sino también a largo plazo. Casi la mitad de las mujeres de la muestra habían usado por primera vez píldoras anticonceptivas cuando eran adolescentes; estas mujeres tenían un mayor riesgo de sufrir depresión clínica (16%) años después, en comparación con las mujeres que nunca habían usado píldoras anticonceptivas (6%), y también en comparación con las mujeres que habían comenzado a tomarlas cuando eran adultas (9%).
Estas diferencias grupales en el riesgo de depresión se mantuvieron estables, o aumentaron, cuando se controlaron estadísticamente una gran cantidad diferencias entre los tres grupos, incluida la edad en el primer período, la edad en el primer encuentro sexual, el estado actual de la relación, el estado socioeconómico, el origen étnico y el uso actual de píldoras anticonceptivas.
Los hallazgos sugieren que el uso de anticonceptivos orales durante la adolescencia puede tener un efecto duradero en el riesgo de depresión en mujeres, incluso años después de dejar de usarlos.
Uso previo de anticonceptivos por parte de las mujeres
Las contradicciones resultantes de estudios pasados podrían explicarse por la forma en que los investigadores agruparon a las mujeres que estudiaron, sugieren Skovlund y sus colegas. Debido a que la mayoría de los investigadores estaban interesados principalmente en los efectos a corto plazo de las píldoras anticonceptivas, agruparon a las mujeres en función de si estaban usando anticonceptivos orales en el momento de realizarse el estudio. Esos investigadores no tomaron en cuenta el uso previo de anticonceptivos orales por parte de las mujeres y pueden haber subestimado involuntariamente sus efectos en el riesgo de depresión.
Fumar, por ejemplo, tiene efectos a largo plazo respecto del riesgo de sufrir cáncer de pulmón (Tindle et al., 2018). Si los investigadores solo compararan a los fumadores actuales con los no fumadores actuales sin tener en cuenta si alguien es un ex fumador, podrían concluir que no existe una relación entre fumar y el riesgo de cáncer de pulmón. La combinación de exfumadores y personas que nunca fumaron en una sola categoría de “no fumadores actuales” puede dar lugar a conclusiones engañosas, porque esos dos grupos de personas pueden tener una salud pulmonar diferente debido a los efectos a largo plazo del tabaquismo.
Por la misma razón, los autores consideran que investigaciones futuras deberían analizar a las ex usuarias y a las personas que nunca la usaron la píldora por separado.
Acceso a la información
El acceso a la información y los servicios anticonceptivos es un derecho humano universal. Y resulta menester a la hora de decidir sobre su utilización. No todas las personas experimentan los mismo efectos secundarios al consumirlos, por ello, Skovlund, Mørch, Kessing, y Lidegaard reconocen que
cualquier declaración general que sugiera que las adolescentes deben o no seguir un curso de acción específico con respecto al uso de anticonceptivos hormonales sería prematura. Sin embargo su investigación tiene como misión que las adolescentes y sus madres y padres dialoguen con los médicos sobre los riesgos y beneficios asociados con las diferentes opciones disponibles para ellas, especialmente si tienen antecedentes familiares de depresión u otra razón para pensar que pueden ser particularmente vulnerables a ciertos efectos secundarios de estos medicamentos.
Limitaciones del estudio
Debido a que fue correlacional, no se puede concluir que el uso de la píldora realmente aumente la depresión. Aunque los autores controlaron estadísticamente todas las variables disponibles en el conjunto de datos que consideraron que podrían proporcionar una explicación alternativa plausible para la relación bajo análisis, no se puede descartar por completo la posibilidad de que otra variable que no considerada pueda explicar la relación entre el uso de pastillas y el riesgo de depresión.
Con el fin de continuar la investigación, los mismos autores lanzaron recientemente un estudio prospectivo en la Universidad de Columbia Británica para analizar esta cuestión en un contexto más amplio («UBC Teen Health & Emotions Study», s. f.). Su plan es realizar un seguimiento de niveles hormonales, uso de anticonceptivos hormonales, funcionamiento social y emocional y reactividad al estrés durante los próximos tres a cinco años, en adolescentes.
“Esperamos que nuestra investigación promueva un diálogo y una toma de decisiones más informados sobre la prescripción de diferentes métodos anticonceptivos para mujeres adolescentes,” dijeron los autores.
Referencias:
Crone, E. A., & Dahl, R. E. (2012). Understanding adolescence as a period of social-affective engagement and goal flexibility. Nature Reviews. Neuroscience, 13(9), 636-650. https://doi.org/10.1038/nrn3313
Schulz, K. M., Molenda-Figueira, H. A., & Sisk, C. L. (2009). Back to the future: The organizational-activational hypothesis adapted to puberty and adolescence. Hormones and Behavior, 55(5), 597-604. https://doi.org/10.1016/j.yhbeh.2009.03.010
Skovlund, C. W., Mørch, L. S., Kessing, L. V., & Lidegaard, Ø. (2016). Association of Hormonal Contraception With Depression. JAMA Psychiatry , 73(11), 1154-1162. https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2016.2387
Tindle, H. A., Stevenson Duncan, M., Greevy, R. A., Vasan, R. S., Kundu, S., Massion, P. P., & Freiberg, M. S. (2018). Lifetime Smoking History and Risk of Lung Cancer: Results From the Framingham Heart Study. Journal of the National Cancer Institute, 110(11), 1201-1207. https://doi.org/10.1093/jnci/djy041
UBC Teen Health & Emotions Study. (s. f.). Recuperado 2 de septiembre de 2019, de https://blogs.ubc.ca/teenstudy/
Fuente: PsyPost