Un artículo escrito por los psicólogos William Van Gordon, Edo Shonin y Mark Griffiths ha resultado en una invitación a la comunidad psicoterapéutica a ejercer una reflexión interesante: ¿por qué nos hemos ocupado de una clasificación técnica formal de los tipos de psicólogo pero no de una clasificación con base en su eficiencia?
La mayoría de los textos académicos que preparan a los estudiantes de psicología en la facultad están orientados a una formación teórico-práctica fundamentada en una rama o disciplina psicológica. No es gran problema que los alumnos integren las bases de una u otra corriente psicoterapéutica, pero un asunto elemental parece ser completamente obviado por la tradición: la necesidad de una clasificación que considere también las cualidades y competencias de los psicólogos.
¿por qué nos hemos ocupado de una clasificación técnica formal de los tipos de psicólogo pero no de una clasificación con base en su eficiencia?
“Nuestra intención no es suplantar la categorización tradicional, sino sugerir un método que haga énfasis en las habilidades clave y los valores que son comunes en el perfil laboral de todos los psicólogos, independientemente de si trabajan en el área clínica u ocupacional, o si se adhieren a una corriente psicológica específica”, explica el texto.
Según los autores, la categoría propuesta a continuación se basa en las expectativas que se tienen de cualquier psicólogo, donde se incluye principalmente un entendimiento de la mente y la conducta humana que exceda el de una persona promedio.
Los cuatro tipos de psicólogo según Van Gordon, Shonin y Griffiths
El psicólogo inefectivo
Este tipo de psicólogo, según los autores, “genera más daño que mejoría”. No necesariamente porque su intención no sea fomentar un cambio positivo en sus pacientes, sino porque carece de las habilidades necesarias o porque su actitud es equivocada.
En el primer caso, puede que el psicólogo realmente quiera ayudar a su paciente a mejorar su calidad de vida, pero no está lo suficientemente preparado para aplicar herramientas efectivas.
En el segundo caso, es probable que el psicólogo sí tenga la preparación necesaria para ayudar a su paciente, pero no tiene la intención o la motivación para hacerlo, de modo que el problema es su acitud. Los autores del texto atribuyen esta característica a un propósito personal por parte del psicólogo que se aparte del bienestar de sus pacientes para darle prioridad a la reputación o a su ganancia económica.
El psicólogo satisfactorio
Este tipo de psicólogo, contrario al primero, genera más mejoría que daño, sin embargo, no desempeña su rol de manera “natural”.
El psicólogo satisfactorio procura desconectarse en todo momento de su paciente, limitar de cierta forma su interacción para centrarse en un tratamiento basado en la evidencia y en la corriente psicológica que domina. Esta puede ser una técnica útil para ubicar una barrera protectora entre el terapeuta y el paciente, pero también puede representar un obstáculo que entorpezca la comunicación y retrase o merme los beneficios de la psicoterapia.
De acuerdo con los autores, la premisa de este tipo de psicólogo es “evitar el contacto humano a humano”, y esto hace que el paciente acabe sintiéndose como un mero objeto de estudio o como el consumidor de un servicio cualquiera.
El psicólogo talentoso
El tercer tipo de psicólogo en la clasificación se desempeña de forma mucho más natural en comparación con el psicólogo satisfactorio. Posee un conocimiento profundo de todas las teóricas y prácticas psicológicas, pero parece comprender y seguir el consejo de Carl Jung: ser solo un alma humana tocando otra alma humana.
La peculiaridad del psicólogo talentoso le impulsa a desarrollar sus propios modelos o técnicas y saber muy bien cómo utilizarlas en sus interacciones con los demás. No obstante, no todas las interacciones que establece el psicólogo talentoso corresponden enteramente a la aplicación de un modelo o técnica, de hecho, la premisa de este tipo de psicólogo es comunicarse con sus pacientes en un nivel “humano a humano” (justo lo que evita el psicólogo satisfactorio), y “permiten que su intuición y su instinto los guíe en la evolución de sus diálogos y relaciones”.
El psicólogo talentoso suele crear de inmediato un nexo de entendimiento óptimo con sus pacientes, facilitando que ellos se sientan respaldados y cómodos.
El psicólogo que ha ido más allá
Por último, el cuarto tipo de psicólogo es definido como un individuo que ha trascendido todos los criterios convencionales de evaluación de competencias de un psicólogo.
El psicólogo que ha ido más allá se caracteriza por poseer un conocimiento sólido de su propia mente y comportamiento, de forma que su ejercicio terapéutico no se ve limitado ni siquiera por estos factores. Comprenden que es importante estar en sintonía con otras formas y fenómenos del universo fuera del área de trabajo, y como resultado, han desarrollado una visión expansiva que les permite aplicar herramientas y técnicas fuera del alcance de un psicólogo común.
“Ellos entienden que son escultores y utilizan el mundo y a sus habitantes como material para esculpir”, explican los autores. “Son seres realmente extraordinarios. Todo aquel que lo conoce se convierte en su cliente, pero la mayoría de las veces ni siquiera sabe que está siendo ayudado por él”.
No importa con quién se cruce el psicólogo que ha ido más allá, siempre provee a los individuos exactamente aquello que necesitan para evolucionar como seres humanos.
Fuente: Psych Central