“Hola, quiero un turno por la tarde” “Me dijeron algo del conduccionismo” “Busqué en google y saltó tu nombre, quiero empezar psicología” “Mi hermano fue una vez y le hizo bien, quiero lo mismo para mí”. Son las pistas con las que solemos empezar la búsqueda de un psicoterapeuta, a veces llevan de A a B y otras, un largo recorrido por el abecedario.
Nadie nace sabiendo y tampoco tenemos por qué saber ciertas cosas. Por eso, en este artículo se hará una reseña de sugerencias para iniciar la búsqueda con el pie derecho que posiblemente nos lleve a buen puerto.
Actualmente, hay una variedad de tratamientos que tienen como objetivo ayudar a una persona a identificar y cambiar emociones, pensamientos y comportamientos problemáticos. Algunos centrados en la conversación y otros que usan este método como forma de generar aprendizajes guiados. Esta labor clínica sucede entre un profesional matriculado y su consultante individual, pareja o grupo.
Algunas razones que pueden motivar la búsqueda de un psicóloga/o suelen relacionarse con:
- La necesidad de manejar estrés severo o a largo plazo de una situación laboral o familiar, la pérdida de un ser querido o problemas familiares o en algún vínculo;
- Tener síntomas a los que no se les encuentra una causa médica (por ejemplo: cambios en el sueño o el apetito, bajo nivel de energía, falta de interés o placer en actividades que antes disfrutaba, irritabilidad continua, preocupación excesiva o una sensación de desánimo o desesperanza que no desaparece);
- Recibir algún diagnóstico de salud o sospecha que esté interfiriendo en algún área de la vida o que podría hacerlo;
- Acompañar a algún familiar que está atravesando alguna situación relacionada a su salud o algún evento muy delicado.
Suele sugerirse en primer lugar descartar causa médica. Bien, ¿qué significa esto? Se refiere a que es importante saber que el malestar que se supone es psicológico no tiene su causa o se explica mejor por alguna enfermedad o problemática orgánica.
La psicoterapia puede ser el único tratamiento, usarse como alternativa a otro apoyo terapéutico, llevarse adelante junto con medicación y/o con tratamientos de otras disciplinas, este plan de tratamiento se diseña según las necesidades de la persona y su situación de salud. En las terapias basadas en evidencia, el criterio en la elección del protocolo a usar se centra en el modelo que posea mayor respaldo científico al momento de la consulta.
Estos tratamientos psicológicos que tienen la integración de la mejor investigación disponible con la experiencia clínica en el contexto de las características, la cultura y las preferencias del paciente, procuran la práctica psicológica efectiva, mejorar la salud pública mediante la aplicación de principios empíricamente apoyados por evaluación, formulación de casos, la relación terapéutica e intervención.
Es deseable que el tipo de tratamiento elegido sea el recomendado para el cuadro o problemática específica. Por ejemplo, se usa terapia de exposición progresiva y sistemática (una variante de TCC) en un trastorno de ansiedad siendo que no es aconsejable como forma de abordaje en un trastorno bipolar. Los terapeutas pueden usar un enfoque principal o incorporar otros elementos según su capacitación, el trastorno que se está tratando y las necesidades de la persona que recibe el tratamiento. Es esencial que esto sea informado y que el consultante tenga tal conocimiento del tratamiento que está recibiendo que pueda explicarlo a otros si así lo desea.
Entonces, ¿qué es imprescindible para el “match”’
- Es recomendable que la formación, especialidad y experiencia del profesional sea en el área que se consulta. No todos sabemos y hacemos todo (afortunadamente).El enfoque que utiliza un terapeuta depende del cuadro o problemática que se esté tratando y de la capacitación y experiencia de ese terapeuta. Los terapeutas pueden combinar y adaptar elementos de diferentes enfoques.
- Hablando se entiende la gente. Una vez que haya identificado uno o más posibles terapeutas, una conversación preliminar puede ayudar a comprender cómo sería el tratamiento y decidir si se siente cómodo con el terapeuta. La relación y la confianza son esenciales. Las discusiones en la terapia son profundamente personales y es importante que sentirse cómodo con el terapeuta. Estas conversaciones preliminares pueden ocurrir en persona, por teléfono o virtualmente.
- Cultura de lo nacional. Se puede consultar por un trastorno grave, una problemática específica o también para desarrollo personal. En la cultura argentina, asistir a terapia podría decirse que es algo común (Fernández-Álvarez, H., 2008), ya sea por formas de pensar contraproducentes, miedos irracionales, problemas para relacionarse con otras personas o dificultad para afrontar situaciones en el hogar, la escuela u otros. En un estudio comparativo (Jock et al, 2013), se arrojó que a diferencia de los participantes estadounidenses que eran referidos al tratamiento por profesionales, acudían por recomendación de amistades o familia. Ya que somos autodidactas en la búsqueda es fundamental que sepamos qué buscar en un agente de salud mental.
- Menos es más. En ocasiones sabemos detalles del terapeuta, sus intereses, actividades, hobbies, algún curso al que asistió recientemente o cómo luce su mascota. Más allá y más acá de esos detalles que humanizan, pueden a su vez, aportar a la alianza terapéutica (Bordin, 1994), esa función en la cual terapeuta y paciente colaboran mutuamente, tanto en tareas como en las metas y el vínculo.
La cuestión es cuando sólo esa es la información que tenemos de nuestro tratamiento. Hay información básica que merece nuestra atención. Estos seis ítems concentran la información indispensable que no podemos no saber a la hora de elegir el profesional que se ocupará de nuestra salud mental:
- ¿Cuáles son sus títulos? ¿Y su experiencia? ¿Tienen alguna especialidad?
- ¿Qué enfoque tomará el terapeuta? ¿Practica algún tipo de terapia en particular? ¿Por qué ese tratamiento y no otro? ¿Tiene algún respaldo científico de que funciona o es el que se sugiere usar primero?
- ¿Tiene el terapeuta experiencia en el diagnóstico y tratamiento de gente de esa edad (por ejemplo, infanto juvenil, tercera edad, neurodesarrollo, consumo problemático de sustancias, etc…)? ¿Tiene el terapeuta experiencia en la condición específica para la cual se busca tratamiento? Si el paciente es un niño, ¿cómo participarán los padres o cuidadores en el tratamiento?
- ¿Cuáles son los objetivos de la terapia? ¿Recomienda el terapeuta un marco de tiempo específico o un número de sesiones? ¿Cómo se evaluará el progreso – cómo lo sabré – ? ¿Qué sucede si usted (o el terapeuta) nota que no está comenzando a mejorar?
- ¿Son los medicamentos u otra terapia una mejor opción?
- ¿Las reuniones son confidenciales? ¿Cómo se asegura la confidencialidad? ¿Existen límites para la confidencialidad?
¡Ya estamos listos para salir a encontrar terapeuta! Y si ya lo tenés, posiblemente sea oportunidad de ponerte a prueba: ¿Pudiste responderte las preguntas sugeridas?
Referencias:
- Bordin, E. (1994). Theory and research on the therapeutic working alliance: New directions. In A. Horvath & L. Greenberg (Eds.), The working alliance: Theory, research and practice (pp. 13-37). New York: Wiley.
- Fernández-Álvarez, H. (2008). Integration in psychotherapy: An approach from Argentina. Journal of Psychotherapy Integration, 18(1), 79–86. https://doi.org/10.1037/1053-0479.18.1.79
- Jock, W., Bolger, K. W., Gómez Penedo, J. M., Waizmann, V., Olivera, J., & Roussos, A. J. (2013). Differential client perspectives on therapy in Argentina and the United States: A cross-cultural study. Psychotherapy, 50(4), 517–524. https://doi.org/10.1037/a0033361
- National Institute of Mental Health. (2022). Psychotherapies. U.S. Department of Health and Human Services, National Institutes of Health. Retrieved February 17, 2023, from https://www.nimh.nih.gov/health/topics/psychotherapies#part_2491