Muchos son los tratamientos y enfoques con que se aborda la salud mental. A modo de ejemplo, podemos nombrar la terapia cognitiva conductual (TCC), la terapia de aceptación y compromiso (ACT), la terapia de exposición, la terapia familiar, entre tantas otras.
La Asociación Americana de Psicología (APA) ha clasificado más de 80 tipos de tratamientos según el respaldo con el que cuentan en investigaciones, dándoles calificaciones como “fuerte,” “modesto” o “controvertido.” Esta institución los denomina “Tratamientos con Apoyo Empírico” (TAE), y hace un tiempo son objeto de análisis por parte de distintos profesionales y grupos de profesionales.
Así, científicos descubrieron que una variedad de hallazgos psicológicos aparentemente bien respaldados en realidad pueden ser el producto de prácticas de investigación cuestionables y otras deficiencias metodológicas.
Como señalamos en este artículo, la reproducibilidad es una de las características claves de la ciencia porque permite que otros investigadores puedan confirmar los resultados y que la credibilidad no dependa de la autoridad o prestigio de los investigadores, sino de la evidencia que la soporta. Pero es importante aclarar que incluso investigaciones de mayor rigurosidad pueden ser irreproducibles debido a los errores aleatorios o sistemáticos (Open Science Collaboration, 2015), (Tackett, Brandes, King, & Markon, 2018).
Recientemente, un equipo de psicólogos clínicos analizó la investigación relacionada con tratamientos con apoyo empírico, y destacaron la necesidad de pruebas más rigurosas de los tratamientos. (Sakaluk, Williams, Kilshaw, & Rhyner, 2019).
Los revisores aplicaron una variedad de medidas para evaluar la solidez de los estudios señalados por la APA como respaldo de estos tratamientos. Incluyeron pruebas intuitivas de calidad, como la frecuencia con la que los estudios de un tratamiento en particular informaron estadísticas erróneas. Una métrica utilizada, llamada Índice de Replicabilidad, muestra cuán estadísticamente bien desarrollado fue un estudio para encontrar los efectos informados. Resultados estadísticamente improbables podrían indicar “piratería de información” (uso indebido del análisis de datos para encontrar patrones que pueden presentarse como estadísticamente significativos cuando en realidad no hay un efecto subyacente real) o informes selectivos que enmascaran un cuerpo de evidencia menos halagador.
John Kitchener Sakaluk de la Universidad de Victoria coautor de la revisión y sus colegas, señalaron los estudios de TAE tendían a carecer de poder estadístico (que está influenciado por el número de participantes en un estudio, entre otros factores), y la proporción de resultados positivos a menudo era inverosímil. Sostienen además que menos de la mitad de las evidencias de los tratamientos eran “consistentemente creíbles” en todas las métricas. Para algunos tratamientos, la investigación mostró debilidades en todos los ámbitos. Para otros, los resultados fueron mixtos, con signos positivos y negativos. “En esos casos, es más difícil juzgar su estado actual”, dice Sakaluk.
Esto no significa necesariamente que los tratamientos para los cuales la evidencia era ambigua son ineficaces. La evidencia de la terapia dialéctico conductual (DBT) en el tratamiento del trastorno límite de la personalidad, que la APA ha llamado “fuerte” recibió bajas calificaciones de Sakaluk y sus colegas en casi todas las métricas.
“Pero nuestra revisión no dice que la DBT para el trastorno límite de la personalidad no funciona”, subraya Sakaluk. “Lo que estamos diciendo es que si esto es lo que significa ser un TAE fuerte, y así es como se etiqueta DBT para borderline, esos artículos no aparecen, en términos de estas métricas, en la forma en que creo que la mayoría de la gente esperaría.” El alcance de la revisión se limitó a las referencias enumeradas por la APA, otra investigación sobre DBT puede ser más rigurosa.
Algunos tratamientos tuvieron mejores resultados bajo el escrutinio. Los estudios que respaldan la terapia cognitiva conductual para el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno obsesivo compulsivo, por ejemplo, se consideraron sólidos en la mayoría de las métricas aplicadas.
La amplia gama de calidad de investigación enfatiza la necesidad de que los pacientes hablen con sus terapeutas sobre la efectividad de la terapia, resaltó Alexander J. Williams, coautor del estudio y psicólogo clínico en la Universidad de Kansas. Aconseja que el paciente consulte con su terapeuta cómo pueden evaluar cómo va la terapia. Y sostiene que el terapeuta debería alentar al paciente a hablar con él acerca de cómo le está yendo, y este debería ser un proceso continuo, parte frecuente de la terapia.
La revisión “resuelve solo algunos de los problemas”, con la forma en que se estudian los tratamientos, afirma Christopher Hopwood, psicólogo clínico de la Universidad de California en Davis, quien no estuvo personalmente involucrado. “Muchos de los problemas están más relacionados con el diseño y la medición .” Él es escéptico de lo que describe como “la premisa general de los ensayos controlados aleatorios que enfrentan tratamientos aparentemente diferentes” contra lo que considera categorías de diagnóstico cuestionables.
Según Gregg Henriques, psicólogo de la Universidad James Madison, evaluar la efectividad del tratamiento puede dar una imagen demasiado simplificada de cómo funciona la terapia. Si bien los ensayos controlados aleatorios, considerados el estándar de oro en el campo, tienen el propósito de presentar un caso hermético para un tratamiento dado, pueden no tener en cuenta ciertas variables que son importantes para el resultado terapéutico, como la personalidad individual del paciente y el compromiso con el tratamiento. Además, los grupos de control tratados de manera diferente que sirven como comparación para los pacientes que reciben el tratamiento principal a veces establecen una barrera demasiado baja para evaluar la efectividad del tratamiento. Sin embargo, existen algunos principios claros de tratamientos efectivo, como la exposición y la prevención de respuesta que es un enfoque que atraviesa diferentes tipos de tratamientos y se usa para las fobias y otras afecciones. Tales principios, según Henriques, podría proporcionar un grupo de comparación más fuerte contra el cual evaluar los tratamientos que necesitan apoyo empírico.
Referencias:
Open Science Collaboration. (2015). PSYCHOLOGY. Estimating the reproducibility of psychological science. Science, 349(6251), aac4716. https://doi.org/10.1126/science.aac4716
Sakaluk, J. K., Williams, A. J., Kilshaw, R. E., & Rhyner, K. T. (2019). Evaluating the evidential value of empirically supported psychological treatments (ESTs): A meta-scientific review. Journal of Abnormal Psychology, 128(6), 500-509. https://doi.org/10.1037/abn0000421
Tackett, J. L., Brandes, C. M., King, K. M., & Markon, K. E. (2018). Psychology’s Replication Crisis and Clinical Psychological Science. https://doi.org/10.31234/osf.io/kc8xt
Fuente: Psychology Today