José Ramón Alonso escribe para Autismo Diario:
El funcionamiento de todas las pseudoterapias basadas en la audición es muy similar: se colocan al niño unos auriculares y se le ponen grabaciones sonoras a lo largo de sesiones múltiples durante diferentes días. La grabación puede ser música clásica, voces familiares o sonidos distorsionados. Para evitar que un posible cliente lo pueda hacer por su cuenta en su casa, la música se altera digitalmente, normalmente modificando las frecuencias más extremas, variando frecuencias altas y bajas de una forma aleatoria o modificando el volumen en uno o los dos oídos. Para dar sensación de que se hace algo —el teatrillo siempre es importante—, se realizan pruebas sencillas al niño como audiometrías o se hacen modificaciones en la música supuestamente adaptadas a las necesidades del paciente. No hay ninguna prueba, por ejemplo, de que el gregoriano distorsionado consiga mejores resultados que el gregoriano original, pero la alteración engorda la factura. Veamos algo de estas pseudoterapias de integración auditiva.
No hay evidencia de que los pacientes mejoren con la audio terapia:
Esta conclusión es muy sólida por el proceso usado para llegar a ella. Durante más de quince años, investigadores de todo el mundo y de diferentes disciplinas han evaluado todo lo publicado y han utilizado las mejores herramientas científicas disponibles: calidad del diseño experimental, definición de variables y términos, fiabilidad, validez y reproducibilidad de los resultados. Todos los investigadores independientes han llegado a la misma conclusión una y otra vez: no hay evidencias de que los pacientes mejoren significativamente con estas pseudoterapias, frente a niños similares a los que no se les han administrado. Tristemente los únicos que las defienden son los que tienen intereses económicos en ellas, ganan dinero vendiendo aparatos, impartiendo cursos de formación o aplicándolas a niños.