La terapia de parejas (TP) se ha conceptualizado como un formato de intervención que involucra a ambos miembros de una díada, en el que el foco de la intervención son los patrones de interacción problemáticos de la pareja (Weeks, Odell & Methven, 2013). En este artículo se presentan los errores más comunes y específicos en el diálogo terapéutico en la TP. (A la vez que transformo mi indignación hacia las equivocaciones de quienes se toman la TP a ligera, en algo más productivo)
Fragmentación
Este primer error se comete cuando conservamos una perspectiva radicalmente “individualista” de los problemas psicológicos y evitamos contextualizarlos en la interacción de la pareja. Por lo cual se termina trabajando con los problemas de cada uno (como lo haríamos en psicoterapia individual) pero de forma simultánea; y eso, no es terapia de pareja. Desde la definición de la TP (presentadas líneas arriba) el foco de atención en la intervención terapéutica recae principalmente sobre la relación entre las dos personas que se presentan al consultorio. Para cuidarse de este error, es necesario prestar atención a la interacción que se da entre la pareja e indagar sobre cómo las acciones de cada uno de sus miembros influye en el comportamiento del otro. Quienes caen en este primer error son susceptibles a cometer el siguiente.
Parcialización
En muchas ocasiones las parejas asisten a consulta buscando “un juez” que avale en favor de uno de ellos y plantee un “desempate” sobre el conflicto entre ambos. El error de “parcialización” consiste precisamente en sentenciar a favor de uno de ellos.
Se puede incurrir en este error de dos formas. En primer lugar, cuando juzgamos a uno de los miembros de la relación y lo identificamos como: “el culpable”. En segundo lugar, cuando el terapeuta se identifica con uno de ellos y “aboga” como su defensor ante el otro compañero(a), lo cual resulta más sencillo cuando la contribución de este compañero(a) a los problemas de la relación no son tan evidentes.
Es necesario precisar que ambos miembros de la pareja, suelen también trabajar de forma activa y directa para ganar la “gracia” del terapeuta. Sobre este punto, Jose Olid escribió para esta misma plataforma un interesante y práctico artículo sobre 3 formas para evitar posicionarse en terapia de pareja.
Tratar de arreglar las cosas demasiado rápido
Este error se suele cometer debido a la presión de la superioridad numérica (2 vs 1 terapeuta). De manera que las expectativas e intensidad emocional de dos consultantes, ejercen una presión que el terapeuta deberá aprender a manejar. Tratar de lidiar contra esa presión dando soluciones apresuradas a los conflictos que refiere la pareja generalmente resulta contraproducente. Por ejemplo, una pareja que en sesión comienzan a discutir por algo aparentemente trivial como las recurrentes tardanzas de uno de ellos en las citas pactadas; a lo que el terapeuta sugiere: “Que les parece si de ahora en adelante se comprometen mutuamente a darse 20 minutos de tolerancia en la espera a sus citas, en caso de que uno no se presente en ese lapso; el otro podrá con todo derecho retirarse sin culpa alguna”. Seguramente esta “tarea” sugerida detenga la discusión sobre el conflicto, sin embargo, se desconoce si la pareja estará comprometida y preparada para realizarla.
Entender que los conflictos son naturales e inherentes a toda relación humana es fundamental en la TP (Gottman, & Silver, 2012). Sugiero procurar comprender la naturaleza de los conflictos en la relación (para esto necesitaras de teoría/s) antes de buscar intervenir; ya que la intervención prematura puede desestabilizar a la pareja por ser demasiado amenazadora para ellos. Es mejor ir lentamente e intervenir de manera que parezca segura o no amenazadora para la pareja.
Discutir problemas de forma abstracta o inconcreta
Una pareja comenta sobre su motivo de consulta: “Tenemos problemas de comunicación”. Una descripción como esta nos dificulta una adecuada comprensión del problema, particularmente la secuencia de comportamientos involucrados en las interacciones que caracterizan la relación. Se necesita moverse de este nivel abstracto, a algo más específico y concreto mediante preguntas tipo: “quién” “cómo” “en qué circunstancias”, etc. Por ejemplo, preguntar al esposo: “cuando tu esposa está molesta, ¿qué sueles hacer?”, y luego de recibir la respuesta, preguntar a la esposa: “¿y cuando tu esposo hace “X”, que sucede con tu molestia?” Intervenir de esta forma también te prevendrá de cometer el error 1.
Dejar que las diferencias se intensifiquen
La dificultad que las parejas tienen para resolver sus diferencias es uno de los principales motivos por el que acuden a terapia. El posicionamiento en esas diferencias suelen ser una fuente de tensión sobre el conflicto que impide su manejo adecuado.
Es imperativo trabajar para convertir el consultorio en un lugar seguro donde se pueda hablar abiertamente de los problemas y diferencias de la pareja, sin que esto conlleve a ataques o maltratos en la sesión. Para ello, es necesario establecer límites e intervenir rápidamente cuando los ánimos se “calientan” demasiado; por otra parte, resulta útil normalizar este tipo de situación haciendo saber a los clientes que todas las parejas tienen diferencias, y esto no significa necesariamente que las parejas no puedan llevarse bien o que sean incompatibles.
Finalmente, precisemos que la TP NO es una “extensión” de la psicoterapia individual, ambos son campos que requieren habilidades y competencias específicas (Weeks y Treat 2014). Aquel quien quiera emprender la noble tarea de hacer TP requiere de conocimientos (teorías) pertinentes sobre las parejas, destrezas y habilidades de intervención psicoterapéutica específicas, y una revisión de su propio sistema de valores y creencias sobre las relaciones de pareja.
Referencias bibliográficas:
Gottman, J. M. & Silver, N. (2012). Siete reglas de oro para vivir en pareja: Un estudio exhaustivo sobre las relaciones y la convivencia. DEBOLSILLO.
Weeks, G. R.y Treat S. (2014). Couples in treatment: Techniques and approaches for effective practice. Routledge.
Weeks, G. R., Odell, M., & Methven, S. (2013). If only I had known…: Avoiding common mistakes in couples therapy. WW Norton & Company.