Todos en alguna u otra ocasión nos hemos sentido nerviosos, preocupados, asustados o con miedo. Son muchos los nombres que cotidianamente utilizamos para referirnos a ese estado, en el cual el corazón late más rápido, nuestras piernas tiemblan, o nuestras manos sudan. Pero de cualquier manera, en el fondo estamos refiriéndonos a la “ansiedad”.1
Llegar a sentir ansiedad puede ser muy molesto, y en cuanto la experimentamos generalmente deseamos que esta desaparezca rápidamente. Pero ¿la ansiedad sirve de algo?, ¿por qué existe la ansiedad?
A continuación trataremos de responder a estas preguntas, al mostrar los fundamentos de la teoría de la inminencia predatoria (Predatory imminence theory; Fanselow & Lester, 1988). La explicación de esta teoría estará basada en lo expuesto por: Fanselow, 2018; Fanselow & Lester, 1988; Perusini & Fanselow, 2015; y Quin & Fanselow, 2008. Dichas referencias pueden consultarse si se desea profundizar más en el modelo aquí expuesto.
Continuum de inminencia predatoria
Desde una perspectiva biológica, el miedo puede definirse como un “sistema conductual funcional” que permite a los organismos defenderse contra las amenazas. Al ser seres vivos los organismos son presas potenciales (podría venir un depredador y comernos). Debido a esto, evolutivamente se han desarrollado distintas “fases de defensa” ante las amenazas, las cuales pueden activarse ante ciertos estímulos ambientales, y son capaces de poner en marcha una serie de conductas defensivas. La percepción que tiene la presa acerca del nivel de riesgo (de ser comido), es lo que determina la activación de una u otra fase de defensa.
En la Figura 1, podemos observar que el nivel de riesgo puede ser ubicado a lo largo de un continuum, en donde por un extremo se encuentra la seguridad absoluta y por el otro el ser consumido por un depredador (muerte). Este continuum de inminencia predatoria, depende más de la percepción psicológica de lo inminente del peligro, que por ejemplo de la distancia física del depredador.
Figura 1. En el continuum de inminencia predatoria, el nivel de amenaza percibido está determinado por los estímulos ambientales. Lo cual desencadena distintas etapas de defensa, con respuestas adaptativas de acuerdo al nivel de amenaza. Se cree que la ansiedad, el miedo y el pánico existen a lo largo de este continuum (tomado de Quinn & Fanselow, 2008).
Tanto la intensidad como las características de la conducta defensiva cambian de acuerdo al nivel de inminencia predatoria. Estas respuestas defensivas observadas en condiciones controladas, son similares a las del hábitat natural del organismo. Las conductas defensivas también se activan por medio de estímulos que señalan el peligro, y muchas de ellas se aprenden con la experiencia.
Las conductas que se encuentran al inicio del continuum (en donde la inminencia predatoria es baja pero no inexistente), reciben el nombre de “defensas de pre-encuentro”, las cuáles pueden corresponder a los estados afectivos de ansiedad y preocupación.
Tanto la intensidad como las características de la conducta defensiva cambian de acuerdo al nivel de inminencia predatoria
Cuando un depredador es detectado, pero el ataque no es inmediato o seguro, se manifiestan las “defensas de post-encuentro”, dicho nivel de inminencia predatoria se estaría refiriendo al estado afectivo de miedo.
En tanto que al entrar en contacto directo con el depredador, la conducta es vigorosa, activa y muy variable; lo que indica las “defensas circa-strike”. Dichos comportamientos han sido asociados con las conductas que se manifiestan en los ataques de pánico experimentados por los seres humanos.
Bajo este esquema, la preocupación, la ansiedad, el miedo y aún el pánico tienen en sí mismas una función adaptativa. Ya que las conductas correspondientes a cada estado afectivo, coinciden con las demandas que se están presentando en el ambiente. De esta manera, desde una perspectiva evolutiva, la ansiedad cumple la función de protección del individuo contra peligros físicos (y sociales); lo cual se logra además, sin necesidad de que el organismo entre en contacto directo con las amenazas del medio.
Conclusión
Tomando en cuenta lo anterior, podemos observar que evolutivamente la ansiedad cumple con una función muy importante. Es una especie de sistema que nos protege (o más bien nos prepara) ante los peligros y amenazas, aún cuando los mismos no estén presentes. Por ejemplo, si vamos en la noche por una calle oscura y sabemos que en ella han asaltado a varias personas, lo más razonable es que busquemos un camino alterno. Pero resulta que si no experimentáramos una dosis de ansiedad, seguiríamos avanzando por esa calle, yendo al probable encuentro de un asaltante. Lo más interesante es que somos capaces de tomar esas precauciones, sin necesidad de tener a un sujeto apuntándonos con una pistola (para lo cual ya sería muy tarde ir por el camino alterno).
La preocupación, la ansiedad, el miedo y aún el pánico tienen en sí mismas una función adaptativa
Sin embargo, esta capacidad de “predecir” peligros obviamente tiene sus inconvenientes. Por ejemplo, ¿qué pasaría si en la noche no pudiéramos dormir, por el temor a que hubiera un terremoto y muriéramos al caernos el techo encima? Lógicamente ¡tendríamos unas noches terribles! Pero resulta que ese miedo estaría fundado en una amenaza inexistente (o más bien en una muy improbable), ocasionándonos estados de ansiedad exagerados, que no corresponderían con las demandas actuales del medio. Aquí es precisamente donde se diferencia la ansiedad normal y adaptativa (que nos ayuda a prevenir peligros reales), de la ansiedad patológica.
Referencias bibliográficas:
Craske, M. G., Hermans, D. y Vansteenwegen, D. (2008). Miedos y fobias: de los procesos básicos a las implicaciones clínicas. México: Manual Moderno.
Fanselow, M. S. (2018). The role of learning in threat imminence and defensive behaviors. Current Opinion in Behavioral Sciences, 24, 44–49.
Fanselow, M. S. & Lester, L. S. (1988). A functional behavioristic approach to aversively motivated behavior: predatory imminence as a determinant of the topography of defensive behavior. En R. C. Bolles & M. D. Beecher (Eds.), Evolution and learning (p. 185-211. Hillsdale, NJ: Erlbaum.
Perusini, J. N., & Fanselow, M. S. (2015). Neurobehavioral perspectives on the distinction between fear and anxiety. Learning & Memory, 22, 417–425.
Quinn, J. J. & Fanselow, M. S. (2008). Defensas y recuerdos: circuito neuronal funcional del miedo y respuesta condicionada. En M. G. Craske, D. Hermans & D. Vansteenwegen (Eds.), Miedos y fobias: de los procesos básicos a las implicaciones clínicas (p. 57-78). México: Manual Moderno.
- Nota: Aunque los conceptos de ansiedad y miedo estrictamente tienen significados diferentes (véase Perusini & Fanselow, 2015), muchas de las veces por cuestiones prácticas se usan indistintamente (p. ej. Craske, Hermans & Vansteenwegen, 2008). A lo largo del presente artículo estos términos se usarán de manera intercambiable, a excepción de los momentos en los que se especifica lo contrario. ↩
2 comentarios
Si, es una teoría que esta basada en investigaciones experimentales con animales. Si te interesa profundizar más, puedes checar las referencias que aparecen al final del artículo. Saludos.
es una teoria con soporte cientifico? suena interesante aunque no encuentro nada en la internet a menos que este todo en ingles
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