Ayer Pediatrics Research, publicó un lindo estudio observacional que encontró que los niños pequeños que viven en hogares con perros tienen un mejor bienestar social y emocional que aquellos que no conviven con un perro.
El estudio entrevistó a 1646 padres de familia que tenían un hijo en edad preescolar y que tenían un perro. Les preguntó sobre la frecuencia con la que salían a caminar con el perro o cualquier otra actividad que hacían con la mascota. Todos los parres completaron luego el Strengths and Difficulties Questionnaire (SDQ), una encuesta que evalúa el desarrollo socio-emocional de los niños.
Los resultados:
- Los niños pequeños de familias con perros tenían menores problemas de pares y problemas de conducta, y comportamientos prosociales más altos que los niños de familias no tenían de perros.
- Los niños de familias con perros que caminaron o jugaron con sus perros con mayor frecuencia también tuvieron mejores comportamientos prosociales.
- El desarrollo social y emocional positivo se asoció con la propiedad del perro, el paseo familiar con perros y el juego de perros en niños pequeños.
- Destaca que los beneficios socioemocionales de tener un perro pueden comenzar temprano en la infancia.
- Debido al alto nivel de propiedad de mascotas en hogares con niños, estos hallazgos sugieren que tener un perro e interactuar con él a través del juego y la caminata pueden ser mecanismos importantes para facilitar el desarrollo socioemocional de los niños pequeños.
El estudio es observacional y no permite decir que tener un perro sea la causa del mejor desarrollo emocional de los niños. Pero el vínculo que hacen los niños y los perros es muy fuerte, pasan mucho tiempo juntos jugando, caminado y hasta cuidándose. Todo esto puede promover un saludable desarrollo social y emocional.
Referencia bibliográfica: Wenden, E.J., Lester, L., Zubrick, S.R. et al. The relationship between dog ownership, dog play, family dog walking, and pre-schooler social–emotional development: findings from the PLAYCE observational study. Pediatr Res (2020). https://doi.org/10.1038/s41390-020-1007-2
Fuente: XatakaCiencia