Solo Surf es una institución española que ofrece clases de surf como terapia complementaria para niños con autismo. El diario, El País, publicó una nota sobre el trabajo que han estado realizando durante los últimos años y los impresionantes resultados que reportan los padres de los niños que han recibido el entrenamiento.
El programa de ésta institución es sumamente llamativo y a la vez desafiante, especialmente porque su tratamiento está basado en un deporte poco convencional, considerado por muchos como extremo, que exige de un excelente físico y de mucha coordinación motriz, uno de los aspectos que suele ocasionar más dificultades a los niños con autismo.
El artículo se enfoca en la experiencia de Iker, un niño de 8 años que fue diagnósticado con autismo severo y que hoy logra pararse en la tabla de surf, manejar su frustración cuando cae al agua e interactuar con otros niños del programa.
Según sus padres estas mejorías son en parte gracias al programa:
Iker cabalga con soltura las olas de la playa gaditana de Camposoto. A punto de cumplir los ocho años, ni se percata cuando su monitor se queda atrás. Se pone en pie sobre su tabla y mantiene concentrado el equilibrio, con una sonrisa en la cara. Es tenaz, se cae y vuelve a empezar sin torcer el gesto. Según el diagnóstico que la Unidad de Valoración de Psiquiatría Infantil le realizó cuando tenía dos años, Iker debería frustrarse cuando no consiga su objetivo de forma inmediata. Tampoco tendría que mostrar empatía para jugar con otros niños. De hecho, así era cuando le detectaron un Trastorno del Espectro Autista. Pero ha cambiado, como reconoce su madre Victoria Fernández: “Le diagnosticaron autismo severo…Y ahora eso está en el aire”. En este lapso de cinco años, el mar y el surf terapéutico han sido su bálsamo, gracias a la asociación gaditana Solo Surf.
El programa de surf está organizado en tres niveles que ayudan a los niños a mejorar su psicometricidad, integrar sus movimientos y mejorar sus habilidades sociales. El programa se ve muy interesante y no dudo de la buena actitud y esmero que le ponen los instructores y familia para que los niños puedan mejorar y disfrutar con el surf.
Pero también hay que ser cuidadosos a la hora de sacar conclusiones apresuradas sobre la efectividad de este programa. Los mismos directivos de Solo Surf han reconocido que no cuentan con investigaciones que sustenten con datos que el programa realmente funciona. Ellos explican que su principal fuente de evidencia es la experiencia que tienen en el día a día con los niños. La cual sabemos no es suficiente para asegurar que un tratamiento funciona o no:
“Iker nos ha enseñado a nosotros”, reconoce Jesús Borrego, director técnico de una iniciativa considerada emergente en terapias de niños con autismo. “Somos un centro de referencia a nivel nacional”, apostilla. Y lo son, en buena medida, porque decidieron romper con las pautas preestablecidas. “Nosotros vamos al revés, no es investigar y luego aplicar. Sería demasiado lento”, reconoce Borrego. En su lugar, han encontrado un método que funciona y que quieren seguir mejorando. Agua, ocio y juego, son las claves del innovador trabajo de esta asociación que pretende que el niño aprenda sin sentirse presionado.
Como en todo tipo de tratamiento, los instructores deben ser un poco más pacientes y diseñar estudios que puedan demuestren la efectividad de su programa para los trastornos del espectro autista, uno de los trastornos más complejos y heterogéneos que existe. La experiencia que han tenido a lo largo de los años puede ser prometedora, pero deben ponerla a prueba en estudios aleatorios que ofrezcan evidencia más sólida.
Mis comentarios no son una crítica a las buenas intenciones de los instructores y del programa, sino un llamado de precaución a los padres y cuidadores a la hora invertir tiempo, dinero y energía en programas de tratamiento.