Muchos padres desearían que sus niños no experimentaran sufrimiento de ningún tipo. Sin embargo el dolor, la tristeza y la pérdida son parte de la vida. Al intentar que tus hijos no tomen riesgos o cometan errores, hacer sus tareas (del hogar y/o la escuela) y proyectos o resolver sus conflictos, los podés estar privando de aprender habilidades muy importantes para la vida.
Si haces esas cosas, probablemente seas un padre sobreprotector.
Sin lugar a dudas tus intenciones son las mejores, colmadas de compasión y bondad. No querés que tu niño enfrente desafíos o salga herido de alguna situación. Queres ayudarlo y darle apoyo, que se sienta amado y sepa que alguien se preocupa por el/ella (y asumís que protegerlo/a es la mejor o la única manera de lograrlo). Quizás ni siquiera te das cuenta que estás siendo sobreprotector/a.
Los niños con padres sobreprotectores aprenden que no pueden manejar o resolver sus propios problemas
La psicóloga Lauren Feiden, especialista en interacciones padre-hijo, dice que el problema es que afecta el desarrollo de conductas responsables y fomenta la dependencia. Además limita la exposición del niño a experiencias que son esenciales para la vida.
Liz Morrison, otra terapeuta que también trabaja con niños, explica que cuando son protegidos de los bajones de la vida, tienen dificultades al enfrentar a sentimientos negativos en la adultez.
Los niños con padres sobreprotectores aprenden que no pueden manejar o resolver sus propios problemas, agrega Feided.
Pueden padecer problemas de ansiedad, autoestima baja, o incluso un sentido de derecho. Es decir que el niño está en peligro de asumir que esta es la norma y desarrollar expectativas sobre cómo deben ser tratados.
Indicadores de sobreprotección
▪ No dejas que tu hijo/a explore. Por ejemplo, están en el parque pero no lo dejas explorar los juegos porque te da miedo que se caiga y se lastime, dice Morrison.
▪ Haces cosas por el niño/a que el/ella puede hacer sola. Es probable que le cortes la comida, le cargues las maletas o le ates los cordones aunque ellos puedan hacerlo, e incluso seguramente lo hacen en la escuela donde vos no estás, explica Feiden.
▪ Necesitas saber absolutamente todo: lo que el niño hace, piensa, siente, experimenta. Y haces preguntas todo el tiempo, ejemplifica Morrison.
▪ Te sobreinvolucras con la escuela. Puede que trates de que el niño tenga los mejores profesores o esté en la mejor clase. Probablemente te unas a alguna organización parental solo para echarle un ojo al niño/a, dice Morrison.
▪ Los “rescatas” de situaciones difíciles o incómodas. Por ejemplo, el niño tiene miedo de hablar con personas nuevas y se esconde detrás tuyo, así que vos hablas con ellos y los presentas. Así puedes estar reforzando esta conducta evitativa, impidiendo que el chico aprenda a manejar sus sentimientos, comenta Feiden.
¿Qué hacer entonces?
Si te sentís identificado/a con los indicadores nombrados arriba, las siguientes sugerencias pueden ayudar.
Fomenta la independencia (algo esencial para el desarrollo del niño) de formas sencillas. Recordá que las situaciones difíciles van a darle al niño un mayor conocimiento de sí mismos y la habilidad de regular sus emociones.
Feiden comparte el siguiente ejemplo: “si tu hijo dice que no puede atarse los cordones, anímalo a intentar. Felicitalo por hacerlo. Si se raspan la rodilla, mantene la calma y haceles saber que esta todo bien, alentándolos a seguir jugando y no a concentrarse en la rodilla raspada o diciéndoles que no vuelvan a hacer algo para no rasparse de nuevo.”
Modela calma mientras confrontan una situación incómoda o ansiógena
Los niños perciben la ansiedad de sus padres, por eso es importante mantener la calma cuando tu hijo enfrenta una situación estresante, para modelar esta conducta, dice Feiden.
Modela calma mientras confrontan una situación incómoda o ansiógena. De manera similar, puedes mostrarles a tus hijos que están dispuesto/a a afrontar tus miedos. Leiden ejemplifica con la siguiente afirmación: “A veces me siento preocupada/o cuando tengo que conocer personas nuevas. Pero voy a ser valiente y respirar profundo para estar calmada, mientras le digo ‘hola’ a esta persona.
Cuando tu hijo recibe malas calificaciones en un trabajo, puede que quieras ir a hablar con el profesor/a para cambiarlas. Pero un mejor enfoque sería enseñarle al niño estrategias para hablar con el profesor/a ellos mismos. Si siempre lo haces vos, el niño quizás ni aprenda a confronter situaciones por si mismo, dice Morrison.
También podes enseñarles estrategias para resolver conflictos con sus amigos.
Deja que experimenten cómo se siente fallar y perder (es parte de la vida y nos hace más resilientes). Que se apunten para entrar a un equipo aunque sepas que no lo van a lograr. Tal vez se den cuenta que no era para ellos o aprendan cómo entrar el siguiente año, explica Morrison.
Es natural que quieras proteger a tus hijos de cualquier tipo de peligro. Pero si lo hacemos, perjudicamos su crecimiento. Creamos dependencia. En otras palabras, hacemos lo opuesto a protegerlos: no los equipamos con las habilidades o experiencias necesarias para enfrentar la vida.
Fuente: Psych Central