Cuando vemos a una persona por primera vez, y en cuestión de segundos, somos capaces de juzgar si la consideramos confiable o no (más allá de que ese juicio cambie o se mantenga tras interactuar con la persona). Una sonrisa tiene el poder de determinar cuán confiable percibimos al otro, pero no siempre actúa de manera favorecedora como podríamos pensar. Según un nuevo estudio, esta expresión y los rasgos de personalidad podrían determinar el grado de confiabilidad con que nos perciben los otros.
Por qué es importante: la forma en que un sujeto es percibido por los demás influirá en muchos aspectos de sus relaciones interpersonales, desde oportunidades laborales, la construcción de nuevos vínculos afectivos o románticos, hasta la atención en servicios de salud que pueda recibir.
Metodología: El estudio examinó cómo los rasgos de personalidad y las expresiones faciales interactúan para influir en las percepciones de confiabilidad. Para ello, se pidió a 262 participantes que jugaran un juego de inversión económica con otra persona, pero en realidad, la otra persona fue un invento de los investigadores.
Los participantes leyeron una breve descripción de la persona. Las descripciones hablaban de alguien: a) con características consistentes con el trastorno límite de la personalidad, b) con rasgos del trastorno de personalidad antisocial o, c) sin patología de la personalidad. Estas descripciones se combinaron con un breve video que las mostró con una expresión neutral o con una sonrisa.
En el juego de inversión, cada participante recibió $ 0.50 y era libre de decidir cuánto de ese dinero le daría a la otra persona. Se informó les informó que cualquier cantidad dada a la otra persona se triplicaría. Por su lado, la otra persona compartiría algo de lo que recibió o se quedaría con todo. El dinero transferido por el participante a la otra persona sirvió como indicador de confianza.
Resultados: Los investigadores encontraron que tanto las sonrisas como los rasgos de personalidad influían en la confianza (Reed et al., 2020).Si la otra persona era descrita con rasgos compatibles a un trastorno límite de la personalidad o al trastorno de personalidad antisocial, los participantes tendían a transferir menos dinero en comparación a lo que sucedía cuando se describía a la otra persona como alguien sin patologías de la personalidad. Además, las sonrisas aumentaron la cantidad de dinero transferido a los sujetos cuya descripción era compatible con la patología de personalidad límite o sin patología de personalidad, pero disminuyeron la cantidad transferida para aquellos descritos con patología de personalidad antisocial.
Seguimiento: El equipo de investigación repitió el experimento con otros 283 participantes, en el que incluyeron descripciones ligeramente alteradas de la personalidad de la otra persona. Los resultados se vieron replicados en general, pero con la particularidad de que las sonrisas tuvieron el poder de aumentar la cantidad de dinero transferido a los que fueron descritos con rasgos de personalidad antisocial.
Según el autor, esto sugiere que la influencia de la sonrisa en la percepción de la confianza dependerá de qué rasgos antisociales estén presentes: en el primer experimento, la persona antisocial fue descrita como desobediente, mentirosa habitual y de discusiones violentas. Pero en el segundo experimento se la describió como implacable, impulsiva e imprudente.
Limitaciones: las sonrisas del estudio fueron “posadas,” es decir que no eran sonrisas espontáneas si bien presentaron la misma configuración muscular y la misma duración que una sonrisa sincera y auténtica. La expresión utilizada fue aquella que curva los extremos de los labios hacia arriba y eleva las mejillas. Ante la existencia de diversas posibilidades de expresar una sonrisa es necesario realizar estudios futuros.
Referencia bibliográfica: Reed, L. I., Meyer, A. K., Okun, S. J., Best, C. K., & Hooley, J. M. (2020). In smiles we trust? Smiling in the context of antisocial and borderline personality pathology. PloS One, 15(6), e0234574. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0234574
Fuente: Psypost