Hoy presento el caso de María. María tiene 60 años. Se casó a los 23 años y tiene dos hijos de 25 y 30 años respectivamente. Toda su vida la ha dedicado al cuidado de la casa y a sacar adelante a sus hijos. María a trabajado mucho en casa para que a los suyos no les falte de nada. Todo este trabajo daba razón a su existencia, un sentido a su vida.
Su hijo menor se acaba de casar y se siente muy triste. Su marido, Pedro, que llega siempre tarde a casa después de trabajar, no sabe cómo animarla. Sus hijos van a visitarla a casa y le llaman por teléfono todo lo que pueden, pero para María no es suficiente. Ella piensa que es “el deber de sus hijos el preocuparse de cómo está su madre”. Sin embargo, cuando los hijos llaman a María, esta tan sólo les cuenta lo sola que se encuentra y lo mucho que les echa de menos.
Todo este trabajo daba razón a su existencia, un sentido a su vida
Desde que sus hijos no están en casa, María se siente triste y melancólica y piensa que, como ya no se puede ocupar directamente de su cuidado, ya no sirve para nada. Además María se siente cansada y nerviosa casi cada día, e incluso le cuesta dormir. El marido de María y sus hijos cada día están más preocupados.
Plan de tratamiento
Lo primero que se le comenta a María es que lo que le pasa es normal: las madres sienten un profundo vacío cuando los hijos se van de casa a vivir sus propias vidas y comprueban que ya no son tan necesarias para sus hijos. Se le comenta que, al centrar sus vidas en el cuidado y atención de sus hijos, es normal que se sientan “vacías” y que reflexionen sobre cuál es su lugar en el mundo.
Lo primero que se trató con María es el tema de las actividades placenteras. María se pasaba todo el día en casa sin salir y recordando viejos tiempos, y esto, debía de cambiar. Hablando con ella, María llegó a la siguiente conclusión: un poco de actividad fuera de casa le podía ayudar a no sentirse tan apática y triste cada día. Así, María retomó sus clases de costura que había abandonado hacía tiempo y empezó a colaborar con una ONG del barrio dos días por semana.
También María cambio poco a poco su forma de pensar. Las nuevas actividades la ayudaron mucho a ver las cosas de distinta manera, ya no dependía tanto de la atención de sus hijos para que los días fueran agradables. Se trató con María el hecho de no esperar a todas horas la llamada de sus hijos y que si no se producían estas, ello no significaba que no la quisieran.
Realizó un cambio en su conducta y un cambio en su manera de pensar
Se llegó a la conclusión de que, aunque María ya no se dedicara al cuidado de sus hijos, eso no quería decir que no pudiera ejercer su papel de madre: sus hijos siguen requiriendo de su experiencia y sus consejos para seguir el camino de sus vidas.
María realizó un cambio en su conducta (realización de nuevas actividades placenteras en su vida) y un cambio en su manera de pensar (menos negativa) y todo esto hizo que su autoestima aumentara considerablemente. Además, su familia es mucho más feliz, al verla a ella más contenta, y disfrutan mucho más de su compañía.
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