¿Te has encontrado en esta situación? Lamentando porque entregas todo en tu trabajo pero las personas no te ofrecen nada de lo que tú o ellas podrían estar esperando y terminas la sesión muy agotado o agotada. Incluso llegas a sentir que tu trabajo vale poco y las personas no entienden tus preguntas y les cuesta moverse del déficit e imaginar una vida al margen del problema.
¿Por qué me pasa esto a mi?
Esta es la pregunta que nos hacemos, sobretodo si tenemos la seguridad de estar haciendo las preguntas “correctas”, siguiendo al “pie de la letra” el formato con el que venimos practicando.
En ocasiones es mucho mejor ir despacio
¿Qué podemos hacer?
Las preguntas que tienen sentido para nosotros o nosotras pueden no tener ningún sentido para las personas y no descubren nada diferente, no se convierten en un motivo para reflexionar y la conversación más bien resulta poco solidaria.
En ocasiones es mucho mejor ir despacio y reducir nuestras expectativas para empezar a reconocer qué es más importante para la persona y cuáles son en ese momento sus verdaderas necesidades: qué desearían cambiar primero y qué están dispuestos o dispuestas a hacer en ese momento para empezar a descubrir cómo serían las cosas si fuesen distintas.
En uno de los encuentros de la Formación internacional de Terapia Breve Centrada en Soluciones que desarrollamos en la ciudad de Huánuco, una alumna nos comentaba que tras visitar a un mujer que había sido maltratada físicamente por el esposo (visita realizada a pedido de la Fiscalía ya que nuestra alumna trabaja en los sistemas de protección), se topa con la sorpresa de que esta mujer minimiza el maltrato, reduce su importancia y no lo considera tema de conversación en ese momento, señalando que hay cosas más importantes.
“Ahora si señorita, es momento de hablar de la relación con mi esposo porque confío en usted”
Para nuestra alumna ese momento fue terrible pero decidió empezar con eso: descubriendo qué era más importante para esta mujer, logrando algo importante: ella se encontraba muy preocupada por su hijo en ese momento, sentía que no podía darle el apoyo que necesitaba y este había empezado a mostrar algunas actitudes violentas en el hogar y en la escuela, así que sobre esto formularon algunas metas para esa conversación y el tiempo que transcurriría hasta su próximo encuentro.
La segunda sesión fue increíble: la alumna descubrió otra actitud en la mujer: la invitó amablemente a pasar a su casa y tras contarle que su hijo había mejorado su comportamiento y relación con ella, pasó a confesarle lo siguiente: “ahora si señorita, es momento de hablar de la relación con mi esposo porque confío en usted”. Y empezaron el trabajo que en principio había resultado más importante para el sistema y no para la mujer.
Qué importante es considerar lo que es más importante para las personas en un momento determinado, ¿no crees?
*Nota del Editor: Este artículo fue publicado previamente en el sitio El Terapeuta Estúpidoc. Te invitamos a visitarlo ya que ahí encontrarás recursos especialmente diseñados por su autor Jorge Ayala.
Imagen: The Kings Room