Con este provocador título inicia Kate Murphy su artículo de opinión sobre la teoría del apego en The New York Times:
Hacia el final de nuestro primer año de vida ya ha quedado marcada en nuestros cerebros de bebé una plantilla bastante indeleble sobre cómo pensamos que funcionan las relaciones, con base en la manera en que nos tratan nuestros padres u otros cuidadores importantes. Desde un punto de vista evolutivo, esto tienen sentido porque debemos descubrir pronto cómo sobrevivir en nuestro entorno inmediato.
“Si se te brinda un apego seguro, eso es genial, porque entonces tienes la expectativa de que, si estás angustiado, puedes recurrir a alguien en busca de ayuda, además de sentir que puedes ayudar a otros”, dijo Miriam Steele, la codirectora del Center for Attachment Research en la New School for Social Research, en Nueva York.
No es tan bueno si estás en el grupo del 40 al 50 por ciento de bebés que, según indica un metaanálisis de investigaciones, tienen un apego inseguro porque sus experiencias tempranas fueron por debajo de lo óptimo (sus cuidadores estaban distraídos, eran extremadamente autoritarios, eran despectivos, no eran confiables, estaban ausentes o tal vez eran amenazantes). “En casos así, tienes que ganarte tu seguridad”, dijo Steele, formando apegos seguros más adelante que te ayuden a superar tu deficiente modelo interno de funcionamiento.
Puesto que la tasa de divorcio también está entre el 40 y el 50 por ciento, parecería que no se trata de una tarea sencilla. De hecho, según los investigadores, las personas con modelos de apego inseguro tienden a sentirse atraídas por aquellos que cumplen con sus expectativas, aunque los traten mal. Pueden actuar subconscientemente de maneras que provoquen una conducta insensible, poco confiable o abusiva, la que les sea más familiar. También pueden huir de los apegos seguros porque los perciben como algo desconocido.
El título de este artículo es demasiado determinista. Sin embargo, lo comparto como una forma de equilibrar la interpretación y entendimiento de la conducta humana a partir del artículo especial que publicamos la semana pasada sobre El mito de la infancia. Ambos artículos nos ayudan a tomar una sana perspectiva sobre la compleja relación de la heredabilidad de los patrones de conducta y personalidad.
2 comentarios
Me parece que ambos artículos se complementan, más allá de su aparente contradicción. Todas las teorías de las que nos podemos servir para tratar de entender los procesos psíquicos son simples aproximaciones que si las tomamos como un GPS muy preciso la consecuencia será más errores en la clínica. A más confianza en una teoría o construcción teórica en particular, mayor tendencia al acomodamiento del discurso del paciente en ese modelo que dominamos y en el que creemos.
Sumemos herramientas -creo que es el objetivo de esta nota y así lo explicita el autor- para poder comprender con mayor apertura, porque si lo que nos están contando no se ajusta con nuestro modelo teórico o no se adapta a nuestra formación académica lo que está mal es nuestro saber -supuesto- y no lo que nos están contando…
Siempre es grato escuchar, y leer todos estos artículos, por que quiere decir que en medio de todos el casos de la conducta humana, siempre existirá alguien que quiere un mundo mejor para todos y que quiere mejorar las condiciones de vida en los niños. La investigaciones y postulados son y serán siempre muy importantes, pero es ideal que se cree aportes,actualizaciones de todo para que siempre estemos evolucionando como humanos es ideal para poder aportar algo indiferentemente de nuestros títulos académicos. Asi que felicitaciones por esta fenomenal revista psiciencia por dejar involucrar y hacer que los lectores como yo se mantengan informados de lo que escriben nuestros colegas. feliz dia para todos.
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