Pensar en sexo y poder puede traer ciertas ideas a la mente. De alguna manera, la asociación entre estos dos factores resulta natural.
El poder suele definirse como tener control sobre los recursos, lo que permite que aquellos en el poder influyan y manipulen a otros. Y de hecho, el poder en cualquier ámbito (poder financiero, poder sobre los colegas en el lugar de trabajo, incluso el poder temporal sobre los pares) se asocia con una mayor motivación sexual. Las personas con más poder son “especialmente propensas a perseguir objetivos relacionados con el sexo y el apareamiento”, y muchas personas asocian fuertemente el poder con el sexo (Lerner, Kunstman, & Maner, 2011).
Relación positiva: el poder mejora nuestras relaciones sexuales
El aumento del poder se asocia con una mayor asertividad sexual. Por ejemplo, en un estudio, los empleados en puestos de poder en el trabajo también se calificaron a sí mismos como más altos en asertividad sexual (Lammers & Stoker, 2019).
Las personas sexualmente asertivas se sienten más cómodas para iniciar el sexo y comunicar sus necesidades y deseos sexuales (Lammers & Stoker, 2019), por lo que no sorprende que quienes son más asertivos sexualmente también experimenten una mayor satisfacción sexual(Anderson, 2013) (Péloquin, Brassard, Lafontaine, & Shaver, 2014) (da Conceição Pinto & Neto, 2012). Lo interesante de la correlación entre poder y asertividad sexual es que, aunque se supone que los hombres son más asertivos sexualmente que las mujeres, la relación entre poder y asertividad sexual fue la misma para ambos sexos (Lammers & Stoker, 2019).
El aumento del poder también se asocia con una mayor autoestima sexual. Las personas con alta autoestima sexual confían en sus habilidades sexuales y su aptitud para experiencias sexuales positivas. También se ven a sí mismos como más atractivos (Lammers & Stoker, 2019). Una mayor autoestima sexual también está relacionada con menor ansiedad sexual (Brassard, Dupuy, Bergeron, & Shaver, 2015).
Tanto hombres como mujeres en puestos de poder en el lugar de trabajo calificaron su propia autoestima sexual como más alta que aquellos que carecían de poder. De hecho, el poder tuvo un efecto mayor que el género tanto en la asertividad sexual como en la autoestima sexual (Lammers & Stoker, 2019).
Las diferencias de género en las actitudes y comportamientos sexuales tienden a ser menores en las naciones con mayor igualdad de género (Petersen & Hyde, s. f.). Lammers y Stoker sugieren que a medida que las mujeres ganan más poder, algunas diferencias de género en las actitudes y comportamientos sexuales pueden desaparecer por completo.
Relación negativa: el poder empeora nuestras relaciones sexuales
Tanto los hombres como las mujeres que indicaron un estatus más alto en la jerarquía de poder en el trabajo también informaron más casos de infidelidad real, así como una mayor intención de participar en futuras infidelidades (Lammers, Stoker, Jordan, Pollmann, & Stapel, 2011). Los autores proponen que el poder provoca una mayor confianza en la capacidad de atraer nuevas parejas y, por lo tanto, hace que las personas poderosas de ambos sexos sean más propensas a involucrarse en infidelidades.
Así como el poder activa el propio interés en el sexo, también puede causar percepciones sesgadas del interés sexual de los demás (Kunstman & Maner, 2011). En este experimento, los participantes fueron asignados aleatoriamente a una posición de poder o una posición de igualdad con una pareja del sexo opuesto.
Aquellos asignados a una posición de poder no solo percibieron en exceso el interés sexual de sus compañeros en ellos, sino que también actuaron de una manera más sexualizada hacia sus compañeros (tocarlos, sonreír y mirarlos). Los autores señalan que el poder, junto con la percepción errónea del interés sexual, puede conducir al acoso sexual.
Referencias:
Anderson, R. M. (2013). Positive sexuality and its impact on overall well-being. Bundesgesundheitsblatt – Gesundheitsforschung – Gesundheitsschutz, 56(2), 208-214. https://doi.org/10.1007/s00103-012-1607-z
Brassard, A., Dupuy, E., Bergeron, S., & Shaver, P. R. (2015). Attachment insecurities and women’s sexual function and satisfaction: the mediating roles of sexual self-esteem, sexual anxiety, and sexual assertiveness. Journal of Sex Research, 52(1), 110-119. https://doi.org/10.1080/00224499.2013.838744
da Conceição Pinto, M., & Neto, F. (2012). Satisfaction with sex life among middle-aged adults. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 4(1), 463-470. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/3498/349832337050.pdf
Kunstman, J. W., & Maner, J. K. (2011). Sexual overperception: Power, mating motives, and biases in social judgment. Journal of Personality and Social Psychology, Vol. 100, pp. 282-294. https://doi.org/10.1037/a0021135
Lammers, J., & Stoker, J. I. (2019). Power Affects Sexual Assertiveness and Sexual Esteem Equally in Women and Men. Archives of Sexual Behavior, Vol. 48, pp. 645-652. https://doi.org/10.1007/s10508-018-1285-5
Lammers, J., Stoker, J. I., Jordan, J., Pollmann, M., & Stapel, D. A. (2011). Power increases infidelity among men and women. Psychological Science, 22(9), 1191-1197. https://doi.org/10.1177/0956797611416252
Lerner, B. G., Kunstman, J. W., & Maner, J. K. (2011). Power and expectations of sexual interest. PsycEXTRA Dataset. https://doi.org/10.1037/e634112013-738
Péloquin, K., Brassard, A., Lafontaine, M.-F., & Shaver, P. R. (2014). Sexuality examined through the lens of attachment theory: attachment, caregiving, and sexual satisfaction. Journal of Sex Research, 51(5), 561-576. https://doi.org/10.1080/00224499.2012.757281
Petersen, J. L., & Hyde, J. S. (s. f.). A meta-analytic review of research on gender differences in sexuality, 1993–2007. Psychological bulletin, 136(1), 21-38. https://doi.org/10.1037/a0017504
Fuente: Psychology Today