En tiempos de cuarentena obligatoria, Netflix nos sorprende con esta mini serie maravillosa: Poco Ortodoxa, con tan solo cuatro capítulos nos inunda de una realidad que contrasta absolutamente con la nuestra.
Está basada en el libro Unorthodox: The Scandalous Rejection of My Hasidic Roots donde se plasma la historia real de su autora Deborah Feldman publicado en 2012.
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En la serie se narra la historia de Esty, una chica de 19 años que luego de transcurrir su niñez y adolescencia dentro de la comunidad judía ortodoxa en Williamsburg, Brooklyn, comienza un matrimonio arreglado totalmente infeliz y decide escapar a Berlín donde vive su madre que ha sido expulsada de la comunidad en su infancia. Su marido Yanky, junto con su primo Moishe salen a su búsqueda para devolverla a la comunidad.
A lo largo de la historia, cada capítulo plasma la realidad de la comunidad judía ortodoxa: sus reglas, rezos, atuendos, distribución de roles familiares y de género, fechas significativas y rituales.
Lo que se manifiesta de forma permanente en todo el relato es la diferencias de roles femeninos y masculinos. La normalidad dentro de esta comunidad es lo que genera en el personaje principal Esty sufra cotidianamente por no ajustarse a lo que se espera de ella como esposa y como mujer.
En esta comunidad “las mujeres solo sirven para hacer bebes y ser buenas esposas” relatado por uno de los personajes que Esty conoce en Berlín. En su escapada de la comunidad, termina en un conservatorio de música audicionando como cantante para una beca, conociendo compañeros y compañeras que son el resultado de una diversidad cultural apasionante y donde ella encaja perfectamente.
Poco Ortodoxa, nos invita a reflexionar en algunos puntos interesantes:
La normalidad para unos, ¿no es el problema para otros?
En esta comunidad las mujeres no tienen estudios ni oficios; su único fin es el reproductivo y si no pueden o quieren tener hijos o hijas son juzgadas a viva voz dentro de su círculo familiar, como es el caso de la protagonista de la historia.
Las relaciones sexuales dentro del matrimonio son únicamente con este fin, el placer no es prioridad e incluso si hay dolor las mujeres están obligadas a tener sexo con sus maridos para quedar embarazadas.
La cultura sirve como justificativo para la opresión
Cuántas veces se justifican atrocidades pensando en que es parte de la cultura. El cambio en la lectura de la cultura tiene que ser pensar en qué voces escuchamos en los relatos que atraviesan las barreras culturales. Las voces marginales de cualquier cultura que no son escuchadas, y esta es una de las esencias de la serie: dar voz a las mujeres de esta cultura, tener acceso a cómo ellas viven estas situaciones entre tantas otras.
Quienes pertenecen a los grupos de poder, también sufren
Incluso con todos los privilegios de ser hombre en esta comunidad, estos también sufren por las reglas establecidas dentro de la cultura.
El personaje del marido de Esty, Yanke es un claro ejemplo de este sufrimiento. Su personaje es manipulado casi como marioneta por su familia, decidiendo sobre sus acciones como marido y como hombre. Es obligado a participar de acciones con las que no está de acuerdo y termina perdiendo a su mujer y a su familia por no poder romper las reglas a tiempo.
Claramente es una serie que invita al pensamiento y a la reflexión, realizar un análisis sociológico y cultural solo viendo cuatro capítulos sería una irresponsabilidad; pero si es un aproximación a cómo pensar cuando hablamos de minorías y a no justificar sufrimientos basados en “normalidades” culturales.