La ansiedad y el trastorno de estrés postraumático (TEPT) después de una lesión cerebral traumática son secuelas comunes que impiden la recuperación. Para abordar tal situación, la evidencia recomienda como primera línea de tratamiento la psicoterapia. Un equipo de investigadores exploró los patrones de tratamiento entre las personas diagnosticadas con trastornos de ansiedad o TEPT después de una lesión cerebral traumática. Los hallazgos revelaron que es más probable que a estas personas se les receten medicamentos psicotrópicos que recibir psicoterapia, lo que puede ser motivo de preocupación (Marks et al., 2022).
Qué metodología usaron
Una lesión cerebral traumática (LCT) es una lesión repentina en el cerebro que resulta en daño neural. Este daño puede manifestarse en síntomas de trastornos de salud mental como ansiedad y depresión.
Los investigadores recolectaron datos de reclamos de seguros no identificados de OptumLabs Data Warehouse (OLDW). El conjunto de datos incluía información de salud longitudinal relacionada con un conjunto diverso de inscritos en los Estados Unidos. El equipo de investigación se centró en los afiliados que tenían más de 18 años y habían sido diagnosticados con una lesión cerebral traumática en algún momento entre enero de 2009 y junio de 2012. Los autores restringieron aún más la muestra a personas que estaban inscritas con beneficios médicos y farmacéuticos durante al menos un año antes de la LCT y dos años después, dejando una muestra de 207354 personas.
Dentro de esta muestra, los investigadores identificaron a los inscritos que habían sido diagnosticados con un trastorno de ansiedad (42475) o TEPT (1232). Con la ayuda de un panel de expertos, analizaron los datos e identificaron la recepción de psicoterapia, así como las recetas de medicamentos utilizados para tratar la ansiedad y el TEPT.
Qué encontraron
De acuerdo con las tendencias estadounidenses, el uso de medicamentos era mucho más común que la psicoterapia. Para el grupo con diagnóstico de trastorno de ansiedad, el 76,2% recibió tratamiento farmacológico al menos una vez después de la LCT, pero solo el 19,1% recibió tratamiento psicoterapéutico al menos una vez después de la LCT. Para el grupo con diagnóstico de TEPT, el 75,2% recibió tratamiento farmacológico después de la LCT, mientras que solo el 36% recibió psicoterapia después de la LCT.
Entre ambos grupos, los antidepresivos fueron la clase de fármacos psicotrópicos prescritos con mayor frecuencia. Curiosamente, el grupo con trastorno de ansiedad tenía más probabilidades de que se le recetaran antidepresivos (51%) que el grupo con TEPT (39,3%), aunque los dos grupos exhibieron tasas similares de depresión.
La siguiente clase de fármacos prescritos con mayor frecuencia para el grupo de ansiedad fueron las benzodiazepinas de acción intermedia (19,1%). Los autores dicen que esto es motivo de preocupación, ya que estos medicamentos ya no se consideran tratamientos de primera línea para la ansiedad e incluso se desaconsejan enfáticamente en pacientes que han sufrido una lesión cerebral traumática debido a las preocupaciones sobre los efectos secundarios y las propiedades adictivas.
Los participantes con TEPT consultaron psicoterapia al doble de la tasa de aquellos con un trastorno de ansiedad. Sin embargo, este número fue bajo, ya que el grupo de TEPT aún tenía más probabilidades de recibir medicamentos antes que psicoterapia. Esto también es motivo de preocupación, dicen los investigadores, ya que la psicoterapia se considera un tratamiento de primera línea tanto para el TEPT como para los trastornos de ansiedad y no conlleva el riesgo de interacciones desfavorables con los medicamentos.
Los autores del estudio dicen que ciertas características podrían explicar las diferencias en los patrones de tratamiento entre los dos grupos. Los participantes con trastornos de ansiedad después de una LCT tenían más probabilidades de ser mayores y mujeres, mientras que aquellos con TEPT después de una LCT tenían más probabilidades de ser más jóvenes y hombres. Aquellos con TEPT post-LCT también tenían más probabilidades de tener un trastorno por uso de sustancias.
Una limitación del estudio fue que los investigadores no excluyeron a los participantes que habían sido diagnosticados con un trastorno de ansiedad o TEPT antes de la LCT. Por lo tanto, no es posible sacar conclusiones específicas para la ansiedad y el TEPT de nueva aparición.
“En todas las investigaciones basadas en datos de reclamos administrativos, existen limitaciones relacionadas con la documentación de los diagnósticos, así como si los medicamentos se tomaron o no según lo prescrito”, dijo Marks. “Los estudios futuros deberían examinar los patrones de tratamiento según la raza, el género y la edad”.
La importancia del acceso a la atención en salud mental y los tratamientos basados en la evidencia para la ansiedad y el TEPT después de una LCT queda en evidencia con los resultados del presente estudio. Los autores sugieren como primeras líneas de actuación el capacitar a los proveedores de atención médica en atención informada sobre trauma, lo que puede ayudar a los proveedores a reconocer e iniciar conversaciones sobre salud mental. En segundo lugar, debemos construir redes de derivación más sólidas entre los centros médicos que tratan a pacientes con LCT y los profesionales de la salud mental.
Referencia bibliográfica: Marks, M. R., Dux, M. C., Rao, V., & Albrecht, J. S. (2022). Treatment Patterns of Anxiety and Posttraumatic Stress Disorder Following Traumatic Brain Injury. The Journal of Neuropsychiatry and Clinical Neurosciences, 34(3), 247-253. https://doi.org/10.1176/appi.neuropsych.21040104
Fuente: Psypost