Según una investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología, una gran proporción de adolescentes y jóvenes universitarios informan haber sido obligados a tener relaciones sexuales o algún tipo de comportamiento sexual.
Un total del 43 por ciento de los adolescentes de secundaria y jóvenes universitarios informaron que tuvieron una experiencia sexual no deseada y, de ellos, el 95 por ciento dijo que una conocida femenina fue el agresor, según un estudio publicado en línea en la revista APA Psychology of Men and Masculinity.
“La victimización sexual continúa siendo un problema generalizado en los Estados Unidos, pero la victimización de los varones rara vez es explorada”, menciona la autora principal de la investigación Bryana H. French, PhD, de la Universidad de Missouri. “Nuestros resultados pueden ayudarnos a dirigir una mejor prevención e identificar los diferentes tipos de coerción que enfrentan los hombres y al reconocer a las mujeres como perpetradoras contra los hombres”.
De los 248 estudiantes de escuela secundaria y universidad que respondieron a la encuesta sobre encuentros sexuales no deseados, el 18% reportó algún tipo de coacción sexual a través de la fuerza física; el 31% dijo que fueron verbalmente cohercionado; el 26% describió una seducción no deseada por comportamientos sexuales; y el 7% dijo que se sintió obligado luego de recibir alcohol o drogas, según informa el estudio.
La mitad de los estudiantes reportó que terminaron manteniendo relaciones, el 10% reportó un intento de tener relaciones y el 40% mencionó que el resultado fueron besos o caricias.
Ser coaccionado para tener relaciones sexuales se relacionó con conductas sexuales de riesgo y más consumo de alcohol entre las víctimas, y los estudiantes que fueron coaccionados sexualmente mientras estaban borrachos o drogados mostraron una angustia significativa, según los hallazgos. Sin embargo, tener relaciones sexuales no deseadas no pareció afectar la autoestima de las víctimas. “Puede darse el caso de que la coerción sexual por parte de las mujeres no afecte las autopercepciones de los hombres de la misma manera que lo hace cuando las mujeres son coaccionadas. En lugar de eso, sin darse cuenta, puede ser consistente con las expectativas de masculinidad y deseo sexual, aunque se necesita más investigación para comprender mejor esta relación”, dijo French.
El tipo y la frecuencia de la coerción sexual variaron según el origen étnico de las víctimas. Los estudiantes asiático-estadounidenses informaron significativamente menos experiencias de coerción sexual en comparación con los otros grupos. Los blancos informaron una proporción significativamente mayor de coerción que resultó en un intento de sexo en comparación con las víctimas multiétnicas. En las descripciones escritas, significativamente más latinos reportaron coerción sexual, un 40% en comparación con el 8% de los asiático-estadounidenses, el 19%o de los blancos y el 22% de los estudiantes afroamericanos.
Los participantes del estudio fueron 54 adolescentes de escuela secundaria y 230 estudiantes universitarios comprendiendo una franja etaria de 14 a 26 años. Los estudiantes secundario completaron la encuesta en el salón de clases, mientras que los estudiantes universitarios la completaron de manera electrónica. Entre los estudiantes de secundaria, el 42% eran blancos, el 17% eran negros, el 15% eran asiático – americano, el 10% eran latinos y el 5% formaba parte de un conglomerado multiétnico.
Para diferenciar la coerción sexual de posibles incidentes de abuso infantil, la encuesta instruyó a los estudiantes a no incluir experiencias con miembros de la familia. Los ejemplos de coerción incluyeron “Mi pareja me amenazó con dejar de verme” por; “Mi pareja me animó a beber alcohol y luego se aprovechó de mí”; “Mi pareja amenazó con usar o usó un arma” para examen físico; y “Mi pareja ha tratado de interesarme tocándome sexualmente pero yo no estaba interesado” para seducción. Para obtener información adicional, los investigadores también pidieron a los participantes que describieran por escrito un momento en el que se sintieron coaccionados sexualmente. Los participantes también respondieron a varias evaluaciones psicológicas de uso común para medir su funcionamiento psicológico, angustia y conductas de riesgo.
Los resultados revelaron una necesidad de mayor caudal de investigaciones entre la línea delgada entre seducción sexual y coerción sexual. Los autores mencionan “Si bien no suele abordarse en la investigación sobre violencia sexual, la seducción no deseada fue una forma particularmente generalizada de coerción sexual en este estudio, así como la presión de los compañeros y el propio sentido de obligación de la víctima. La seducción fue una forma de coerción particularmente destacada y potencialmente única para los adolescentes y hombres jóvenes en comparación con sus contrapartes femeninas”.
Sin duda alguna, un aspecto clave del bienestar en cualquier tipo de relación es el de ser capáz y tener habilidades para expresar de forma asertiva lo que deseamos y lo que no, así como la capacidad de negociar y llegar a acuerdos sobre nuestras interacciones.
Este tipo de investigaciones nos invitan a pensar la necesidad de formar a los jóvenes y brindarles los recursos necesarios para hablar de forma clara las cosas que quieren permitirse o no en las relaciones sexual.
Es también imprescindible no olvidar que la adolescencia es una etapa especialmente relevante en el desarrollo psicosexual, una etapa en la que la persona ha de enfrentarse con las nuevas posibilidades y necesidades sexuales y afectivas que se le plantean; una etapa de nuevas necesidades de intimidad, junto con nuevos sentimientos y deseo sexuales.
El objetivo de los formadores de estos adolescentes debiera ser favorecer el respeto por los intereses y deseos sexuales de las personas que se implican en una relación e intentar evitar que se produzcan situaciones en las que se fuerza la voluntad sexual de alguna de las personas participantes.
Referencia: French, B. H., Tilghman, J. D., & Malebranche, D. A. (2015). Sexual coercion context and psychosocial correlates among diverse males. Psychology of Men & Masculinity, 16(1), 42–53. https://doi.org/10.1037/a0035915