Me agrada mucho la historia de Robinson Crusoe, un personaje náufrago de Daniel Defoe que narra su propia historia en una isla desierta. El personaje cuenta sus aventuras a lo largo de los 28 años en que pasó en la isla remota, entre ellas encuentros con caníbales y mucho más. Pero algo más genial que esta novela de 1719 es el análisis que el eminente psicólogo B. F. Skinner hizo de algunos fragmentos, publicado muchos años en el periódico The Analysis of Verbal Behavior (Skinner, 1988).
Skinner cuenta a su modo una parte de la historia en que Crusoe encuentra un moderno jeep en la isla. En la ocasión, el personaje aprende cómo conectar el Jeep, que inicialmente saltaba cuando la ignición era accionada. Rápidamente logra manejar de forma habilidosa entre la vegetación de la isla. Dice el autor que Crusoe tuvo sus comportamientos modelados por el Jeep, simplemente en el sentido de que desarrolló las habilidades de cómo conducir.
Cuando Viernes, el otro personaje de la novela, llegó a la isla, Crusoe se apresuró a intentar enseñarle a conducir el Jeep. Y como Viernes no sabía hablar inglés, la mayoría de sus aprendizajes se dieron por los comportamiento del protagonista que sirvieron de modelo. Entonces Crusoe prendía el Jeep y a continuación, Viernes lo imitaba. Más tarde conectaba nuevamente, presionando el embrague y enganchando el Jeep, y Viernes eventualmente hacía lo mismo, hasta moverlo. Skinner sintetiza la escena diciendo que Crusoe había aprendido a manejar “haciendo lo correcto en el momento correcto”, o más técnicamente, con contingencias de refuerzo. Viernes, a su vez, tuvo un excelente modelado de Crusoe de cómo proceder en la dirección del jeep, pero luego tuvo también su comportamiento moldeado por las contingencias.
La historia comienza a ser más interesante cuando llega el barco de rescate a la isla. Viernes comienza a mostrar al capitán del barco cómo dirigir el Jeep. Lógicamente, como no hablaba inglés, intentó hacerlo de la misma forma en que había aprendido con Crusoe señalando y usando modelado.
Cuando Crusoe vio la escena, se apresuró y asumió la tarea. Pero tuvo una facilidad única esta vez. Ahora podía, además, describir al capitán qué hacer, y en qué momento hacerlo. Así lo especificó: “Cuando usted gira la llave en el soporte del volante, algo en el coche hace ruido, pero no gire a menos que la palanca con la manija en la punta esté en posición vertical.” Crusoe podía describirle al capitán las contingencias de refuerzo que recibiría al acto de conducir el jeep dentro de la isla. Y el capitán, respondiendo a esas descripciones verbales, pudo quedar bajo el control del jeep más rápido de lo que Viernes lo hizo.
Al final, la moraleja de la historia en la versión skinneriana fue que el capitán aprendió a conducir más rápido, por responder a sus instrucciones, en conjunto con el moldeado y el mantenimiento ejercidos desde el jeep.
El comportamiento verbal aceleró ampliamente el aprendizaje, y ese fue un salto evolutivo de los miembros de nuestra especie que pudieron (y pueden) rápidamente armar descripciones verbales de las contingencias a las que fueron expuestos. De hecho, verbalizamos casi todo lo que hacemos instantes después de haberlo hecho. Son raras las situaciones vividas que no son verbalizadas por los humanos.
El análisis de Skinner del comportamiento de los personajes de la novela tiene mucho que ver con los procesos conductuales que ocurren en la Psicoterapia Analítica Funcional (FAP). Revisemos un poco eso:
FAP es una modalidad de terapia analítico-conductual que utiliza la relación terapéutica como medio para modificar los comportamientos problema interpersonales del cliente. El enunciado central de la FAP puntualiza que el cliente tiene un comportamiento semejante con relación al terapeuta al modo como se comporta con otras personas significativas en su vida. Entonces, los cambios de comportamiento en sesión tendrían gran probabilidad de ser generalizados para otras situaciones sociales.
La FAP enfatiza tres clases de respuesta como centro de interés en el tratamiento de clientes con dificultades de relacionamiento. Los comportamientos clínicamente relevantes 1 (CRB1s) son los comportamientos problema que ocurren en la sesión. Los comportamientos clínicamente relevantes 2 (CRB2s) son los progresos del cliente que ocurren también en la sesión. Por último, los comportamientos clínicamente relevantes 3 (CRB3s) son las interpretaciones del comportamiento según el cliente.
El cliente tiene un comportamiento semejante con relación al terapeuta al modo en que se comporta con otras personas significativas en su vida
Sus proponentes resaltan que el ingrediente nuevo en la FAP sería la posibilidad de que el terapeuta pueda reforzar naturalmente los comportamientos del cliente en el momento en que esos son evocados en sesión. FAP se hizo bastante conocida por ese motivo. Algunos vieron en esa característica una aproximación del trabajo del terapeuta de FAP con el trabajo de los terapeutas ABA (Análisis del Comportamiento Aplicado). De hecho, el éxito del Análisis Aplicado del Comportamiento en el tratamiento de niños con desarrollo atípico es un reflejo directo del refuerzo facilitado por el ambiente institucional semi controlado.
Sin embargo, FAP se trata de una terapia que elige para su análisis e intervención el contexto de interacción privilegiada entre terapeuta y cliente. El diferencial de FAP es la posibilidad de identificación y moldeado directo de los comportamientos sociales del cliente, es decir, de los CRB1s y CRB2s. En ese sentido el trabajo con el CRB3, según sus autores, sería importante solamente en la medida en que facilitan la emisión de CRB2.
Pero, ¿cuál sería el papel real del comportamiento gobernado por reglas orientado por el análisis del CRB3? ¿Podría ser crítico en el cambio de comportamiento del cliente?
Se trata de una terapia que elige para su análisis e intervención el contexto de interacción privilegiada entre terapeuta y cliente
Como terapeutas comportamentales, estaríamos interesados en enseñar a nuestros clientes interpretaciones funcionalmente orientadas, que no son fáciles dadas las atribuciones causales mentalistas y organicistas mantenidas por la cultura. Por desgracia, la gente tiende a explicar su comportamiento por el desequilibrio de los neurotransmisores, los estilos de personalidad, o la alineación de los astros en el espacio, y esto a menudo se convierte en un problema, ya que raramente posibilita cambios relevantes en el comportamiento.
El trabajo del terapeuta comienza entonces con el moldeado de nuevas reglas interpretativas, que especifican las relaciones que el comportamiento del cliente establece con el medio social. El moldeado efectivo proporcionaría, en última instancia, la formulación de reglas con especificaciones de las variables relacionadas a los problemas de comportamiento del cliente, y reglas con orientaciones de cómo debe comportarse diferencialmente para producir mejores consecuencias que las obtenidas anteriormente en su vida. Estas últimas reglas serían estímulos verbales especificadores de los comportamientos de mejora, y en principio podrían ser seguidos por los clientes, incluso en sesión en la relación con el terapeuta.
Considere el moldeado de una interpretación funcional del cliente durante una interacción ficticia con el terapeuta:
Cliente: “Me di cuenta de que siempre que tocamos asuntos difíciles para mí, como mi matrimonio, acabo faltando a la próxima sesión o me quedo dando vueltas y llego tarde. Siento rabia“.
Terapeuta: “También noté eso y de cierta forma sus faltas hacen que me sienta distante a usted, como si mi opinión fuera innecesaria. Pero parece que no es solo conmigo con quien usted viene sintiendo eso.”
Cliente: “Cuando mi esposa intenta ‘discutir la relación’, acabo interrumpiendo bruscamente sus intentos y luego salgo de casa. Ella ya me dijo que se está cansada de eso.” (Emisión del CRB3 objetivo).
El formato de FAP da al terapeuta la condición única de reforzar con precisión la formulación de reglas basadas en la interacción punto a punto entre cliente y terapeuta
Asumiendo que después de ese episodio el cliente pasa a intentar un diálogo con su cónyuge, observaríamos entonces un control inicial ejercido por la regla formulada en la interacción con el terapeuta. Esta es la belleza de FAP en el trabajo con las reglas CRB3. El formato de FAP da al terapeuta la condición única de reforzar con precisión la formulación de reglas basadas en la interacción punto a punto entre cliente y terapeuta (Abreu, Hübner, & Lucchese, 2012).
Ciertamente sería posible trabajar directamente con el CRB1 y el CRB2, sin ninguna preocupación en ayudar al cliente a interpretar funcionalmente sus comportamientos problema y/o de mejora. ¡Pero volvamos ahora a la isla desierta de Robinson Crusoe! Así como las reglas pasadas por Crusoe facilitaron el aprendizaje y generalización de las nuevas habilidades del capitán, también las reglas involucradas en el CRB3 facilitan el aprendizaje de nuevas formas de relacionarse del cliente. La ayuda de las reglas moldeadas (siendo esas las interpretaciones funcionales) da una facilidad y agilidad en el aprendizaje del cliente. El CRB3 facilita, sobre todo, la generalización de las nuevas habilidades interactivas para el contexto extra consultorio, en las relaciones significativas que el cliente tiene con las otras personas.
¿Y no sería ese el objetivo final de cualquier terapia? ¿Que el cliente mejore no con relación a la forma de comportarse con el terapeuta, sino en las relaciones interpersonales significativas de su vida?
Referencias bibliográficas:
Abreu, P. R. ; Hübner, M. M. C. ; & Lucchese, F. (2012). The role of shaping the client’s interpretations in functional analytic psychotherapy. The Analysis of Verbal Behavior, 28, 151-157. doi: 10.1007/BF03393117
Skinner, B. F. (1988) The fable. The Analysis of Verbal Behavior, 6, 1-2. doi.org/10.1007/BF03392823