Depende de cómo se presente, la religiosidad puede hacer mucha ayuda o mucho daño a las personas más vulvenerables.
Diversos estudios han encontrado que las religiones que presentan a Dios 1 como un ser todo poderoso, personal, atento y amoroso, son un recurso valioso para mejorar la salud y calidad de vida de las personas. Pero cuando presentan a Dios como vengativo e iracundo, los efectos pueden ser perjudiciales: alejan a la persona de su familia y comunidad, y deteriora su salud.
Psychology of Religion and Spirituality, publicó un estudio que intenta entender un poco más el impacto de la religiosidad en las personas con VIH.
En el estudio participaron 223 pacientes. 56% eran varones y el 75% eran cristianos. A todos se les aplicó una serie de escalas para evaluar su salud y religiosidad como: Brief Multidimensional Measurement of Religiousness/Spirituality (BMMRS-adapted), Patient Health Questionnaire (PHQ-9), Medical Outcomes Study-HIV Health Survey (MOS-HIV), y el Palliative care Outcome Scale (POS). Una vez evaluados, los participantes fueron categorizados en tres grupos, según su nivel de religiosidad:
- Grupo 1: El grupo con mayor nivel de religiosidad/espiritualidad. Este grupo participaba con mayor frecuencia en las reuniones religiosas, oraba/rezaba diariamente, y se autoidentificaba como personas religiosas y espirituales. En su mayoría eran personas mayores de 40 años y representó al 35% de los participantes.
- Grupo 2: En este grupo se encontraban aquellas personas que practicaba algún tipo de actividad religiosa en su casa, como rezar, pero no asistía a los servicios religiosos con regularidad. Este grupo era el más grande con 47% de los participantes.
- Grupo 3: Aquí se encontraban las personas que se identificaban como espirituales pero no estaban involucradas en ninguna organización religiosa y tenían el nivel más bajo de religiosidad/espiritualidad. Representaban el 18% de la muestra.
Los pacientes con VIH que se autoidentificaban como religiosos, rezaban diariamente y atendían a los servicios religiosos con regularidad, tenían mejor calidad de vida y mejor salud mental. En contraste, los pacientes con VIH que se consideraban “religiosos privados”, que no asistían a reuniones religiosas, principalmente porque tenían miedo de ser estigmatizados por su diagnóstico u orientación sexual (especialmente los hombres afroamericanos homosexuales), tenían los niveles más bajos de calidad de vida y peor estado de salud.
Por lo tanto, los autores del estudio sugieren que los médicos y centros de salud se enfoquen en aprovecharlo para maximizar los programas de salud y tratamiento. Una manera de hacerlo es considerando la religión de cada persona y reforzar la participación en actividades religiosas como: orar, meditar, leer textos espirituales, participar en eventos comunitarios, etc. Y al mismo tiempo a intervenir a la hora de proteger a las personas que sufren mayores represalias en centros religiosos a causa de su orientación sexual.
Fuente: Psychcentral
Referencia del estudio: Grill, K. B., Wang, J., Cheng, Y. I., & Lyon, M. E. (2020). The role of religiousness and spirituality in health-related quality of life of persons living with HIV: A latent class analysis. Psychology of Religion and Spirituality. Advance online publication. https://doi.org/10.1037/rel0000301
- El estudio utiliza el término Dios, con mayúscula, refiriéndose al Dios judeocristiano, debido a que la mayoría de muestra se consideraba cristiana. ↩