Los castigos físicos son algo bastante universal, si bien está prohibido de forma legal en 32 países, en el 87% del mundo, sigue siendo un método disciplinario aceptado.
Un grupo de investigadores decidió explorar la relación entre los castigos físicos y el desarrollo de trastornos mentales. En el resumen del estudio se nombran varias investigaciones que ya habían encontrado relación entre los castigos físicos y trastornos mentales del eje I; lo novedoso de este estudio es que también integra los trastornos del eje II y que cuenta con una muestra representativa importante.
Método
La muestra estuvo compuesta por 34.653 adultos mayores de 20 años, no institucionalizados, residentes en Estados Unidos. Se aplicó una Encuesta Epidemiológica sobre Alcohol y Condiciones Relacionadas (NESARC por sus siglas en inglés) a la que se le sumaron otros instrumentos para conocer la proporción de la muestra que sufrió de maltrato infantil y separarla de la muestra que se iba a considerar para el estudio. Las personas tomadas por el estudio fueron aquellas que habían sido empujadas, abofeteadas, agarradas, lanzadas o pegadas por sus padres u otros adultos que vivían en el hogar, y que habían respondido que esto les sucedía “a veces” o con frecuencias mayores a “a veces”(esto fue definido como castigo físico duro). También se recolectaron datos sociodemográficos y se indagó sobre historia familiar de disfunción (problemas con alcohol o drogas, encarcelamiento, tratamiento u hospitalización por salud mental y/o intentos o muerte por suicidio).
Los objetivos principales del estudio fueron:
- Determinar si el castigo físico aumenta la probabilidad de desarrollar trastornos mentales del eje I (Trastornos clínicos y otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica ) y el eje II (Trastornos de la personalidad).
- Estimar qué proporción de los desórdenes mentales en la población general es atribuible al castigo físico.
Es importante enfatizar también,que el estudio se ocupó de controlar limitaciones que tuvieron estudios previos sobre el tema, más específicamente se controlaron: (a) el efecto de los castigos físicos, el cual fue examinado en ausencia de maltrato infantil; (b) se incluyó un rango de trastornos mentales de los ejes I y II que previamente no fueron considerados; ( c) fue estimada la proporción de desórdenes mentales que puede ser atribuible a los castigos físicos; y (d) Se utilizó una extensa y representativa muestra nacional, lo cual permitió examinar al género como un posible moderador (si bien, los resultados no fueron significativos en este aspecto).
Resultados
Los resultados hacen progresar nuestro conocimiento de la relación entre los castigos físicos duros y los trastornos mentales en varios puntos de vista nuevos.
Primero, indican que el castigo físico duro en ausencia de maltrato infantil está asociado con el incremento en las posibilidades de tener varios trastornos de los ejes I y II de por vida; por supuesto, se realizó el ajuste para las variables demográficas y la historia de familia disfuncional antes de obtener estos resultados.
En segundo lugar, una reducción aproximada del 2% al 5% para los trastornos del eje I y del 4% al 7% para los del eje II, podrían ser notados en la población general si no ocurrieran los castigos físicos duros en ausencia de maltrato infantil.
Un descubrimiento sorpresivo fue que las familias con altos niveles de educación e ingresos fueron asociadas con elevadas probabilidades de castigos físicos duros.
Los resultados de ésta investigación encontraron relación entre el castigo y trastornos del eje I; específicamente con depresión mayor, distimia, trastornos del estado de ánimo, manía, fobia específica, trastornos de ansiedad, abuso/dependencia de sustancias y trastornos externalizados.
En el eje II, se encontró relación entre el castigo físico duro y los trastornos de los apartados A y B (por su clasificación en el DSM IV), aunque al ajustar por historias de disfunción familiar, los trastornos esquizoide y obsesivo compulsivo de la personalidad, perdieron significatividad estadística.
Limitaciones
Los autores nombran las siguientes limitaciones a considerar al interpretar los resultados:
- El diseño transversal se opone a la determinación de cualquier inferencia causal en la relación entre el castigo físico duro y los trastornos mentales.
- Los datos sobre castigo físico duro y maltrato infantil fueron recolectados retrospectivamente, lo que puede haber introducido error muestral. Sin embargo, hay evidencia que apoya la validez del recuerdo de eventos adversos en la infancia; además la psicopatología no está vinculada a datos de auto-reportes menos confiables sobre situaciones adversas experimentadas en la niñez.
- Por último, la medición de psicopatología familiar, se basó en el recuerdo de los individuos y su entendimiento de que algún padre tenía problemas con el alcohol o las drogas o haya sido tratado y hospitalizado por enfermedad mental. Confirmación mediante historias clínicas o datos recolectados de los padres podría haber mejorado el diseño del estudio.
Implicaciones
Afifi y colegas, mencionan que del estudio se desprenden varias implicaciones para la práctica clínica y las políticas, a saber:
- La importancia de que los pediatras y otros proveedores de cuidados médicos conozcan el vínculo entre los castigos físicos duros y los trastornos mentales que se han encontrado en el estudio, los cuales se suman a la creciente literatura sobre los efectos negativos de los castigos físicos
- Desde una perspectiva de salud pública, reducir el castigo físico puede ayudar a disminuir la prevalencia de trastornos mentales en la población general. Las políticas deben orientarse a estrategias para reducir los castigos físicos, lo cual apunta también a la importancia de difundir enfoques parentales positivos.
“Que nosotros conozcamos, no han habido examinaciones del vínculo entre el castigo físico y una amplia gama de trastornos de la salud mental en una muestra representativa nacional, controlando muchas formas de maltrato infantil. Estudios previos no han considerado la proporción de trastornos mentales en la población general que pueden ser atribuidos a castigos físicos solamente, sin experimentar formas más graves de maltrato infantil. Tal información será útil para pediatras y otros proveedores de atención médica, para tener en consideración al dar sus recomendaciones a los padres sobre el uso de castigos físicos.” dicen Tracie Afifi y colegas.
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Fuente: Pediatrics
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