El vínculo entre las enfermedades autoinmunes y la salud mental ha sido documentado con anterioridad. Las enfermedades autoinmunes son enfermedades crónicas en las que el sistema inmunitario del huésped no distingue entre células propias y extrañas y, como resultado, ataca los tejidos y órganos del cuerpo. Los trastornos alimentarios (como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, los atracones) son afecciones asociadas con el consumo anormal y la relación con los alimentos.
Existe una fuerte relación entre los trastornos alimentarios y las enfermedades autoinmunes, especialmente en las mujeres (Hedman et al., 2019). El análisis de la relación entre los trastornos alimentarios y las enfermedades autoinmunes mostró que, tanto en hombres como en mujeres, las enfermedades autoinmunes previas se asociaron con un mayor riesgo de trastornos alimentarios.
La muestra en el estudio de Hedman y sus colegas fue elegida de una cohorte de más de dos millones y medio de participantes, nacidos en Suecia entre 1979 y 2005. Las personas en este gran grupo fueron seguidas hasta el final del período de seguimiento ( Diciembre de 2013) o hasta que se produjera uno de los siguientes eventos: migración, muerte, recibir un diagnóstico de una condición alimentaria o enfermedad autoinmune. Por lo tanto, el período de seguimiento varió de 1 mes a 22 años.
Del grupo original, más de 26.000 fueron diagnosticados con un trastorno alimentario; más de 110.000, con un trastorno autoinmune. Los trastornos alimentarios ocurrieron en el 2% de las mujeres pero solo en el 0.1% de los hombres. Dicho de otra manera, la gran mayoría (94%) de las personas con problemas de alimentación eran mujeres. Ellas también eran más propensas que los hombres a tener una enfermedad autoinmune (62.605 frente a 48.796).
Las enfermedades autoinmunes más prevalentes en la muestra fueron la enfermedad celíaca (relacionada con la malabsorción y la sensibilidad intestinal al gluten), diabetes tipo 1 (relacionada con la incapacidad del cuerpo para producir suficiente insulina) y psoriasis (una condición de la piel).
En los hombres, el diagnóstico previo de artritis (una enfermedad caracterizada por dolor y rigidez en las articulaciones), enfermedad celíaca, diabetes tipo 1, lupus (una enfermedad autoinmune), psoriasis, enfermedad de Crohn (una enfermedad inflamatoria de los intestinos) y colitis ulcerosa (otra enfermedad inflamatoria intestinal común) aumentó el riesgo de una enfermedad autoinmune posterior.
En las mujeres, había un riesgo elevado de anorexia nerviosa después de un diagnóstico de enfermedad de Crohn, enfermedad celíaca y diabetes tipo 1. El riesgo de cualquier condición alimenticia también fue elevado después de un diagnóstico previo de enfermedad de Crohn, enfermedad celíaca, colitis ulcerosa, diabetes tipo 1 y psoriasis.
Solo en mujeres, también se encontró la relación opuesta. Es decir, las mujeres que recibieron un diagnóstico de trastornos alimentarios tenían un mayor riesgo de enfermedad autoinmune posterior.
Las mujeres diagnosticadas con algún trastorno alimentario tenían un riesgo 114% mayor de ser diagnosticadas con una enfermedad autoinmune en el año siguiente: 48% entre el primer y cuarto año y 32% después de eso. Por ejemplo, cualquier condición alimenticia aumentó el riesgo de enfermedad celíaca (189%) y enfermedad de Crohn (202%) un año después del diagnóstico.
¿Por qué están vinculadas las enfermedades autoinmunes y los trastornos alimentarios?
La naturaleza bidireccional del vínculo entre las enfermedades autoinmunes y los trastornos alimentarios sugiere que ambos comparten el mismo mecanismo subyacente o algún factor que afecta el riesgo de ambos tipos de enfermedades.
La desregulación de la función inmune puede ser uno de esos mecanismos compartidos. Por ejemplo, algunas propiedades biológicas relacionadas con el sistema inmune o factores biológicos, como concentraciones anormales de estrógenos y citocinas, baja concentración/diversidad de microbiota intestinal, podrían ser más comunes en algunas personas con trastornos alimentarios.
Los factores ambientales y de comportamiento también podrían desempeñar un papel. Considerando la diabetes tipo 1: el autocuidado de la diabetes requiere comportamientos como control de porciones, monitoreo de los niveles de azúcar en la sangre, ejercicio, seguimiento de la ingesta de carbohidratos, etc. Estos comportamientos tienen el potencial de volverse excesivos y patológicos, y aumentar la probabilidad de desarrollar trastornos alimentarios.
Igualmente, en la enfermedad celíaca, la restricción dietética por una alimentación libre de gluten permanente y la vigilancia necesaria pueden fomentar la preocupación y la ansiedad por comer, lo que puede aumentar el riesgo de conductas alimentarias patológicas. Además, los “cambios en la dieta pueden dar lugar a aumento de peso, lo que puede aumentar la insatisfacción corporal y potencialmente inducir a conductas restrictivas y/o de purga, explican los autores.
En resumen, la compleja relación entre los trastornos alimentarios y las enfermedades autoinmunes puede deberse a diversos factores biológicos y ambientales. Por lo tanto, es aconsejable controlar a los pacientes con anorexia nerviosa, bulimia nerviosa u otras afecciones alimentarias debido a su mayor riesgo de enfermedades autoinmunes; y monitorear a aquellos diagnosticados con enfermedad celíaca, diabetes tipo 1 y otras enfermedades autoinmunes, dado que tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos alimenticios.
Referencia:
Hedman, A., Breithaupt, L., Hübel, C., Thornton, L. M., Tillander, A., Norring, C., … Bulik, C. M. (2019). Bidirectional relationship between eating disorders and autoimmune diseases. Journal of Child Psychology and Psychiatry, and Allied Disciplines, 60(7), 803-812. https://doi.org/10.1111/jcpp.12958
Fuente: Psychology Today