El pasado 30 de septiembre murió Scott Lilienfeld, reconocido investigador, docente y autor de los artículos más interesantes y transformadores que he leído sobre la psicología científica. La causa fue un cáncer de páncreas y solo tenía 59 años.
Sentí mucha tristeza cuando me enteré de su muerte. No tuve el privilegio de conocerlo en persona. Lo más cerca que estuve fue en el año 2016 cuando organicé, desde Panamá, la logística para la entrevista que le harían Fabián Maero y Paula José Quintero, en el congreso de CLACIP en Buenos Aires.
Pero no es necesario conocer a una persona cara a cara para sentir admiración y tristeza por su pérdida. Gracias a sus escritos, Lilienfeld dejó una huella en miles de estudiantes, psicólogos y psiquiatras que pudieron evaluar y aprender de una psicología basada en la evidencia científica.
Hoy se cumplen dos meses de su muerte y probablemente he demorado demasiado en escribir esto. La verdad es que no sabía qué decir, ni cómo decirlo. Pero tampoco quería que pasara como si nada o hacer un simple post en Facebook. En Psyciencia le debemos mucho y la mejor forma que tengo para agradecerle es con un artículo que nos permita recordar su legado.
Sus inicios en la psicología y su amor por la docencia
Scott Lilienfeld nació el 23 de diciembre de 1960 en el estado de Nueva York. Desde muy temprano demostró su amor por la ciencia y seguramente se hubiera dedicado a la astronomía o a la arqueología, pero una clase de introducción a la psicología que tomó en la adolescencia encendió la llama de su curiosidad por los misterios de la mente humana y, después de tomar otras clases en la universidad, decidió que quería ser psicólogo. Obtuvo su título en psicología en la Universidad de Cornell y obtuvo su doctorado en 1990 bajo supervisión del reconocido investigador de la personalidad, David T. Lykken, en la Universidad de Minnesota.
Durante sus primeros años como investigador, Lilienfeld publicó valiosos estudios sobre la personalidad psicopática que le otorgaron rápidamente el reconocimiento de la comunidad académica y le abrieron las puertas a la docencia, primero como profesor asistente en la State University of New York (SUNY) y luego como catedrático en la Emory University, donde trabajó por 26 años y obtuvo el premio Samuel Candler Dobbs, un reconocimiento exclusivo a los docentes que se destacan por su producción académica y calidad educativa.
Un investigador poco convencional
En el ámbito académico los investigadores suelen elegir un área para especializarse. Lilienfeld, en cambio, se consideraba un generalista y se dedicó a estudiar una amplia variedad de áreas dentro de la psicología, entre las que resaltan: sesgos cognitivos, memoria, personalidad, trastornos de personalidad, evaluación científica de la psicología, problemas de la evaluación psicológica, microagresiones en el ámbito laboral, psicología y neurociencia forense.
Gracias a esa incesante curiosidad publicó más de 350 investigaciones científicas y más de una docena de libros dirigidos tanto a especialistas como al público general, que le han otorgado el reconocimiento de ser citado más de 37,000 veces.
Un escéptico ejemplar
Lilienfeld era un escéptico con todas las letras. Reconocía la importancia de la humildad intelectual y no cayó en el común error de usar el cinismo, burlas o epítetos en sus artículos, sino que proporcionó un cuerpo de argumentos muy bien documentados y cuidadosamente redactados que no buscaban convencer al lector, sino más bien generar la duda. Y sí que lo lograba.
Lilienfeld instó a los psicólogos a expresarse por medio de entrevistas y artículos, cuando los medios de comunicación propagan mitos psicológicos. Él creía firmemente que era posible un cambio basado en la evidencia, pero para lograrlo era necesario que los especialistas proveyeran información coherente que reemplace la información pseudocientífica.
Con su refinado y contundente escepticismo, cuestionó la validez de instrumentos, terapias y constructos ampliamente utilizados en la psicología clínica que no tienen evidencia científica. Escribió sobre la pseudociencia de los recuerdos reprimidos, la controversia del trastorno de personalidad múltiple, cuestionó la supuesta superioridad de la terapia EMDR, del pobre estatus científico de las técnicas proyectivas, del mito de los estilos de aprendizaje, criticó el neurocentrismo y los 50 mitos de la psicología popular. En Psyciencia tradujimos y adaptamos varios de sus artículos más importantes:
- El estatus científico de las técnicas proyectivas
- ¿Puede hacer daño una psicoterapia?
- Los 10 mandamientos para ayudar a los estudiantes de psicología a distinguir la ciencia de la pseudociencia
- “Yo soy visual” – El mito de los estilos de aprendizaje
- Hablar bien no cuesta nada: Algunos términos psicológicos que deberíamos evitar
- ¿Por qué las psicoterapias inefectivas aparentan funcionar?
- El gran enemigo de la verdad: Los 10 mitos más populares de psicología
Un editor preocupado por mejorar el estatus de la ciencia psicológica
Lilienfeld también se desempeñó como editor de revistas de alto impacto como la revista Clinical Psychological Science y el Archives of Scientific Psychology. También fue miembro del comité para la investigación escéptica de la revista Skeptical Inquirer Magazine. Y por si fuera poco, también fue elegido como presidente de la Asociación para la Ciencia de la Psicología Clínica (la sección 3 de la División 12 de la APA).
Como editor, Lilienfeld estaba realmente interesado en ayudar a los investigadores a sacar su máximo potencial y cuando rechazaba alguna investigación, se tomaba el tiempo para explicar con mucha precisión, claridad y humildad cuales eran sus razones y a la vez alentaba a los investigadores a mejorar su trabajo bajo los más rigurosos estándares científicos.
Tan buenas eran sus devoluciones y comentarios que la revista Clinical Psychological Science, lo resalta en su obituario:
Es común que los autores respondan a cartas de decisión; es poco común que expresen un profundo aprecio y admiración cuando sus manuscritos han sido rechazados. Sin embargo, Scott recibió con frecuencia estas expresiones de gratitud. Muchos afirmaron que la carta de decisión que recibieron fue la mejor carta de rechazo que jamás habían recibido; incluso al dar malas noticias, Scott siempre fue constructivo, perspicaz y alentador. Para él, servir como editor era más que un simple control: también era un vehículo para que los colegas trabajaran juntos para mejorar el estado de nuestra ciencia.
Reconocimientos
Lilienfeld recibió muchos reconocimientos, entre los que destacan el James McKeen Cattell Award, por sus contribuciones a la ciencia psicológica aplicada y el premio David Shakow Award, de la Asociación Americana de Psicología por sus contribuciones distinguidas al campo de la psicología clínica.
Para continuar su legado la Association of Psychological Science, creó el Scott O. Lilienfeld Student Travel Award, un premio que reconoce los logros de investigación en psicología clínica y provee los fondos necesarios para que esos estudiantes puedan viajar a las convenciones anuales de la APS. La revista Clinical Psychological Science publicará un número especial, editado por sus amigos y colegas más cercanos, con artículos escritos por diversos expertos en investigaciones que mostrarán la importancia y alcance de sus investigaciones.
Adiós Scott Lilienfeld
Scott Lilienfeld murió joven, pero vivió una vida muy intensa y haciendo lo que más le apasionaba y divertía. En sus entrevistas no solo transmitía lo mucho que le divertía la investigación, sino que también lograba contagiarnos su amor por la ciencia de la psicología. Por eso y mucho más, gracias Lilienfeld.
Fuente: The New York Times; Clinical Psychological Science; Emory University News