Traducción del artículo publicado en la revista TIME.
En los últimos años y con la aprobación del matrimonio de personas del mismo sexo, se ha desatado una muy controversial temática: los hijos criados por parejas homosexuales son diferentes a los niños criados por una familia tradicional heterosexual. Según estudios previos tal diferencia no existe, pero recientemente se han presentado nuevas evidencias, que presentaré en este artículo y que vale la pena analizar.
Este artículo presenta un estudio que exhibe resultados muy controvertidos sobre una temática claramente polémica, como es la paternidad de parejas homosexuales.
A los hijos adultos de padres que han tenido parejas del mismo sexo a veces les va significativamente peor que a los hijos adultos de matrimonios heterosexuales duraderos. Así lo dicen los resultados de un nuevo y de seguro controversial estudio realizado por Mark Regnerus, sociólogo de la Universidad de Texas en Austin.
El Estudio de las Nuevas Estructuras Familiares (NFSS, por sus siglas en inglés), está obligado a poner el gato entre las palomas, ya que en investigaciones previas sobre el bienestar de los hijos de padres gays y lesbianas, se ha encontrado que estos niños no crecen para ser muy diferentes de aquellos criados en el seno de matrimonios heterosexuales y que, de hecho, los hijos de madres lesbianas son a menudo mejor adaptados y más saludables emocionalemente.
En contraste con aquellos estudios, el NFSS encontró que los hijos adultos de personas que han tenido parejas del mismo sexo presentan: más del doble de probabilidades de estar en terapia que los hijos de hogares heterosexuales “por un problema conectado con la ansiedad, depresión, relaciones, etc.”; más probabilidades de estar recibiendo asistencia pública (pero, sobre todo, también presentan más probabilidades de haber sido criados con ayuda estatal); menos probabilidades de tener empleos de tiempo completo; menos probabilidades de haber votado en las elecciones del 2008; y tienden a haber alcanzado menor educación formal.
El estudio de Regnerus es mayor y más abarcativo que los estudios anteriores, pero también presenta muchos problemas en sí
Regnerus asegura:
La afirmación empírica de que no hay diferencias debe ser desterrada.
Estos efectos parecieran estar más marcados en aquellas personas cuyas madres han tenido parejas lesbianas que en aquellas cuyos padres han tenido parejas gays. Esto fue especialmente notable luego de controlar factores contribuyentes como la edad del encuestado, su sexo o raza, la educación de sus padres, las riquezas percibidas, si habían sido víctimas de abusos y cuán tolerantes a los homosexuales eran sus estados.
Los hijos adultos de madres lesbianas eran más propensos que los hijos de padres heterosexuales a engañar a sus propias parejas, fumar marihuana y ser arrestados. Tristemente, un revelador 23% de los encuestados cuyas madres habían tenido una pareja lesbiana, dijo que había sido abusado sexualmente por un padre o por un adulto que compartía con él un vínculo afectivo, en comparación con el 2% de los hijos de parejas heterosexuales. (El estudio destaca, sin embargo, que sería erróneo concluir que quien abusaba fuera necesariamente la madre o su pareja, o que el abuso esté relacionado con la orientación sexual de los padres).
El estudio se publicó en la revista Social Science Research en colaboración con varios otros documentos, todos más o menos relacionados con el mismo tema. En un estudio de revisión de datos anterior, sobre los hijos de parejas del mismo sexo, Loren Marks de la Universidad Estatal de Louisiana manifiesta no estar de acuerdo con la posición declarada en la Asociación Americana de Psicología – basada en dichos datos anteriores – de que no hay “ninguna diferencia” entre ser criado por una pareja heterosexual o una pareja gay. Esta afirmación no está respaldada por una cantidad suficientemente importante de investigaciones, sostiene Marks.
Otros tres sociólogos ofrecen una modificación en los puntos de vista sobre el asunto, entre ellos David J. Eggebeen, profesor asociado del departamento de desarrollo humano y estudios sobre las familias en el Estado de Pennsylvania, que escribe rotundamente: “Estos documentos no prueban nada”.
El estudio de Regnerus es mayor y más abarcativo que los estudios anteriores, pero también presenta muchos problemas en sí. La primer gran cuestión es quién paga por él: la Fundación Bradley y el Instituto Witherspoon, dos organizaciones con una inclinación socialmente conservadora. De hecho, Regnerus ha escrito anteriormente para medios conservadores, incluyendo la revista Christianity Today (pero también para otros medios más neutros, como el Washington Post).
Los encuestados podrían haber enfrentado más el estigma, que lo que actualmente deben enfrentar los hijos de padres homosexuales
El NFSS se basa en encuestas representativas a nivel nacional de casi 15.600 personas, incluyendo casi 250 que reportaron haber tenido un padre que había tenido una pareja del mismo sexo. Los estudios anteriores incluyen por lo general 70 participantes o menos, reclutados a través de las redes de personas homosexuales, a los que se les dijo que estaban participando en una encuesta sobre las familias homosexuales. Regnerus sostiene que no se trataba de muestras seleccionadas al azar.
De todos modos, el NFSS tampoco es necesariamente representativo de la situación actual. Los encuestados eran adultos (entre 18 y 39 años de edad), y los cambios radicales en las actitudes de la sociedad hacia parejas del mismo sexo en las dos últimas décadas sugieren que los encuestados podrían haber enfrentado más el estigma, que lo que actualmente deben enfrentar los hijos de padres homosexuales.
Por otra parte, y quizás más relevantemente, muy pocos de los entrevistados vivían con una sola pareja del mismo sexo toda su infancia. Algunos, al parecer, habrían sido el producto de una relación anterior a la realización del padre o madre como personas homosexuales, o el producto de una de las varias relaciones de diversas clases. Lo que significa que estos niños son propensos a haber experimentado el divorcio o “desintegración familiar” – un conocido indicador de los problemas sociales y conductuales en los niños.
De hecho, cuando los resultados de los encuestados se compararon con los de los hijos adultos de padres divorciados, familias adoptivas, familias reconstituidas y familias monoparentales, las diferencias fueron menos marcadas. Es probable que las variaciones observadas entre los niños de hogares homosexuales y heterosexuales sea atribuible en parte a la inestabilidad, en lugar de a la orientación sexual de los padres. Además, como señala Cynthia Osbourne (colega de Regnerus) de la Universidad de Texas: “proximadamente el 43% de los encuestados NFSS cuyas madres tenían una relación homosexual, eran negros o hispanos”, y se enfrentaron a un conjunto totalmente distinto de estigmas sociales y demográficos – que, de nuevo, son conocidos factores de predicción de problemas en los niños – mientras que la mayoría de los participantes en los estudios anteriores eran de raza blanca. Por no mencionar el elevado número de encuestados en el NFSS, cuyas familias habían precisado de asistencia pública.
El estudio no realiza una comparación justa de manzanas con manzana
Otra crítica mordaz: el NFSS compara a los hijos de “cualquier padre que alguna vez” tuvo una relación con alguien del mismo sexo, con los hijos que vivían con ambos padres biológicos casados desde su nacimiento hasta cumplir los 18 años, dice Philip N. Cohen, profesor de sociología en la Universidad de Maryland, College Park. “No se trata de personas que fueron criadas por lesbianas o gays.” (Sólo dos encuestados en toda la encuesta encajan en esa descripción.) En otras palabras, el estudio no realiza una comparación justa de manzanas con manzanas.
Sin embargo, esta metodología fue aprobada por sociólogos bien vistos, entre ellos Paul Amato en el Estado de Pennsylvania, quien escribió en un editorial que el estudio de Regnerus está “mejor situado que casi todos los estudios anteriores que pretendían detectar diferencias entre estos grupos en la población.” Cuando Amato evaluó los datos del NFSS de forma independiente, encontró, al igual que Regnerus, que “Cuando se comparan los promedios de los puntajes de bienestar, los jóvenes adultos que crecieron con madres lesbianas obtuvieron un poco menos de la mitad de una desviación estándar por debajo de los jóvenes adultos que crecieron en el seno de matrimonios heterosexuales duraderos”. “Me gustaría describir esto como un efecto de tamaño moderadamente grande”. (Amato hace notar, para que conste, que él también fue un consultor pagado en el estudio durante su fase de desarrollo.)
Regnerus, por su parte, insiste en que él no se dedica a demonizar a los padres gays. “Esto no es un estudio de crianza de los hijos”, dice. “Muchos padres homosexuales son claramente excelentes. Me enfoco en la reivindicación de la relación, no en el estado de la relación”. También señala que “el estudio no puede responder a planteos políticos”.
Tanto sus críticos como sus partidarios hacen eco de esa declaración. “El estudio hace una importante contribución a nuestra comprensión de cómo una variedad de entornos familiares durante la infancia están relacionados con los resultados entre la descendencia de jóvenes adultos” escribe Amato. “Sin embargo, estos resultados – y de hecho, los hallazgos de la investigación social – no se deben utilizar para restringir los derechos civiles de ningún grupo de individuos.”
Esto no significa, por supuesto, que la gente no va a tratar de restringirlos.
2 comentarios
bueno me parece muy interesante este articulo pero creo que es muy difícil hablar de homosexuales y la crianza de niños sin tener controversias al respecto principalmente del punto del vista moral – religioso , el pensamiento conservador de los que realizaron el estudio pudo haber influido en los resultados pero las conclusiones de los mismos parecieran ser neutras. pero aspectos biológicos y sociales principalmente estos últimos influyen en el desarrollo de un individuo y con padres homosexuales, las influencias y presiones parecen ser relativamente mas intensas y desfavorables
Gracias por comentar Andres! De seguro este es un tópico muy controversial y como tal son manifiestas las dificultades para su abordaje. Considero que es un campo que debe contar con un soporte psicológico idóneo y para ello son necesarios estudios e investigaciones que guíen a los profesionales en esta tarea.
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