¿Siempre pensaste que la recomendaciones de no usar hisopos para limpiarte los oídos eran exageradas? Este caso clínico reportado en en BMJ Case Reports, y relatado por Miguel Jorge en Gizmodo Español, te lo hará pensar dos veces:
Al parecer, el hombre llegó a emergencias a punto de sufrir un colapso. Experimentaba convulsiones y los primeros exámenes físicos mostraban confusión, adormecimiento y un estado alterado de la conciencia. Más tarde, el paciente reveló que había sentido dolores de cabeza y náuseas durante varios días, tiempo durante el cual luchó para poder recordar nombres.
Con todo, había algo más inquietante: admitió sentir “dolor de oído izquierdo intermitente y pérdida de audición” durante los últimos cinco años. Cuando los médicos le realizaron una tomografía computarizada en el cráneo descubrieron abscesos llenos de pus en el tejido que rodeaba su cerebro.
Posteriormente, la secreción de una de sus orejas reveló al culpable de la infección: Pseudomonas aeruginosa, un patógeno peligroso que causa todo tipo de enfermedades. En este caso, el equipo médico observó que el patógeno fue el responsable de la afección del hombre, llamada otitis externa necrotizante (NOE, también conocida como otitis externa maligna), que afecta el tejido en el canal auditivo externo (EAC).
La causa:
Un examen físico del canal auditivo indicó la respuesta: un fragmento de un bastoncillo de algodón que se había atascado en la cabeza del paciente durante años.
Y es que al parecer, “el riesgo de infecciones por cuerpos extraños alojados dentro de EAC es un factor de riesgo para la otitis externa (inflamación del canal auditivo)”, explican los investigadores en su informe, aunque nunca antes se había documentado que causara NOE.
Mejor tener los oídos con un poco de cera que pus en el cerebro.