Los psicópatas toman decisiones inmorales porque carecen de una respuesta emocional típica ante eventos o situaciones de crueldad. Esta hipótesis sugiere un estudio publicado en el British Journal of Psychology, que concuerda con las declaraciones hechas durante años por el investigador en psicología forense Robert Hare.
De hecho, existe una amplia evidencia que sugiere que el procesamiento emocional de los psicópatas es atípico, lo que influye directamente en el desarrollo de la moral. Este concepto es clave para comprender el cuadro clínico de la psicopatía, que se caracteriza principalmente por la ausencia de culpa y remordimiento, y por la incapacidad que muestra el psicópata de ponerse en el lugar de la víctima, es decir, de experimentar empatía.
El estudio en cuestión fue realizado por investigadores de la Universidad de Padova (Italia), y consistió en la evaluación de un total de 51 participantes clasificados en un rango de alta y baja tendencia psicopática.
El experimento evaluó la toma de decisiones morales de los participantes y qué tan dispuestos estaban a sacrificar a una persona en una situación hipotética independientemente de las consecuencias. Los resultados del análisis no mostraron ninguna diferencia entre el grupo de personas con alta tendencia y baja tendencia, incluso si los dilemas eran moralmente inaceptables, lo que sugiere que los individuos que presentan un rasgo psicopático alto o bajo poseen un mecanismo subyacente particular que influye en la toma de decisiones morales.
Estos hallazgos sugieren además que la toma de decisiones en la personalidad psicopática se ve afectada por un procesamiento emocional atípico que les impide considerar las consecuencias de sus actos con relación al modo en que pueden llegar a sentirse los demás. De hecho, en el modelo experimental, los individuos con baja tendencia psicopática fueron más propensos a cometer actos inmorales en situaciones que perjudicaban o herían a otras personas.
De acuerdo con Robert Hare, cerca del 1% de la población mundial presenta una personalidad psicopática, aunque este cálculo puede variar según la forma en que se realice la medición. El asunto es que nos hemos equivocado al creer que un psicópata es el típico asesino en serie que amputa y colecciona extremidades; en realidad, el psicópata integrado es el más peligroso y también el más común:
“Fíjese, por ejemplo, en los grandes escándalos financieros, con pérdidas para miles de personas. Detrás hay una mente psicópata. En los grandes negocios la psicopatía no es una excepción. ¿Qué tipo de persona cree usted que es capaz de robar a miles de inversores, de arruinarles aunque después se suiciden? Dirán que lo sienten, pero nunca devolverán el dinero. Es incluso peor que lo que hacen muchos asesinos”.