Es vox populi que hacer actividad hace bien, no obstante, se observa en los últimos treinta años un preocupante descenso de los niveles de actividad física en la población general que difícilmente alcanza los niveles recomendables para lograr beneficios sobre la salud.
El estudio de la motivación busca comprender por qué las personas eligen cierta forma de comportamiento y la realizan con determinadas intensidad y persistencia, y es un elemento clave para entender la adherencia a cualquier tipo de práctica.
En el estudio de la motivación relacionada al deporte y la actividad física, se ha destacado una teoría que cuenta actualmente con uno de los constructos teóricos más coherentes y sólidos para explicar la motivación humana: la teoría de la autodeterminación de Edward Deci y Richard Ryan (Álvarez, Coterón López, Gómez, Brito & Martínez González, 2017). La teoría de la autodeterminación (TAD, desde ahora) es una macro-teoría de la motivación humana que tiene relación con el desarrollo y funcionamiento de la personalidad. La teoría analiza el grado en que las conductas humanas son voluntarias o autodeterminadas, es decir, el grado en que las personas realizan sus acciones al nivel más alto de reflexión y se comprometen en las acciones con un sentido de elección (Carratalá, 2004). De acuerdo con la TAD los humanos somos seres activos orientados al crecimiento personal, a la integración de los valores y actividades en nuestro propio ser, y a integrarnos en estructuras sociales (Deci y Ryan, 2000). Para ello, necesitamos sentir satisfechas nuestras necesidades psicológicas de autonomía, competencia (saber hacer) y relación.
El contexto social juega un papel fundamental, apoyando o frustrando las necesidades de los participantes en una actividad determinada, por ejemplo, mediante el apoyo a la autonomía: la satisfacción o frustración de las necesidades psicológicas básicas en un determinado contexto se relaciona con la motivación para participar en esa actividad (Black y Deci, 2000; Mageau y Vallerand, 2003).
La motivación como un continuo
Esta teoría general consta de cinco mini-teorías: teoría de la evaluación cognitiva, teoría de la integración orgánica, teoría de las orientaciones de causalidad, teoría de las necesidades básicas y teoría de los contenidos de meta. La mini-teoría de la integración orgánica establece que la motivación es un continuo caracterizado por diferentes tipos de autodeterminación. De este modo, establece tres grandes niveles de motivación que son, de menor a mayor grado de autodeterminación: desmotivación, motivación extrínseca (con diferentes formas según el nivel de regulación) y motivación intrínseca. Esta última es, sin duda, el constructo que con más consistencia se ha visto asociado a comportamientos o actitudes relacionados con el desempeño de actividades físico-deportivas (Belando, 2013; M. Hagger, Chatzisarantis, y Biddle, 2002).
En un extremo del continuo se situaría la desmotivación, que implica la ausencia de cualquier tipo de motivación (intrínseca o extrínseca) hacia la conducta que se ha de llevar a cabo. La desmotivación supone el menor grado de autodeterminación, ya que una persona desmotivada no encuentra ningún valor o sentido en la actividad que realiza y, por lo tanto, considera que la conducta no le reportará satisfacción o beneficio alguno.
La teoría de la autodeterminación (TAD, desde ahora) es una macro-teoría de la motivación humana que tiene relación con el desarrollo y funcionamiento de la personalidad
En el otro extremo del continuo se encontraría la motivación intrínseca. Este tipo de motivación supone la forma más autodeterminada de motivación, dado que la persona se implica en la actividad por el placer y disfrute que en sí mismo le supone esa actividad.
Entre los dos polos del continuo (desmotivación y motivación intrínseca), se situaría la motivación extrínseca. Esta teoría establece cuatro formas:
La menos autodeterminada de ellas es la regulación externa, en la que la persona actúa por un incentivo externo (Deci y Ryan, 2000), por ejemplo “hago actividad física para demostrar lo bueno que soy” (la recompensa externa es el reconocimiento de los demás).
A continuación, estaría la introyección, en la que se actúa por evitar sentimientos de culpabilidad (Ryan y Deci, 2000), se trataría de “deber” o “tener” que hacer algo, por ejemplo “me sentiría mal si no me tomase el tiempo necesario para practicar deporte”.
Más autodeterminada sería la regulación identificada, en la que el practicante se identifica con la importancia que tiene la actividad para sí mismo, aunque la práctica seguiría siendo instrumental (Deci y Ryan, 2000). Un claro ejemplo sería, “practico deporte porque es bueno para la salud”.
La forma más autodeterminada de motivación extrínseca sería la regulación integrada, en la que varias identificaciones son asimiladas, ordenadas jerárquicamente y puestas en congruencia con otros valores (Ryan y Deci, 2000). Por ejemplo, serían todos aquellos que se ejercitan por motivos de salud. Dichos tipos de motivación se concretan en diferentes motivos que definen las razones por las que la persona practica actividad física y sustentan su participación en dicha práctica (Hellín, Moreno, y Rodríguez, 2004).
A partir del marco de la teoría de la autodeterminación, paralelamente a los tipos de motivación, existen diferentes motivos dependiendo del grado de autodeterminación (Ryan et al., 1997). En este sentido, los motivos con mayor grado de autodeterminación o interiorización tendrían que ver con el disfrute o la mejora de la salud, mientras que en el otro extremo tendríamos motivos como el reconocimiento social o la mejora de la imagen física. Respecto a estos últimos, menos autodeterminados, en la sociedad occidental se cultiva mucho el cuerpo y la imagen corporal considerándolos en la actualidad como un instrumento de especial importancia a la hora de relacionarnos con los demás. Estos motivos se han relacionado en los estudios en este ámbito con los diferentes tipos de motivación establecidos por la teoría de la autodeterminación, destacando las relaciones altas y positivas entre el motivo salud y la motivación integrada y las relaciones bajas positivas o ausentes entre el motivo apariencia, mejora de la imagen o reconocimiento social y los tipos de regulación más autodeterminados (Ingledew y Markland, 2005).
Dichos tipos de motivación se concretan en diferentes motivos que definen las razones por las que la persona practica actividad física
No obstante, dentro de la estructura teórica de la TAD, además de la medición de los tipos de regulación del ejercicio, ha existido un interés por medir un rango más amplio de motivos específicos por los que las personas realizan práctica física. Por ejemplo, los motivos asociados a la imagen corporal han sido en los últimos años señalados como determinantes para que algunas personas, especialmente mujeres, comiencen a realizar ejercicio físico (Hausenblas, Brewer, & Van Raalte, 2004), mientras que los motivos como la diversión o la revitalización han sido asociados con la adherencia a la actividad física y a la fase de mantenimiento de la actividad.
Conclusiones y pasos a seguir
De las investigaciones se destaca el reconocimiento de la importancia del contexto deportivo para acceder a niños y adolescentes con el fin de establecer una base de estilos de vida activos y saludables más allá de la enseñanza obligatoria, ya que para poder disfrutar de los beneficios que aporta la práctica de la actividad física, ésta ha de ser realizada de forma regular a lo largo de toda la vida (Warburton y Spray, 2008).
Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) realizada en 2013 en Argentina, el 54,7 por ciento de los adultos es sedentario, es decir que no cumple 30 minutos de actividad física diarios. Además, muestra que 6 de cada 10 adultos tiene exceso de peso y 2 de cada 10 tienen obesidad. Por ejemplo, en la adolescencia el sedentarismo es un problema en aumento: el 83 por ciento de las personas entre 13 y 15 años no cumple la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de mantenerse físicamente activo 60 minutos por día.
Los estilos de vida sedentarios constituyen una de las diez primeras causas de mortalidad, morbilidad y discapacidad y de algunas enfermedades no transmisibles como la obesidad, la diabetes, ciertos tipos de cáncer y las enfermedades cardiovasculares. A la fecha, es de suponer que no se hayan realizado cambios radicales de estos datos.
Facilitar la adherencia a la actividad física entre los jóvenes debe ser un objetivo social prioritario, ya que la práctica de actividad físico-deportiva va a influir de manera positiva en el desarrollo individual y social de la comunidad; además, de los indudables efectos positivos que el ejercicio físico tiene sobre la salud, tanto a nivel físico como psicológico y social (American College of Sports Medicine, 2000).
Referencias
Abarca-Sos, A., Zaragoza, J., Generelo, E., y Julián, J. A. (2010). Comportamientos sedentarios y patrones de actividad física en adolescentes. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, 40, 410-427.
Álvarez, F. Evelia, Coterón López, Gómez, Brito V., Martínez González, J. (2017) Influencia de la motivación y del flow disposicional sobre la intención de realizar actividad físico-deportiva en adolescentes de cuatro países. RETOS. Nuevas Tendencias en Educación Física, Deporte y Recreación.
American College of Sports Medicine (2000). Guidelines for exercise testing and prescription. Baltimore: Williams & Wilkins.
Airasca, D. (2012). La cultura escolar ¿Una aproximación a la cultura sedentaria? Buenos Aires Teseo; Universidad Abierta Interamericana.
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Deci, E. L., y Ryan, R. M. (Eds.), (2002). Handbook of self-determination research. Rochester, NY: University of Rochester Press.
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Farinola, M. G. (2004). Relación entre Actividad Física, Aptitud Física, Salud y Riesgo de Muerte. Medicina del Ejercicio (2), 5-16.
Hausenblas, H. A., Brewer, B. W., & Van Raalte, J. L. (2004). Self-presentation and exercise. Journal of Applied Sport Psychology, 16(1), 3–18. doi:10.1080/10413200490260026
Hellín, P., Moreno, J. A., y Rodríguez, P. L. (2004). Motivos de práctica físico-deportiva en la Región de Murcia. Cuadernos de Psicología del Deporte, 4(1-2), 101-116.
Ministerio Salud de la Nación. Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo. Buenos Aires: Ministerio de Salud; 2013.
Ingledew, D. K., y Markland, D. (2005). Behavioural regulation of exercise: Effects of personality traits and participation motives. Paper presented at the annual meeting of the European Health Psychology Society, Galway, Eire.
Warburton, V. E., & Spray, C. M. (2008). Motivation in physical education across the primary-secondary school transition. European Physical Education Review, 14(2), 157-178.
1 comentario
hola Federico!!! Te felicito por tu articulo y una pregunta. ¿No es el conductismo el que lo maneja como dos vertientes, 1. Que lo que nos motiva en esencia es huirle al dolor, y 2. El acercarnos al placer, siendo este ultimo la fuente de la dopamina que al final también reduce el dolor?????. Y que el solo echo de imaginarnos que algo nos traerá dopamina ya es una fuente de motivación. Como tener un bonito cuerpo y presumirló ante los demás…
Saludos!!!
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