Lindo artículo de The New York Times para ayudarnos a mejorar nuestros propósitos financieros para el 2025:
Empieza con un objetivo concreto como propósito, sugirió Kreisler, y anótalo: “Es más probable que cumplas tus objetivos si están escritos”. A continuación, divídelo en porciones digeribles para que sea menos abrumador. En lugar de decir: “Voy a ahorrar para la educación universitaria de mi hijo”, comprométete a ahorrar 200 dólares al mes —o la cantidad que puedas permitirte— en un plan 529 de ahorro para la universidad.
Considera que habrá contratiempos para no caer en la tentación de rendirte desde la primera vez que no logres ahorrar lo que te propusiste. “No tienes que ser perfecto”, enfatizó Kreisler. Si tu propósito era ahorrar 500 dólares, y apenas ahorraste 150, “eso es mejor que cero”, sostuvo.
Otra técnica consiste en reconocer que, aunque propósitos como ahorrar e invertir te beneficiarán en el futuro, ahora mismo pueden sentirse como una carga. Por ejemplo, si te propusiste revisar los estados de cuenta de tu tarjeta de crédito cada mes en el nuevo año, no pasa nada si te recompensas con un pequeño regalo después de completar la tarea, puntualizó Karen C. Altfest, planificadora financiera certificada radicada en Nueva York. Puede ser ir al cine, salir a correr por el parque o tomar una copa de vino, recomendó, lo que te apetezca, siempre que no sea extravagante.
El artículo me llamó la atención porque comienza citando un estudio del reconocido John Norcross sobre la eficacia de los propósitos de Año Nuevo. Aunque a menudo se piensa que estos no son útiles, en realidad pueden ser una herramienta poderosa para cambiar comportamientos, especialmente cuando se formulan de manera concreta y alcanzable.