La enfermedad de Alzheimer genera déficits significativos y progresivos que hacen necesario que las personas que la padecen cuenten con cuidados durante las 24 horas del día. El cuidado de alguien con Alzheimer, se asocia con una carga mental significativa donde pueden presentarse, por ejemplo, depresión y ansiedad, y dificultades en el funcionamiento social, familiar y profesional. Esta tarea a menudo cae dentro de la esfera de responsabilidad de familiares y seres queridos (cuidadores informales), o bien de trabajadores de la salud que lo hacen como parte de sus labores habituales (cuidadores formales).
Se presenta, entonces, la problemática de la sobrecarga del cuidador, es decir, el esfuerzo o carga emocional, material, social y física que soporta el cuidador de una persona con enfermedad crónica (Zarit et al., 1980). La intensidad de la atención que presta una persona está relacionada con la magnitud de los efectos sobre la salud: las tasas elevadas de ansiedad, depresión y estrés, así como la reducción del bienestar subjetivo en los cuidadores, son causadas por los problemas de conducta, el deterioro cognitivo y la discapacidad funcional del paciente con Alzheimer, y están relacionados con la duración de la atención y la edad del cuidador (Schulz & Sherwood, 2008).
Por otra parte, el apoyo social es un gran recurso para quienes tienen a su cargo tareas de cuidado: su impacto es significativo en la reducción de la angustia experimentada en relación con dichas actividades ya que funciona como un amortiguador, y es capaz de reducir los efectos negativos de las situaciones estresantes y la gravedad de los síntomas de fatiga, protegiendo así contra la aparición de la fatiga crónica (Redwine et al., 2004). Los estudios indican que es un factor clave para reducir el nivel de tensión y estrés en los cuidadores (Drentea et al., 2006; Pearlin et al., 1990), contribuir a mejorar la salud física y mental y reducir el nivel de mortalidad (Berkman et al., 2000).
Otro recurso psicológico que cobra importancia es la autoeficiencia, encargada de la sensación de bienestar, la disposición a tomar decisiones, la motivación y la perseverancia en el logro de las metas. El sentido de la autoeficacia fortalece la resiliencia, aumenta el compromiso y mejora el afrontamiento de las dificultades (Kreitler et al., 2007).
Para identificar factores de riesgo en cuidadores formales e informales es preciso, en primer lugar, prestarle la debida atención a sus problemas. Un estudio reciente comparó los problemas de salud mental en cuidadores formales e informales y examinó la relación entre los recursos mentales y los problemas de salud mental en ambos grupos de cuidadores (Sołtys & Tyburski, 2020).
Metodología
Los investigadores realizaron un estudio transversal en el que examinaron a 100 cuidadores formales (n = 50) e informales (n = 50) de pacientes con enfermedad de Alzheimer. Los recursos personales se midieron con el Cuestionario de Apoyo Social (CAS), la Escala de Autoeficacia Generalizada (EAG) y el Cuestionario de Sentido de Coherencia (CSC), mientras que la salud mental se evaluó con el Cuestionario de Evaluación de la Depresión (CED) y el Cuestionario de Salud General (CSG). La regresión escalonada multivariante se realizó por separado para ambos grupos investigados.
Hallazgos
- No hubo diferencias significativas entre los cuidadores formales e informales en términos de variables psicológicas, es decir, sentido de coherencia, apoyo social, autoeficacia o problemas de salud mental.
- En contraste, hubo diferentes predictores significativos de problemas de salud mental en ambos grupos. La comprensibilidad (CAS) fue un predictor significativo de problemas de salud mental medidos por el cuestionario de evaluación de la depresión y la autoeficacia (EAG) fue un predictor significativo de problemas de salud mental medidos por el cuestionario de salud general en cuidadores informales.
- Para los cuidadores formales, el apoyo emocional (CAS) y la comprensibilidad (CSC) fueron predictores significativos de problemas de salud mental medidos por el cuestionario de evaluación de la depresión, mientras que el apoyo tangible (CAS) y la significación (CSC) fueron predictores significativos de problemas de salud mental medidos por el cuestionario de salud general.
Según esta investigación, el predictor más significativo de problemas generales de salud mental en el grupo de cuidadores informales es la autoeficacia. Cuando este factor es más fuerte favorece una mayor motivación y compromiso para alcanzar los objetivos, incluso en situaciones que suponen un gran desafío. También favorece la participación en actividades relacionadas con la salud, el afrontamiento activo del estrés, la superación de obstáculos y la concentración en las oportunidades. La baja autoeficacia aumenta el riesgo de ansiedad, depresión o sentimientos de impotencia, lo que puede conducir a un deterioro de la salud psicosomática.
Señalan los autores que, según sus hallazgos, la creencia de que las propias acciones son ineficaces puede estar asociada con una experiencia subjetiva de estrés más fuerte y menor tolerancia al estrés. El cuidado de los parientes cercanos implica relaciones emocionales, que pueden aumentar la sensación de control sobre los eventos externos y el sentido de responsabilidad. Una incapacidad percibida para hacer frente a las dificultades da como resultado un aumento en los niveles de estrés, que afecta la activación del sistema autoinmune y conduce a una inmunodeficiencia. Desarrollar un sentido de autoeficacia fuerte puede tener un efecto de mejora inmunológica. Esto lleva a pensar a los investigadores que es importante no solo contar con recursos psicológicos específicos, sino también percibir las propias capacidades como suficientes para desempeñar el papel de cuidador.
En base a estos resultados, los autores concluyeron que los recursos personales son predictores importantes de los resultados de salud mental en los cuidadores de pacientes con Alzheimer, y que por lo tanto, las acciones preventivas deben incluir la evaluación de los factores que afectan la salud mental de los cuidadores a fin de brindarles la atención necesaria y crear grupos de apoyo adecuados.
Referencias bibliográficas:
- Berkman, L. F., Glass, T., Brissette, I., & Seeman, T. E. (2000). From social integration to health: Durkheim in the new millennium. Social Science & Medicine, 51(6), 843-857. https://doi.org/10.1016/s0277-9536(00)00065-4
- Drentea, P., Clay, O. J., Roth, D. L., & Mittelman, M. S. (2006). Predictors of improvement in social support: Five-year effects of a structured intervention for caregivers of spouses with Alzheimer’s disease. En Social Science & Medicine (Vol. 63, Número 4, pp. 957-967). https://doi.org/10.1016/j.socscimed.2006.02.020
- Kreitler, S., Peleg, D., & Ehrenfeld, M. (2007). Stress, self-efficacy and quality of life in cancer patients. En Psycho-Oncology (Vol. 16, Número 4, pp. 329-341). https://doi.org/10.1002/pon.1063
- Pearlin, L. I., Mullan, J. T., Semple, S. J., & Skaff, M. M. (1990). Caregiving and the stress process: an overview of concepts and their measures. The Gerontologist, 30(5), 583-594. https://doi.org/10.1093/geront/30.5.583
- Redwine, L., Mills, P. J., Sada, M., Dimsdale, J., Patterson, T., & Grant, I. (2004). Differential Immune Cell Chemotaxis Responses to Acute Psychological Stress in Alzheimer Caregivers Compared to Non-caregiver Controls. En Psychosomatic Medicine (Vol. 66, Número 5, pp. 770-775). https://doi.org/10.1097/01.psy.0000138118.62018.87
- Schulz, R., & Sherwood, P. R. (2008). Physical and Mental Health Effects of Family Caregiving. En AJN, American Journal of Nursing (Vol. 108, Número Supplement, pp. 23-27). https://doi.org/10.1097/01.naj.0000336406.45248.4c
- Sołtys, A., & Tyburski, E. (2020). Predictors of mental health problems in formal and informal caregivers of patients with Alzheimer’s disease. En BMC Psychiatry (Vol. 20, Número 1). https://doi.org/10.1186/s12888-020-02822-7
- Zarit, S. H., Reever, K. E., & Bach-Peterson, J. (1980). Relatives of the impaired elderly: correlates of feelings of burden. The Gerontologist, 20(6), 649-655. https://doi.org/10.1093/geront/20.6.649
Fuente: BMC Psychiatry