Se denomina probióticos a microorganismos vivos, cuya ingesta en cantidades adecuadas y en forma sostenida en el tiempo, produce beneficios para el organismo. Recientemente, investigadores de la Universidad de Missouri, usando un modelo de pez cebra, determinaron que un probiótico común vendido en suplementos y yogures puede disminuir comportamientos relacionados con el estrés y la ansiedad.
Los modelos animales para el estudios del cerebro y el comportamiento son bien conocidos. Con respecto al pez cebra, fue utilizado anteriormente para estudios neurocomportamentales y “su uso está bien establecido en la detección de drogas”, dijo Aaron Ericsson, director del Centro Metagenómico de MU y profesor asistente de investigación en el Departamento de Pathobiología Veterinaria.
Para el presente estudio, los investigadores añadieron Lactobacillus plantarum, una bacteria común encontrada en yogures y suplementos dietarios, en tanques que contenían a peces cebra, mientras que en otro contenedor que también poseía de estos ejemplares, no añadieron ninguna bacteria.
Posteriormente, procedieron a introducir diversos estresores ambientales en ambos tanques, como por ejemplo drenar agua, producir hacinamiento o realizar cambios de temperatura.
Peces que estuvieron en contacto con probióticos, demostraron menores niveles de ansiedad frente a eventos estresantes.
Una vez introducidos los estresores durante varios días, analizaron las rutas de genes de ambos grupos de peces, y encontraron que aquellos que recibieron los suplementos mostraron una reducción en las vías metabólicas asociadas con el estrés.
Daniel Davis, subdirector del MU Animal Modeling Core, afirmó:
“Mediante la medición de los genes asociados con el estrés y la ansiedad, nuestras pruebas fueron capaces de predecir cómo este probiótico es capaz de beneficiar las respuestas de comportamiento en estos peces.” (…) “Esencialmente, las bacterias en el intestino alteraron la expresión génica asociada con el estrés y la ansiedad, lo que permite una mayor señalización de determinados neurotransmisores”.
Para confirmar estos datos, los investigadores midieron los movimientos de los peces en los estanques. Un pez que se encuentra bajo estrés, tiende a pasar más tiempo en el fondo del agua. Utilizando sofisticadas herramientas de medición y proyección de imagen, observaron que aquellos peces que estuvieron en contacto con probióticos, pasaron más tiempo nadando en la parte superior del tanque. En contraste, aquellos que no recibieron estas bacterias, pasaron luego de las situaciones estresantes mayor tiempo en el fondo del tanque, confirmando la hipótesis de que este grupo presentaba mayores niveles de estrés y ansiedad.
La investigación fue publicada en el Journal Scientific Reports.
Fuente: ScienceDaily