Buscar desesperadamente el camino a la felicidad podría ser un atajo inadvertido hacia la ansiedad y la depresión, de acuerdo con un estudio publicado en Depression and Anxiety.
La investigación, que se basó en el análisis de una muestra de 112 personas con signos de depresión y niveles de presión social, muestra cómo ciertas normas sociales comunes parecen contribuir a una conducta depresiva importante en personas que se sienten obligadas por deber social a ser felices.
“En lugar de ser una consecuencia directa producto de una vida bien vivida, la felicidad se ha convertido en una meta por sí sola. Las caras sonrientes que nos muestran en los medios sociales y los supuestos gurus de la felicidad nos bombardean con sus últimos tips de manejo emocional y eso refuerza el mensaje de que deberíamos maximizar nuestras emociones positivas y evadir las negativas”, explica el psicólogo Brock Bastian.
En lugar de ser una consecuencia directa producto de una vida bien vivida, la felicidad se ha convertido en una meta por sí sola
A la larga, esto lleva a las personas a buscar vías de escape para situaciones de vida completamente normales solo porque quieren evitar el sentir tristeza o ira, y esto termina convirtiéndose en un círculo vicioso de evasión emocional donde nos forzamos a ser un prototipo de ser humano superior, un organismo mejorado que experimenta únicamente sensaciones positivas.
Para Bastian, el vínculo directo entre este perfeccionismo enfermizo y la depresión se debe a la manía con la que nos hemos acostumbrado a reprimir nuestros sentimientos y a procurar por todos los medios no exhibir nuestra vulnerabilidad. “Así que cuando una celebridad anuncia que ha sufrido un aborto involuntario y está tomándose un tiempo para sí misma, o un político se despide para hacer frente al estrés laboral, estas situaciones resuenan tan poderosamente con nosotros”, comenta.
Desde luego, el modo más apropiado de abordar esto es tratar los orígenes del problema y no sólo las consecuencias, es decir, la depresión clínica se manifiesta. Bastian opina que los programas educativos pueden realmente surtir efectos perdurables para reducir la proliferación de males como la ansiedad y la depresión, lo único que se requiere es comenzar a cambiar el chip que nos dice que debemos ser obligatoriamente tan dichosos como las personas que vemos en la televisión, o igual de exitosas.
Todos merecemos explotar al máximo nuestras capacidades y sacar provecho a cada oportunidad de la vida para prosperar, sin embargo, las dificultades y los malos momentos son parte del camino y negarnos a la experiencia puede ser incluso más dañino que aceptarla, aprender de ella y seguir adelante.
Fuente: Medical Daily
2 comentarios
Es muy curioso lo que señala el artículo, que la presión social para lograr la felicidad pueda causar depresión. Otra de las muchas paradojas que encontramos en psicología, ¿verdad?
Yo creo que en parte el error está en confundir la felicidad con las emociones positivas, más concretamente con la alegría. Hablo de ello en un artículo mío: http://www.simbolics.cat/cas/una-vida-feliz-es-una-vida-plena/, basado en un seminario del psicólogo Manuel Villegas. La felicidad es algo más estable que una emoción. Las emociones son efímeras, suben y bajan, vienen y se van. La felicidad es un concepto de otra índole, más relacionado con el sentido de la vida y el buen vivir -que incluye, como reivindica el presente artículo, la gestión de la parte negativa de la vida, sin negarla ni apartarla.
Mal vamos si para disfrutar de la vida tenemos que fijarnos en los otros,la televisión vive de vender mentiras en el 90/ciento de su programación
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