Aunque pueda parecer paradójico, los niños no se ríen por alegría. Estudios científicos, incluido el mío propio, muestran que hay algo mucho más profundo que la alegría o la diversión en la risa de un niño.
La risa de los adultos es igualmente compleja. En un estudio anterior sobre el significado de la risa en adultos, concluí que es una respuesta evolutiva a algo confuso o inesperado. Es una señal poderosa de “todo está bien” para nosotros mismos y para otros de que una amenaza potencial es, de hecho, inofensiva.
Basándome en esta investigación, mi estudio más reciente se centra en la risa en niños y bebés. Descubro que está estrechamente relacionada con el desarrollo cerebral y de la personalidad: los niños se ríen por razones muy diferentes en diferentes etapas de su desarrollo, mucho antes de que puedan comprender conceptos abstractos como juegos de palabras, chistes o incluso el lenguaje.
Los beneficios evolutivos de la risa
La risa surge de nuestra capacidad para entender y juzgar incongruencias en un chiste o acción de forma inconsciente: es nuestra respuesta a una transición instantánea entre asombro y resolución.
Por lo tanto, la risa en adultos señala el paso de la amenaza o el miedo, tanto para nosotros mismos como para quienes nos rodean. Por eso los niños, y muchos adultos, se ríen en montañas rusas u situaciones similares: en lugar de llorar de miedo, pasan de la perplejidad y el terror a la resolución. La risa es la señal de este paso.
Varios estudios muestran que este proceso es el mecanismo detrás de la comedia exitosa, especialmente la comedia física. El filósofo francés Henri Bergson propuso y explicó este mecanismo por primera vez en 1900 con respecto a la comedia física: “El elemento cómico … consiste en una cierta inelasticidad mecánica, justo donde uno esperaría encontrar la adaptabilidad despierta y la maleabilidad viviente de un ser humano”.
Los bebés aprenden a reír
La risa comienza poco después del nacimiento. Los bebés aprenden a reír porque quieren imitar a sus padres y recibir su aprobación. Esta es la forma en que los bebés aprenden todo al principio: a través de la imitación y recibiendo la aprobación de los adultos que los rodean.
Pero a medida que crecen, los bebés salen de la simbiosis con sus padres que caracteriza los primeros meses de vida. Aprenden a distinguir su propia persona de sus padres y del mundo que los rodea. Una vez que comienzan a comportarse de manera autónoma, entre los 2 y 5 años, comienzan a experimentar una nueva sensación por primera vez: ciertas cosas pueden parecer frías, extrañas o fuera de lugar, y esto los sorprende, confunde y asombra.
Aquí es donde entra la risa: después de un momento de vacilación, comprenden que lo que parecía aterrador o inesperado en realidad es inofensivo.
Por ejemplo, un niño se ríe cuando ve a su padre con una nariz de payaso falsa. ¿Por qué? Porque por un instante se sintieron avergonzados: esa nariz no es una nariz “real”. Cuando comprenden que solo era una broma de papá, se tranquilizan y se ríen. También pueden reír cuando su hermano mayor hace una mueca tonta, y el proceso es el mismo: asombro, tranquilidad, risa.
Entender la lógica permite a los niños comprender los chistes
A partir de los 5 o 6 años, los niños aprenden a manejar conceptos abstractos, lo que significa que pueden entender y “pillar” los chistes. Esto sucede cuando superan la etapa anterior de egocentrismo, que dificulta su comprensión del razonamiento de los demás.
En esta etapa, la risa surge con los mismos criterios que la de los adultos, es decir, para desaprobar lo que consideran frío y falso, no solo en otras personas, sino también en los procesos de razonamiento. Este proceso mental es la base de un buen remate cómico: incongruencia, asombro y resolución.
Estas tres etapas de desarrollo de la risa: imitación y aprobación, asombro, desaprobación, son buenos indicadores del crecimiento y desarrollo mental del niño.
La risa de los padres puede ayudar al desarrollo de los bebés
La risa de los padres, al igual que la de los bebés, es importante para el desarrollo, pero ¿por qué los padres ríen instintivamente con sus bebés? Podemos entender fácilmente que una madre o un padre sonrían alegremente a su bebé, pero la risa es más compleja.
Cuando miran a su hijo, un padre no puede evitar tener un momento de perplejidad: los bebés son extraños por naturaleza porque se asemejan a los adultos, pero no hablan ni se comportan como uno. Este asombro momentáneo dura una fracción de segundo antes de ser superado inmediatamente: ¡es solo su amado bebé!
Esto debería animar a todos los padres a participar en la risa con sus bebés, a no sentirse cohibidos o asustados, y a ser sus “compañeros de risa”. Tales interacciones pueden mejorar el comportamiento y el bienestar de los bebés – la risa es un aliado comprobado de nuestro sistema inmunológico – y ayudarles a desarrollar una relación natural y saludable con esta compleja respuesta humana.
Por Carlo Valerio Bellieni, profesor de pediatría en Università di Siena
Artículo publicado en The Conversation y traducido y adaptado al español por Psyciencia.