El lenguaje tiene un profundo efecto en la manera en que interpretamos el mundo y cómo nos comportamos. Durante las últimas tres décadas, miles de profesionales de la salud han impulsado la inclusión del término “persona” en cada referencia que se hace a los trastornos mentales, en un esfuerzo por reducir la despersonalización y el estigma que sufren las personas con trastornos mentales.
Algunos podrían creer que es un simple intento de fomentar el uso de un lenguaje “políticamente correcto”. Sin embargo, una nueva investigación encontró que incluso las diferencias sutiles en los términos que usamos pueden afectar profundamente los niveles de tolerancia con los que tratamos a las personas con trastornos mentales.
Los datos provienen de la investigación publicada en la revista The Journal of Counseling and Development, la cual aplicó a 711 personas que fueron divididas en tres grupos (estudiantes universitarios, adultos y profesionales consejeros), dos versiones sutilmente modificadas de la escala Community Attitudes Toward The Mentally Ill que evalúa las actitudes hacia las personas con trastornos mentales. Una versión de la escala incluía el término: “enfermos mentales” y la otra versión incluyó: “personas con enfermedad mental”.
La escala también incluyó cuatro subescalas que permitió conocer distintos aspectos de cómo se percibe a las personas con trastornos mentales:
- Autoritarismo: “Los mentalmente enfermos o las personas con enfermedades mentales” necesitan el mismo tipo de control y disciplina que un niño pequeño”.
- Benevolencia: “Los mentalmente enfermos o las personas con enfermedades mentales” han sufrido por mucho tiempo objeto del ridículo”.
- Restricción social: “Los mentalmente enfermos o las personas con enfermedades mentales” deben ser aislados del resto de la comunidad”.
- Ideología de la comunidad de salud mental: “Los mentalmente enfermos o las personas con enfermedades mentales, se beneficiarían de vivir en barrios residenciales, pero el riesgo para los residentes es muy grande”.
Al comparar las respuestas, se encontró que las personas eran menos tolerantes cuando leían la declaración con el término: “mentalmente enfermo”. También se encontraron leves diferencias en las escalas según los grupos de personas que participaron en el estudio:
Los estudiantes universitarios y los profesionales consejeros mostraron menos tolerancia en las escalas de autoritarismo y restricción social. En cambio, los adultos en general fueron menos tolerantes en las escalas de benevolencia e ideología de salud mental en la comunidad.
Otro dato no menor fue que el grupo de los consejeros tuvo la mayor discrepancia en los niveles de tolerancia, según el término que se usó. Lo cual significa que nosotros, los profesionales de la salud mental, no somos inmunes al efecto del lenguaje a la hora de tratar a las personas con trastornos mentales, y debemos ser muy cuidadosos con las palabras que usamos.
Los autores del estudio también recomiendan que sus hallazgos sean considerados por los directivos de salud y los medios a la hora de elegir las palabras que utilizan para referirse a las personas con trastornos mentales. Ellos tienen mucha influencia en la sociedad y deben ser los primeros en efectuar los cambios sugeridos.
“Yo entiendo por qué las personas usan el término “mentalmente enfermo”. Es más corto y más fácil de usar que “personas con enfermedades mentales”. Dijo Darcy Granello, coautora de la investigación. ” Pero creo que las personas con enfermedades mentales se merecen que cambiemos nuestro lenguaje. Incluso si es más incómodo para nosotros, porque ayuda a cambiar nuestra percepción, lo que nos lleva por último a tratar a todas las personas con el respeto y el entendimiento que ellas se merecen.”
Es necesario aclarar que esta investigación se hizo en inglés y que las connotaciones sobre la palabra illness (traducido como: enfermedad) son distintas a las que usamos en español. En nuestro caso, deberíamos también considerar el uso de la palabra trastorno, porque las condiciones mentales no se conciben como enfermedades.
Fuente: Psypost