No es para nada díficil imaginarse una canción con coro, pero, ¿por qué las canciones tienen partes que se repiten y otras que no? Tratemos de imaginar que la misma situación se da en otras formas de arte, que un cuarto o la mitad del trabajo se repite: una pelicula que muestra la misma secuencia de 10 minutos cada 20 minutos o un libro que repite capitulo por medio… ¿cómo lo encontraríamos?
Los coros son simplemente la forma en que nuestra cultura incorpora un deseo humano
Sin embargo, parece que los coros fueran necesarios en la música popular, incluso, en muchos casos ese es el fin de la canción. De hecho, se habla del coro “ganchero” muchas veces haciendo alusión a su capacidad de enganchar a la gente, ¿cuántas veces no nos hemos encontrado a nosotros mismos tarareando aquella parte de una canción que se repite aún cuando la canción no nos guste?
Elizabeth Margulis, directora del Laboratorio de Cognición Musical de la Universidad de Arkansas, propone en un maravilloso ensayo en la revista Aeon que la repetición es la razón de ser de la música, los coros son simplemente la forma en que nuestra cultura incorpora un deseo humano aún más profundo de tocarla nuevamente.
En la Universidad de Illinois, el etnomusicologo Bruno Nettl contó la repetitividad dentro de los pocos estilos musicales universales conocidos como característicos de la música mundial, en las radios estadounidenses comúnmente aparecen canciones que pegan presentando un coro que suena muchas veces y la gente escucha esta canción, ya repetitiva, muchas veces. El musicologo David Huron de la Universidad Estatal de Ohio estima que durante más del 90% del tiempo que la gente pasa escuchando música, en efecto, escuchan pasajes que ya han escuchado.
De hecho, Margulis argumenta que es la repetición en sí la que nos da pie para escuchar musicalmente, incluso cuando lo que estamos escuchando puede ser no precisamente música (¿has escuchado alguna vez el ritmo que genera una gotera?). “No importa el material constituyente, da lo mismo si son cadenas de silabas o cadenas de tonos, parece que la fuerza bruta de la repetición puede funcionar para musicalizar secuencias de sonidos, gatillando un cambio profundo en la forma en que los escuchamos” dice.
Lo más maravilloso de todo esto es que además explica el proceso de por qué cuando repetimos muchas veces una palabra en voz alta empieza, en algún punto, a sonar rara. Margulis argumenta que esto se debe a que el significado que le damos a la palabra comienza a perder sentido y sólo escuchamos su sonido. Esto es el llamado efecto de saciación semántica, documentada más de 100 años atrás, mientras la palabra se vuelve menos y menos accesible, los aspectos del sonido se vuelven extrañamente “salientes” (idiosincracias de pronunciación, repetición de letras, el abrupto final de la última sílaba, por ejemplo. “El simple acto de la repetición hace posible una nueva forma de escuchar, una confrontación más directa con los atributos sensoriales de la propia palabra” escribe Margulis.
“Captura circuitos secuenciadores que hacen la música se sienta como algo que haces en vez de algo que percibes”.
El ensayo de Marguli da un fascinante giro para explicar qué pasa con la repetición que la convierte en un elemento clave de la música. El secreto sugerido por la evidencia es que escuchar música es un proceso activo: hacemos música en nuestra cabeza mientras los sonidos suenan en nuestros cerebros. Marguli concluye que la repetición “captura circuitos secuenciadores que hacen la música se sienta como algo que haces en vez de algo que percibes”.
Para mí, el mundo es música, mi cabeza crea música todo el tiempo con prácticamente cada sonido o ruido que escucha en la calle o en la casa, ese maravilloso poder que tiene nuestro cerebro de a veces darle hasta color y movimiento a la música y no hablo de medir empiricamente las ondas producidas, hablo de la esencia artistica, estetica, mágica de la música. Demosle un tiempo a nuestra cabeza para disfrutar componiendo musica con los sonidos del ambiente y quizás podamos entender mucho mejor este breve artículo, ¿qué opinas tú?