El viaje más largo que hice en auto fue hace un par de años durante las vacaciones de invierno en Argentina. Fuimos con la familia de mi novia, hoy esposa, desde la provincia de Entre Ríos hacia las provincias del noroeste. Conocimos las ciudades de Salta y Jujuy y llegamos hasta Bolivia. Fue un viaje estupendo que nunca olvidaré, lleno de paisajes hermosos y costumbres diferentes. El viaje lo sentí muy largo de ida, pero de regreso lo percibí bastante corto. Tal vez tu también has experimentado esa sensación, pero ¿por qué será que los viajes de regreso, aún cuando la distancia es idéntica, se sienten más cortos?
Este es un fenómeno que la psicología ha denominado como: ¨efecto del viaje de regreso¨, pero que no tiene una explicación clara. Sin embargo, los psicólogos que han investigado dicho fenómeno nos ofrecen algunas posibles causas:
1. El viaje de regreso es más familiar y por eso pasa más rápido
Esta explicación fue publicada en 1950 y se basa en el principio de que sentimos que el tiempo pasa más lento cuando experimentamos estímulos que no son familiares, por ejemplo, los paisajes que conoces mientras te vas de vacaciones. Sin embargo, esta explicación no ha sido apoyada por investigaciones más nuevas. Un estudio del 2011 le pidió a sus participantes que tomaran un viaje de ida y vuelta por la misma ruta y otro grupo tendría que tomar una ruta diferente de regreso. Ambos grupos sintieron que el viaje de regreso tomó menos tiempo.
2. Sobrestimamos cuánto tiempo tomará el viaje de regreso, haciendo que parezca más rápido
El psicólogo holandés Niels van De Ven fue el autor del estudio del 2011 que citamos en el punto anterior. Según él, las personas tienden a sobreestimar cuánto tomará el viaje de regreso y por eso parece que pasa más rápido. En otras palabras, nuestras expectativas sobre el viaje serían clave.
En una entrevista para NPR, De Ven dijo:
¨A menudo vemos que la gente es demasiado optimista cuando empiezan a viajar. Esto produce que la primera etapa del viaje parezca tardar más de lo esperado. Así que cuando empieza el viaje de regreso piensas ‘Wow, esto va a tomar mucho tiempo‘, y, como resultado, el viaje de regreso tarda menos de lo que esperado.¨
La hipótesis que ideó De Ven también permite explicar, además, por qué las personas no experimentan el efecto del viaje de regreso en las rutas que viajan muy a menudo, por ejemplo, el viaje que haces a diario para ir al trabajo.
3. Nos preocupamos por llegar puntualmente a los lugares
El psicólogo Dan Zakay explica que el viaje de regreso se siente más corto porque nuestro cerebro dedica más recursos a preocuparse por el tiempo cuando queremos llegar a un lugar – esto es lo que pasa cuando quieres salir rápido de tu trabajo y miras constantemente tu reloj y las manecillas parecen no moverse- pero cuando vamos de regreso no nos importa mucho llegar a tiempo a nuestro hogar y nuestra atención se desvía a otros estímulos, haciendo que el viaje de regreso se sienta más corto.
No obstante, esta explicación no tiene mucho apoyo. Las personas reportan el efecto del viaje de regreso aún cuando no están preocupados por la hora de llegada. Un ejemplo de ello es un estudio japonés reciente que encontró el efecto del viaje de regreso, aún cuando no se le pidió a los participantes que llegaran a una hora específica.
4. El efecto del viaje de regreso está relacionado con la retrospectiva y la narración
El estudio japonés nombrado anteriormente, encontró además algo muy interesante entre las personas que experimentan el efecto. Les pidieron a los participantes que informaran, sin ver el reloj, cuando creían que habían pasado tres minutos mientras veían vídeos de un viaje simulado. Un grupo vio videos de un viaje de ida y vuelta y otro grupo solo vio un viaje de ida. Ambos grupos reportaron que percibieron que el tiempo pasó con la misma velocidad. Pero los resultados del grupo de ida y vuelta cambiaron cuando se les pidió que comparan los viajes de ida y vuelta en retrospectiva.
Según los investigadores, esto demuestra que nuestro cerebro utiliza dos sistemas distintos para registrar el tiempo. Otras investigaciones también han encontrado que nuestro cerebro usa un sistema matemático para llevar un registro del tiempo en un momento específico y otro sistema basado en el lenguaje que observa en retrospectiva los eventos vividos y cuenta historias sobre el tiempo que tomaron.
Esta diferenciación de los sistemas cerebrales del tiempo sugiere que sólo el sistema relacionado con el lenguaje se ve afectado por el efecto del viaje de regreso. Los autores creen que esto pasa porque se les pidió explícitamente a los participantes que tomaran un viaje de regreso y esto puede haber alterado su juicio retrospectivo del paso del tiempo.
Parece que las explicaciones ofrecidas por De Ven y el estudio japonés son las que cuentan con mayor apoyo, pero aún así, las otras hipótesis en conjunto nos pueden ofrecer una imagen más amplia de esta intrigante ilusión.
Fuente: Vox