La ambulancia llega a una clínica privada de la ciudad con una persona que requiere asistencia médica urgente, luego de recorrer distintos efectores de salud sin encontrar quién brinde la atención correspondiente. Como primera respuesta, la clínica declara que no hay camas disponibles, que se realizarán las pruebas necesarias en la guardia pero, de precisar internación, no garantizan que la persona pueda quedarse allí. Mientras se llevan a cabo estas pruebas corroboran que el paciente cuenta con seguro médico, dinero para pagar la internación y los estudios, y además pertenece a una “familia importante” de la ciudad. Seguidamente informan que, ahora sí, hay cama para tal persona. ¿Qué hubiera pasado si se trataba de alguien sin los recursos económicos o las conexiones sociales necesarias para ser considerada merecedora de cuidado médico en ese lugar?
Si una situación de estas características llegara a tu esfera de conocimiento, ¿tomarías alguna acción?
No resulta novedoso el hecho de que hayan personas, grupos y colectividades que cuentan con menos herramientas (tanto simbólicas como económicas), con menos recursos, y con escasas posibilidades de reclamar equidad y ejercer los derechos que, en teoría, tienen. Pues, convengamos, el mero reconocimiento de un derecho por parte de las naciones del mundo no es suficiente ni efectivo si no está acompañado de la oportunidad de ejercerlo.
Según los instrumentos internacionales de Derechos Humanos, es responsabilidad de los Estados respetar y hacer respetar los derechos en ellos contenidos. Se entiende por Estado no sólo a sus representantes y autoridades sino también a la sociedad que lo compone. En otras palabras, es tu responsabilidad y la mía respetar y hacer respetar los derechos: esto incluye los tuyos, los míos y los del muchacho que ha aprendido que el fin justifica los medios y por tanto roba para poder tener lo que necesita cotidianamente.
¿Se puede promover la acción colectiva ante situaciones de injusticia y desigualdad a través de la lectura? Un equipo de investigadores encontró que leer determinados libros, como la saga de Los juegos del hambre, puede ayudar a fomentar y mover a las personas a tomar acción para conseguir una sociedad más igualitaria (Vezzali et al., 2020).
¿Por qué Los juegos del hambre?
La amplia distribución de estas obras y su atractivo motivaron a los investigadores para utilizarlas con propósitos educativos importantes, que puedan tener un objetivo útil en la sociedad. De hecho, con anterioridad este mismo equipo encontró que leer los libros de Harry Potter tiene un efecto reductor de prejuicios, y que el género fantasía puede ser un gran instrumento con fines de educación social.
Los libros pueden ayudarnos a reflexionar sobre la realidad que nos rodea, otorgarnos nuevos lentes para interpretar la realidad social y, en última instancia, pueden ayudar a moldear el comportamiento, señalan los autores, quienes consideran que las personas tendemos a luchar contra las desigualdades sociales, pero primero tenemos que poder verlas. En palabras de J. K. Rowling, la imaginación es “el poder que nos permite empatizar con los seres humanos cuyas experiencias nunca hemos compartido”.
¿Qué metodología usaron?
La muestra se conformó con 162 adultos blancos en los Estados Unidos y el Reino Unido, quienes completaron un cuestionario online en el que informaron la cantidad de libros de Los juegos del hambre que habían leído y la cantidad de películas de la misma saga que habían visto.
Luego, los participantes completaron una evaluación de orientación del dominio social: una medida del respaldo a la jerarquía y la desigualdad social. Además, informaron sobre sus respuestas emocionales a las desigualdades sociales y sus intenciones de participar en acciones colectivas para ayudar a los grupos desfavorecidos.
¿Qué encontraron?
Después de controlar el número de películas de Los juegos del hambre que vieron los participantes, el equipo de investigadores descubrió que leer más libros de la saga se asociaba con niveles más altos de ira contra las desigualdades sociales, lo que a su vez se asociaba positivamente con la acción colectiva. Pero esto solo fue cierto para aquellos con una orientación baja de dominio social.
Sin embargo, la naturaleza correlacional de la encuesta impidió cualquier inferencia sobre la causalidad. Es posible que estos libros aumenten el enojo por las desigualdades, pero también podría ser que las personas que están molestas por las desigualdades tiendan a sentirse atraídas por libros como Los juegos del hambre.
¿Cómo cotejaron estos resultados?
En un estudio posterior, los investigadores reclutaron a 89 estudiantes de secundaria italianos y los dividieron al azar en dos grupos. Un grupo leyó los libros de Los juegos del hambre durante el año escolar como parte de su plan de estudios y tuvo reuniones para discutir pasajes clave. El segundo grupo sirvió como control: los niños no recibieron instrucciones de leer los libros y no asistieron a tales reuniones.
En este experimento, Vezzali y sus colegas descubrieron que quienes leían Los juegos del hambre tendían a enfadarse más por la desigualdad social y a estar más dispuestos a tomar medidas contra ella en comparación con los que no habían leído los libros, especialmente entre los que tenían una mayor orientación al dominio social.
¿Por qué se encontraron tales resultados entre aquellos con una baja orientación de dominio social en el primer estudio y una alta orientación de dominio social en el segundo? La naturaleza de la intervención en el segundo estudio, y el hecho de que se examinó a adolescentes en lugar de adultos, podría explicar los resultados divergentes. Para el primer estudio no se guió a los participantes en la lectura, ni se les orientó para enfocar su atención de forma específica en las injusticias de la estructura social jerarquizada, y en cómo lo descrito en los libros se refleja en la sociedad actual.
En el segundo estudio, por otro lado, “se invitó a los participantes a reflexionar y comentar colectivamente si la historia se vinculaba con las relaciones intergrupales reales, por ejemplo entre italianos e inmigrantes en Italia. Personas con alta orientación al dominio social (pero también con baja orientación al dominio social) fueron invitadas activamente a enfocarse en aspectos de la historia relacionados con el tema bajo investigación y su posible vínculo con la realidad.
Necesitamos intervenciones con el objetivo específico de fomentar la acción colectiva si queremos promover la igualdad social. Comprender no solo por qué y cuándo las personas se involucran en la acción colectiva, sino también procurar activamente su participación social, es un desafío que los psicólogos deben aceptar, sostienen los autores.
Las medidas para abordar la desigualdad y la discriminación serían mucho más efectivas para combatir las enfermedades mentales que el énfasis que se ha puesto sobre los medicamentos y la terapia en los últimos 30 años, señaló hace un tiempo el Dr. Dainius Pūras, vocero de la ONU. La austeridad, la desigualdad y la inseguridad laboral no sólo son perjudiciales para la salud mental, también la suscitan.
Para lograr un cambio social es preciso que reconozcas dónde estás ubicado, y desde qué lugar ves las cosas. ¿Sabés qué tan privilegidx sos? Para averiguarlo hacé clic en el link, que te conducirá a un gran artículo de Paula José Quintero, y preparate para darte cuenta.
Referencia bibliográfica: Vezzali, L, McKeown, S, MacCauley, P, et al. (2020). May the odds be ever in your favor: The Hunger Games and the fight for a more equal society. (Negative) Media vicarious contact and collective action. J Appl Soc Psychol. 00: 1– 17. https://doi.org/10.1111/jasp.12721
Fuente: Psypost