Azucena Martín explica en Hipertextual por qué es peligroso combinar la cerveza con los antidepresivos:
Algunos alimentos fermentados, como el queso curado, contienen grandes cantidades de tiramina. Esta es una sustancia con un gran efecto vasoactivo. Es decir, interviene tanto en la contracción como en la dilatación de los vasos sanguíneos.
Como resultado, un exceso de tiramina puede producir migrañas, por la constricción de los vasos sanguíneos cerebrales, seguida de la dilatación de los mismos. Afortunadamente, puesto que la tiramina es una monoamina, como la serotonina o la dopamina, su exceso se suele regular a través de los monoamino oxidasas. Y aquí llega el problema de mezclar cerveza y ciertos antidepresivos.
Si se inhiben las monoamino oxidasas, se evitará que se degrade la serotonina o la dopamina, pero también se evitará que se degrade la tiramina, que se seguirá acumulando. El efecto inicial son los dolores de cabeza. No obstante, si la dosis de tiramina es muy elevada, también puede darse un incremento de la presión arterial. Y el problema es que no hay una dosis que se pueda controlar, ya que varía mucho de unas personas a otras.
Por eso, lo que para alguien es solo un dolor de cabeza, para otra persona puede ser una subida de tensión grave. Además, es difícil saber la cantidad de tiramina presente en los diferentes alimentos. Lo que sí sabemos es que la cerveza contiene mucha más si es artesanal, de ahí que se deba evitar a toda costa si estamos tomando este tipo de medicamentos.
De cualquier modo, mezclar antidepresivos con alcohol en general no es una buena idea. Hay que prestar especial atención al vino y la cerveza. Pero, por si acaso, no está de más evitar el resto de las opciones. Está claro que es mejor prevenir que curar y, además, todo lo que sea reducir la cantidad de alcohol que se bebe debe ser para bien.