Michael White encontró cuando preguntaba a las familias sobre el problema del niño, que hablaban como si fuera el niño el contenedor del problema, excluyéndolo y otorgándole demasiada responsabilidad, como si fuera él mismo la experiencia más desagradable e insoportable, y no el problema. Es decir que hacen una externalización del problema.
La externalización nos ha permitido crear un constructo psicológico de protección, para encontrar el modo de tomar una distancia segura, disminuyendo los riesgos emocionales que suceden cuando interiorizamos y hacemos inherente el problema a nuestra persona.
En palabras del propio White, la externalización hace posible:
- Disminuir los conflictos personales más estériles incluyendo las disputas en torno a quién es responsable del problema.
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Combatir la sensación de fracaso que aparece en muchas personas ante la persistencia del problema pese a sus intentos de resolverlo.
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Abrir el camino para que las personas cooperen entre sí, se unan en una lucha común contra el problema y logren sustraerse de su influencia.
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Abrir nuevas posibilidades de que las personas actúen para apartar sus vidas y relaciones de la influencia del problema.
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Permitir a las personas afrontar de un modo más desenfadado, más eficar y menos tenso problemas que parecían “terriblemente serios”.
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Ofrecer opciones de diálogo, y no de monólogo, sobre el problema.