Después de estas Navidades habrás tenido la oportunidad de reunirte con la familia y disfrutar de estas entrañables fiestas. No obstante, las cosas no siempre resultan como uno espera. La familia no se elige y en muchas ocasiones las personas somos muy distintas y podemos sentir que no tenemos mucho en común con algunas personas de la familia. La discrepancia en algunos asuntos, la incompatibilidad o algunos roces o disputas del pasado, pueden amargarnos este tipo de reuniones y generar un ambiente que no deseamos.
A menudo en terapia psicológica, los psicólogos nos encontramos con personas que sufren por dificultades en la relación con la familia propia o política. Esta interacción negativa puede llegar a ser muy difícil de tolerar para la persona. Si padece algún trastorno emocional estas situaciones desencadenan un empeoramiento de sus síntomas. También hemos observado que estas dificultades pueden ocasionar y agravar problemas de pareja y familiares
Si ha sido tu caso y quieres que esto no vuelva a suceder, te ofrezco algunas pautas que puedan ayudarte a manejar próximos encuentros:
- Antes de acudir al encuentro, lo primero que has de plantearte es cuál es el objetivo de la reunión y lo que esperas conseguir de ella. Tenlo presente y una vez estés allí intenta actuar de forma consistente con ese objetivo. Por ejemplo, si tú objetivo es pasar un rato agradable con ellos, compórtate de forma agradable. No podemos esperar que algo ocurra de forma espontánea sin implicarte y esforzarte en conseguirlo.
- Vigila tus expectativas. Si acudes a la reunión pensando que algo va ir mal, estarás haciendo que aumente la probabilidad de que eso suceda. Tu foco de atención estará dirigido a percibir aquello que encaja con tus expectativas negativas y habrá muchas otras cosas que pasarán desapercibidas para ti. Intenta valorar la situación en base a lo que vivas en el momento, evitando anticipaciones sobre cosas que todavía no han sucedido.
- Exprésate, pero no intentes que los demás adopten tu punto de vista. Posiblemente, discrepes en muchos asuntos u opiniones. Las emociones negativas empezaran a surgir cuando al expresar tu desacuerdo, pretendas cambiar el punto de vista de los demás. En la mayoría de las ocasiones, lo único que se consigue es despertar sentimientos de rabia y frustración, emociones realmente complejas de controlar. Por ello, tu objetivo será expresar lo que piensas de forma respetuosa sin necesidad de obtener una respuesta de aprobación.
- Si te descontrolas, tómate un respiro. Cuando experimentas emociones negativas hay ciertas señales que te pueden indicar la aparición de las mismas antes de que sean demasiado intensas. Las señales pueden ser físicas, como aumento del ritmo cardíaco, calor intenso, tensión muscular, etc. Pero también pueden aparecer algunos pensamientos negativos incontrolables. Intenta identificar las señales que aparecen en tu caso, te ayudará analizar situaciones del pasado que hayan generado ese tipo de emociones. Si esto te sucede en una reunión familiar, ante los primeros síntomas, intenta salir temporalmente de la estancia o del espacio en el que te encuentras. Hazlo hasta que esas emociones se hayan reducido. Si salir físicamente no fuera posible, respira y tómate un tiempo antes de hablar o de actuar, trata de pensar si aquello que vas a hacer o decir es fruto de un impulso negativo que puede tener consecuencias importantes.
- Evita hablar de temas polémicos. Existen ciertos temas que pueden generar conflicto por las discrepancias que generan. Estos pueden ser política, religión, fútbol, etc. Aprende de tu experiencia en familia y valora si estos temas han sido el origen de disputas. Si fuera el caso, es mejor evitarlos.
Si a pesar de poner en marcha estas pautas, notas que los problemas en la interacción con familiares te siguen afectando mucho y no sabes salir de esa situación, debes saber que hoy en día la psicología brinda herramientas útiles para resolver estas dificultades. Puedes beneficiarte de un entrenamiento en habilidades sociales y asertividad en el que aprendas a defender tus derechos de un modo adecuado, respetando también los de los demás, así como de una intervención que se adapte a tus dificultades y objetivos.
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Imagen: Brownpelincala