Por Adriana Castro Zavala, Neurocientífica, Universidad de Málaga.
En una conversación con su colega Cillian Murphy, Margot Robbie contaba que había creado su personaje de Barbie basándose en las personas que no sienten su voz interior, ya que estas suelen reflexionar menos sobre lo que les ocurre en su vida diaria. No es algo excepcional, ya que un pequeño porcentaje de la población manifiesta la carencia que inspiró a la actriz australiana. Es lo que recientemente se ha bautizado como anendofasia.
La voz interna o voz interior es esa narrativa que acompaña silenciosamente a nuestras reflexiones, decisiones y procesos mentales cotidianos. Puede manifestarse como un diálogo, cuando hablamos con nosotros mismos, o como pensamientos verbales que surgen en forma de palabras o frases.
La voz de la conciencia
Este discurso interno se ha relacionado directamente con la conciencia, el estado mental que implica estar atento a nuestros pensamientos, emociones, sensaciones y percepciones y del entorno que nos rodea. También involucra la capacidad de reflexionar sobre nuestras experiencias y de tener una comprensión básica de quiénes somos como individuos.
Los estudios neurobiólogicos en cerebros con daños cerebrales evidentes han vinculado ambos conceptos. Según han observado los científicos, la conciencia está asociada con el hemisferio izquierdo, que juega un papel significativo en el lenguaje en aproximadamente el 88 % de las personas.
Así, según las investigaciones, los pacientes afectados por algún daño en el hemisferio izquierdo que desarrollan afasia –problemas para comprender el lenguaje, expresarse o ambas cosas– también se quedan sin voz interior.
Uno de ellos, la joven norteamericana Lauren Marks, ha contado en un libro que, durante la recuperación del trastorno, carecía de conciencia respecto al presente, pasado y futuro. “Es muy difícil acceder al sentido de uno mismo (personalidad y/o preferencias) cuando no tienes acceso a tu voz interior”, explica.
El psicólogo clínico Claude S. Moss describió su experiencia en estos términos: “no tenía la capacidad de pensar en el futuro, de anticiparlo o de percibirlo, de preocuparme por él. Al menos no con palabras”. Según su testimonio, durante las primeras semanas que estuvo hospitalizado con afasia simplemente existía.
También es interesante saber que las personas sordomudas pueden sentir ese discurso interno de una manera diferente. Si el individuo ha nacido sin la capacidad para oír y hablar, se expresa con gestos, señas o imágenes. Pero si, por el contrario, perdió esos sentidos más tarde, la voz interior sí que puede estar presente en forma de sonidos.
¿Cómo afecta carecer de voz interior?
Como ya hemos mencionado, algunas personas simplemente carecen de voz interior. Esto ha llevado a explorar el planteamiento de que esta puede manifestarse de muy distintas formas.
Un estudio reciente ha abordado esa variabilidad mediante el “Cuestionario de Variedades del Habla Interna” (VISQ por sus siglas en inglés). El VISQ evalúa factores como la dialogicidad (la experiencia de mantener un diálogo interior), la condensación (la brevedad del habla interna en comparación con el discurso en voz alta) y otras características.
Los participantes del estudio realizaron cuatro ejercicios diseñados para explorar cómo podrían afectar estas diferencias en el rendimiento de tareas cognitivas específicas, que incluían pruebas de memoria verbal, detección de rimas, control de la conducta durante cambios de tarea y percepción de categorías.
Pues bien, los voluntarios con una voz interior más débil según la valoración del VISQ puntuaron peor al juzgar si los nombres de dos imágenes rimaban y en los ejercicios de memoria verbal. Significativamente, las diferencias de rendimiento en ambas tareas desaparecían cuando los participantes se expresaban en voz alta para resolverlas, lo que sugiere que la eficacia de usar el habla interna y externa en estos casos era equivalente.
¿Se puede entrenar?
Después de conocer la importancia de la voz interior, surge una pregunta obvia: ¿podemos trabajarla? Los adultos no, ya que la “plática” mental emerge en la primera infancia junto con el desarrollo de una parte específica del cerebro llamada corriente dorsal del lenguaje. Pero los niños sí están a tiempo de fortalecer esta capacidad.
Los estudios muestran que la voz interior evoluciona a partir de un diálogo en voz alta con nosotros mismos. Además, otros trabajos han demostrado que conserva características lingüísticas similares a la expresión lingüística audible, como la fonética, la sintaxis y la semántica.
El estudio de la voz interior no solo nos permite comprender mejor la complejidad de nuestra mente, sino que también podría tener aplicaciones prácticas en áreas como la educación o la psicoterapia.
Entender cómo se desarrolla y funciona desde la infancia hasta la edad adulta nos brinda una visión más profunda de nuestra cognición y nos plantea nuevas posibilidades para mejorar la comprensión y uso de esta herramienta única en nuestro proceso de pensamiento.
Artículo originalmente publicado en The Conversation y cedido para su republicación en Psyciencia.